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Columnistas  |  16 septiembre de 2019  |  12:00 AM |  Escrito por: Federico Acevedo

¿Por qué nuestros mayores votan por la oligarquía corrupta?

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Federico Acevedo

Antes de empezar a contestar esta pregunta, voy a delimitar lo que entiendo por “mayores” y por “oligarquía”. Por “mayores”, me refiero a quienes se educaron antes de 1991; y por “oligarquía”, me refiero al grupo de personas que han gobernado a Colombia en favor de los intereses de los más ricos, a expensas del interés general. No es por culpa de Dios o las guerrillas que tenemos un coeficiente de Gini de 0,517 (por encima de 0,4 indica una desigualdad en los ingresos “alarmante” que puede ocasionar agitación social, según Naciones Unidas), sino por culpa, principalmente, de quienes nos han gobernado. ¿A quiénes me refiero cuando hablo de oligarquía? Exactamente a la histórica oligarquía liberal-conservadora, que después mutaría en santismo-uribismo (el primero encarnando a la oligarquía bogotana, y el segundo a los terratenientes). Cuando digo que nuestros mayores, en su mayoría, votan por la oligarquía corrupta, me refiero a que votan por los siguientes partidos políticos y sus aliados: Centro Democrático, Partido Liberal, Partido Conservador, Cambio Radical y Partido de la U. Esto no quiere decir que no haya corruptos en los demás partidos o movimientos políticos, pues las manzanas podridas son inevitables en cualquier organización, sino que, al menos, las cabezas de dichos partidos no son corruptas o no han tenido la oportunidad de demostrarlo, porque no han gobernado.

La razón por la que nuestros mayores votan en su mayoría por la oligarquía corrupta tiene que ver con el tipo de sociedad en la que fueron educados. Antes de 1991, no existía en Colombia la separación iglesia-Estado, lo que equivale a decir que no existía, ni siquiera formalmente, una democracia. La democracia no es solo un método de toma de decisiones colectivas, sino un sistema político; es decir, un conjunto de principios, valores e ideales. La democracia, por ejemplo, sostiene tres valores últimos: libertad, igualdad y pluralismo. La primera condición del pluralismo es la separación iglesia-Estado, sin la cual no hay democracia, pues no se puede creer que la diversidad es algo que suma, y al mismo tiempo imponer una particular concepción del bien sobre los ciudadanos. La no separación de iglesia-Estado no solo atenta contra el pluralismo, sino contra la libertad y la igualdad, pues no hay libertad de conciencia si puedo ser discriminado por mis creencias religiosas.

Antes de 1991, la Iglesia Católica tenía profunda influencia en la educación pública. Los profesores del magisterio, por ejemplo, debían ser católicos. Es decir, la educación no tenía como objetivo formar ciudadanos, educar en los valores de libertad, igualdad y pluralismo, formar el pensamiento crítico y las habilidades argumentativas, sino adoctrinar buenos católicos; lo que, a su vez, garantizaba unos individuos sumisos respecto del poder político reinante, que se lo alternaban liberales y conservadores. La Iglesia Católica, entonces, y como ocurrió en la época de la colonia, servía de aparato ideológico del poder político, era su fundamentación y la garantía de que no fueran muchos los que se percataran de las injusticias. Por eso, no nos debe extrañar que nuestros mayores repitan irreflexivamente que “Colombia tiene la democracia más antigua de Latinoamérica”. Esto fue lo que los pusieron a repetir.

Antes de 1991, había elecciones en Colombia; sin embargo, no eran libres. Y cuando digo que no eran libres no me refiero solamente a que fueran fraudulentas (hay serios indicios que así lo sugieren; por ejemplo, en las elecciones de 1970), sino a que los votos no provenían de una opinión pública predominantemente autónoma, sino dirigida por la iglesia (a través de la educación) y los medios de comunicación de la oligarquía. Para que exista una opinión pública que sea predominantemente autónoma, se requiere de tres condiciones: libertad de pensamiento, libertad de expresión y pluralidad de medios, ninguna de las cuales puede ser garantizada por un Estado confesional. La pluralidad de medios en Colombia brillaba por su ausencia, pues los medios eran en su mayoría de las familias oligárquicas. Por ejemplo, la familia Pastrana tenía su propio noticiero (Datos y Mensajes), y los Santos eran dueños del periódico El Tiempo. Además, el sistema político estaba limitado a los dos partidos oligárquicos: conservador y liberal, que habían pactado a finales de los años 50 turnarse el poder cada cuatro años, y repartirse los ministerios y la burocracia en partes iguales. En 1984, se crea un tercer partido político, de izquierda, la Unión Patriótica, pero fue exterminado a bala, razón por la cual pierde su personería jurídica.

Nuestros mayores, además, crecieron y se educaron en el contexto de la Guerra Fría. Por eso, no nos debe extrañar que, aún hoy, señalen de comunista toda opción política distinta a la oligarquía. Este rasgo de nuestra opinión pública fue introducido por la propaganda anticomunista estadounidense, en el marco de la Doctrina de la Seguridad Nacional y del “enemigo interno”, durante la Guerra Fría, que convirtió a todo crítico de Estados Unidos y las élites locales en un “peligroso enemigo interno”, no solo en Colombia, sino en toda América Latina, para así justificar su muerte o desaparición. Si bien el comunismo es algo de temer, este miedo le ha servido a la oligarquía colombiana para conservar el poder. Todavía hay gente que vota por esta oligarquía, a sabiendas de que es corrupta, porque le da mucho miedo caer en el socialismo: “Prefiero a los corruptos que convertirnos en Cuba o Venezuela”, dicen.

En conclusión, y para resumir la idea, nuestros mayores votan en su mayoría por la oligarquía corrupta, porque fueron adoctrinados para hacerlo: 1) recibieron una educación confesional (incapaz de cuestionar el poder, porque la iglesia era parte del poder político); 2) se informaban a través de los medios de comunicación de la oligarquía (ahora se informan a través de los medios de comunicación del poder económico) y 3) aprendieron erróneamente que solo existen dos opciones posibles de poder: la oligarquía (que se disfraza de democracia) o el socialismo. Por el contrario, las nuevas generaciones no solo fuimos educadas con mayor libertad, sino con mayor acceso a la información, de manera que no dependemos enteramente del periodismo de poder para informarnos. Esto hará que el cambio político en Colombia sea solo cuestión de tiempo.

Nota: según la Contraloría General de la Nación, los colombianos perdemos alrededor de 50 billones de pesos anuales en corrupción; es decir, nuestra pobreza es falta de voluntad política, no carencia de recursos. ¿Hasta cuándo seguiremos votando por los mismos?

Nota 2: el mito religioso es ambiguo: puede utilizarse para dominar o para liberar. Aquí se ha utilizado principalmente para dominar; sin embargo, en el cristianismo, hay ideas de sobra para oponerse a tanto saqueo e injusticia.

 

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