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Judicial  |  03 mayo de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Redacción judicial

Cayó al duro pavimento desde el árbol de guayabas, y su vida se extinguía frente a un público impotente

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Miguel Ángel Rojas Arias

El hombre tenía por costumbre subir a un determinado árbol de guayabas, para tomarlas en una bolsa, bajar como un gato, arañando la dura fibra del tallo, y correr a la placita de mercado de las Sesenta Casas, a venderlas. Lo hacía casi todos los días de cosecha de guayabas. En la mañana del pasado 2 de mayo, los vecinos lo vieron como siempre: con una bolsa colgada al hombro, subir por el liso tallo, unos tres metros, primero, y luego más arriba, hasta alcanzar las más maduras.

En la tarde, después de un torrencial aguacero, el hombre, de unos 37 años de edad, volvió al árbol, subió, con un poco de dificultad porque, esta vez, el tallo estaba resbaloso. Superada la primera etapa, siguió subiendo, y echando guayabas a su bolsa. De pronto, se desprende, y cae al pavimento de la calle 3, en la carrera 21, frente a las casas de la avenida en el barrio Sesenta Casas.

La sangre brotó de su cráneo. Trató de pararse, pero no pudo. El dolor que reflejaba su rostro era inmenso. Los vecinos trataron de ayudarlo, pero no se atrevían a tocarlo. Llamaron a la Policía, y llegó. Eran unos siete efectivos, que acordonaron la vía, y telefonearon a la central de ambulancias. Media hora después, nada. El hombre sigue en la vía, retorciéndose, con la sangre botada en el piso. Los policías parecen impotentes, los protocolos de seguridad les impide tocarlos, y están a la espera de los paramédicos. El rosto del hombre accidentado se hincha, mala señal.

Los vecinos están en las ventanas, o en los andenes, hablan del joven de las guayabas, todos lo conocen, pero nadie sabe su nombre. A la escena llega una pareja, preguntan por la ambulancia, y no tienen respuesta. Van 40 minutos después de la caída. El señor de la pareja recién llegada llama al secretario de Gobierno de Armenia Javier Ramírez y le cuenta el drama. Éste, promete enviar la ambulancia de Red Salud. Y efectivamente lo hace, pues los paramédicos aparecieron a los 8 minutos. Instantes antes había llegado una ambulancia de Emi y lo había estabilizado y puesto en la camilla. Lo levantan, ya casi no se mueve ni se queja, lo ponen en la ambulancia y, por fin, los vecinos ven partir al hombre que coge guayabas para comprar panes en la esquina y marihuana en cualquier parte.

Seguramente este hombre, que subía casi todos los días a los árboles de la avenida por las guayabas que ofrece sin remilgos esta especie, no volverá, y los frutos se perderán en la vía, destripados por los carros. Y, al hombre de las guayabas, nadie en las Sesenta casas lo extrañará.

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