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La Guaca  |  30 noviembre de 2022  |  09:17 AM

Ángel, feliz en la B (I)

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El propietario del D. Quindío Hernando Ángel Montaño está feliz en la categoría B. ¿Por qué? Por los bajos costos de producción del espectáculo de su fútbol: jugadores con salarios mediocres, nada de premios, sin futbolistas de élite, pagando una miseria por el arriendo del estadio, pero con excelentes resultados económicos: ingresos por parte de la televisión, la publicidad en uniformes y en el estadio, venta de derechos deportivos a jugadores que empiezan a destacarse, los réditos de la Dimayor, etc. Bajos costos, altos ingresos, es lo único que le interesa al señor Ángel, esto significa tener un equipo ‘pobre’ deportivamente, para que no ascienda a la categoría que ansían los hinchas, la A.

Ángel, feliz en la B (II)

Con el partido de este martes ante el Huila, cuyo resultado no le permitió al Quindío ascender a la A, se nos ocurren las siguientes reflexiones:

1. ¿Qué más pruebas quieren los quindianos para que comprendan que Ángel quiere y tiene es un equipo de la B y no de la A?

2. ¿Qué más quieren los quindianos para comprender que Ángel desde el inicio le pone las cartas sobre la mesa a los técnicos y ellos se acomodan a sus condiciones?

Vergonzoso, eso sí, que un técnico que ha sido campeón de Colombia, como es Quintabani, se preste para eso. Dirán algunos que no es así, pero lo que pasa año tras año así lo demuestra. Así fue con Suárez, Cheché...etc.

Pero bueno, nadie sabe lo de nadie, y en el caso de Quintabani, sentirá que ya nadie lo contrata y prefiere su sueldo fijo, que será el más alto de la nómina, y seguir las órdenes de Ángel, so pena de continuar quemando su ya poco prestigio como entrenador.

3. ¿Qué más quieren los quindianos para comprender que los jugadores del Quindío son empleados de Ángel, no del municipio y menos de los hinchas? Y por tanto actúan como equipo de la B, para seguir felices en la B.

4. ¿Qué más quieren los quindianos para comprender, entonces, que el equipo Corporación Deportes Quindío es de Hernando Ángel Montaño, un privado, no de la alcaldía ni de la gobernación ni de ningún ente público y menos de una hinchada, ni de una corporación con miles de accionistas como otros equipos, y, por tanto, nadie obliga a apoyar a ese equipo?

Siendo así, que es de un privado, pues él verá qué hace con su propiedad, si la mejora o la deja en donde está... ¿O es que usted, por exigencia mía y sin ponerle un peso, va a pintar su carro de verde viche, le va a poner motor de Camaro y le va a poner llantas de F1?

5. ¿Qué más quieren para comprender que la solución no está en destrozar el estadio, que es un bien público y que para recuperarlo hay que sacar plata pública de los impuestos que todos pagamos...? Ángel no va a pagar un peso, porque él arrienda el estadio para que su equipo juegue en esta plaza y llevarse los réditos de su negocio, y nada más.

6. Con lo de la noche del martes 29 de noviembre, seguramente el señor Ángel va a llevarse el equipo para otra plaza, como Popayán, y fin a la historia del D. Quindío. Y ojalá acontezca así, para que los armenios, los quindianos, arranquemos de cero, con otro equipo, donde haya identidad y participación local.

Ángel, feliz en la B (III)

Ángel está feliz en la B, aunque nosotros, los quindianos, queramos el equipo en la A. Sin embargo, hay que evaluar el tema de los desmanes en el estadio, porque no podemos seguir soportando que, en partidos definitivos, como el de este martes, los hinchas se tiren a la cancha. Es increíble que el estadio Centenario se haya construido con pozos de seguridad para evitar que el público salte al gramado, pero, tiempo después, se hayan levantado ramplas, puentes para superar esos pozos y dejar pasar a la gente como Pedro por su casa. El gobierno municipal debe evaluar esta situación y tomar medidas, que incluyen quitar las ramplas o puentes y poner mallas de seguridad, especialmente en la tribuna norte, donde suceden los desmanes. En todo esto, también tiene gran responsabilidad la alcaldía de Armenia, a quien le compete la seguridad del estadio y de aquellos que asisten al espectáculo, como de los que lo ofrecen, los futbolistas y árbitros, que en la noche del martes estuvieron en gran peligro, como en otras ocasiones ya había sucedido.

 

 

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