Mucho se ha advertido sobre un posible desabastecimiento de agua ¿Qué hemos adelantado para protegerla?

La escena que vivimos los habitantes de Armenia hace dos semanas y por más de 48 horas no puede pasar inadvertida pero debe ser tomada con mesura. Fueron más de dos días que el agua no brotó por los grifos.

En ese periodo se desataron diversos sentimientos y manifestaciones entre los armenios: angustia, desesperación, especulaciones, señalamientos, improvisaciones, abusos, condenas y otra serie de acciones, que en resumen dejaron en el ambiente que la ciudad y sus entidades no estamos del todo preparados para una emergencia de estas características.

Varias han sido las versiones sobre un posible desabastecimiento del recurso en el Quindío, pero el gerente de EPA, Gonzalo García, informó el pasado jueves en el Foro de Gerentes, que no existe un estudio científico que sustente dichas afirmaciones. No obstante, a finales de 2018, Minambiente y el Ideam publicaron el Estudio Nacional del Agua 2018, y en este se reveló que están priorizados “391 municipios susceptibles a desabastecimiento en el territorio nacional, distribuidos en 24 departamentos, de los cuales, tienen afectación en al menos el 50% de sus municipios: La Guajira, Magdalena, Cesar, Tolima, Bolívar, Quindío, Santander, San Andrés y Providencia y Valle del Cauca”.

Esas mismas entidades han pronosticado para el 2019 un fenómeno de El Niño con grandes efectos y por consiguiente bajos volúmenes de lluvias y de recurso hídrico. La defensa del agua es una tarea que no debe posponerse y como sociedad nos tenemos que preguntar: ¿Qué estamos haciendo para proteger nuestra agua?

La protección y asegurar un abastecimiento no solo es competencia de las entidades públicas respectivas, es una labor de toda la sociedad. Por tanto, desde el Legislativo, la bancada del partido político MIRA ha sido activa y así fue autora de la ley de Páramos, que fue sancionada en julio de 2017, que propende por una labor integral que garantice la preservación, restauración, uso sostenible y generación de conocimiento de dichos ecosistemas privilegiados. Colombia alberga el 50% de los páramos del mundo; posee el más grande, el de Sumapaz y el 70% de la provisión de agua en el país depende de ellos, argumento suficiente para avanzar en el cumplimiento de la ley.

Hay que actuar unidos y de forma integral. La estrategia debe partir desde nuestros hogares haciendo un uso racional del agua, junto a las organizaciones civiles, protectores del medio ambiente, gremios y academia hasta las esferas del Ejecutivo, Legislativo y Judicial. No podemos, por ejemplo, ser indiferentes a lo que ordenó el Tribunal Administrativo del Quindío precisamente la semana anterior: saneamiento de las quebradas de la capital quindiana, por lo que hay que ser diligentes y activos a apoyar y participar en las mesas para priorizar los planes de acción inmediatos.

En correspondencia a mi compromiso por la defensa del agua fue la intervención en el Taller Construyendo País en Manizales del pasado 2 de febrero, en donde le planteé al presidente Iván Duque la necesidad de incluir con urgencia una línea en el Plan Nacional de Desarrollo, PND, para la defensa del líquido, y que contemple una política pública estructural del agua, la cual garantice concienciación de buen uso, protección, recuperación, obras de infraestructura sanitaria y de aguas residuales, además de construcción de planes de ordenamiento territorial en armonía con el entorno y recursos para ejecutar lo dispuesto en la ley de Páramos.

Es este un llamado a la conciencia colectiva. De todos depende salvaguardar un preciado recurso que es sensible. Así, que ‘agua que no has de beber’… ¡vamos a protegerla!