¿Cuál es la trascendencia histórica de la civilización Quimbaya para los quindianos?

Por Horacio Duque 

En la sociedad quindiana y también en la del contexto geográfico próximo -Eje cafetero, Norte del Valle y sur occidente antioqueño- pesa con bastante fuerza una memoria histórica fundacional. Me refiero a los signos, manifestaciones y expresiones culturales de la civilización Quimbaya. Que ciertamente lo fue por muchas razones, no solo por su orfebrería y cerámica, de gran trascendencia si se mira en una perspectiva de “larga duración”, en el enfoque científico del historiador francés Fernand Braudel (1902-1985).

Al igual que la incidencia de la Colonización Antioqueña en la constitución de la subjetividad quindiana, el legado de la sociedad indígena conocida como Quimbaya gravita en la ontología y los imaginarios sociales de los pobladores de nuestra región.

Ese preguntarse de manera recurrente por la orfebrería Quimbaya; ese indagar y explorar el mundo funerario de dicha civilización, pequeña por cierto, pero civilización después de todo; esa manera de tener presente su cultura y manifestaciones simbólicas en museos y en reflexiones textuales, bibliográficas y artísticas, obliga a pensar y profundizar en su dimensión social, económica, demográfica, sus mundos de vida, la ruta de su encuentro con el imperio español y su extinción durante la segunda mitad del siglo XVI y los primeros años del XVII.

Obliga a volver sobre su incidencia en lo que somos hoy como sociedad regional. Lo digo para que podamos trascender la mera interpretación colonial y folclórica de los Quimbaya, que la asume como una variante puramente decorativa que ocupa e interesa a ciertas elites con buena educación.

Tenemos el reto de profundizar la gran herencia histórica Quimbaya. Es un desafío que implica grandes compromisos científicos y académicos.

Por supuesto, hay un importante camino recorrido en la muy sobresaliente producción historiográfica, arqueológica y antropológica de los Cronistas españoles, de Luis Duque Gomez, Jesús Arango, Hugo Galvis, Juan Friede, Jaime Jaramillo Uribe, Ezequiel Uricoechea, Andrés Posada Arango, Vicente Restrepo, Manuel Uribe Ángel, Ernesto Restrepo Tirado, Paul Rivet, Jacinto Jijón y Caamaño, Emilio Restrepo, Herman Trimborn, Carlos Margain y muchos otros científicos e historiadores que citaremos con posterioridad.

Por lo pronto, con el maestro y rector del colegio Oficial de La Tebaida, Hernando Muñoz, artífice del rescate de los archivos del municipio de Salento y gran conocedor de diversas temáticas sociales del Quindío, nos hemos trazado la tarea de construir la Gran Historia de los Quimbayas y su impacto en el devenir de nuestro mundo inmediato, su influjo en la configuración de nuestra personalidad y subjetividad.

Hay un modo Quimbaya en el ser quindiano

Se trata de recuperar las grandes reflexiones de Duque Gómez y su hipótesis de la civilización Quimbaya como una síntesis planetaria en su momento. Como un cruce milenario de diversas culturas, que es lo que puede explicar su gran talento en la orfebrería y en la cerámica. Visión que demanda, dice Duque G., hacer a un lado los prejuicios de las geografías de reciente data con sus fronteras artificiales.

Un estudio erudito, ordenado, riguroso, pausado, metódico y humanista de los Quimbayas implica abordar su antropogeografía, su medio geográfico, su demografía, su orden social, su industria textil, su lengua, el régimen político, el mundo religioso, el simbólico y el estratégico militar y las nefastas consecuencias de la conquista colonial europea y española.

Dada la magnitud del asunto y conscientes de la labor a realizar es conveniente comprometer en esta tarea a toda nuestra sociedad civil y un primer paso en esa dirección es establecer la Catedra Quimbaya en todos los espacios educativos, culturales, religiosos, políticos y pedagógicos de nuestra región.

Invitamos a investigadores, historiadores, humanistas y a los líderes sociales a que nos acompañen en este empeño.