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Armenia  |  18 mayo de 2020  |  12:59 AM |  Escrito por: Rubiela Tapazco Arenas

La falta de recursos para sobrevivir es una pandemia para muchos en Armenia

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Antes de decretarse la cuarentena obligatoria que comenzó a regir el 22 de marzo en todo el país, no se veían en las calles de los barrios del norte de la ciudad vendedores ambulantes con sus carretas llenas de frutas y verduras, ahora todos los días recorren dichos sectores.

Para estos trabajadores, el aislamiento en sus viviendas duró máximo 15 días, luego se acabó el mercado, se empezaron a vencer los arrendamientos y llegaron las facturas de los servicios públicos y esto no les dio espera, se lanzaron a las calles.

En barrios como La Nueva Cecilia, Profesionales o Providencia para mencionar solo estos al norte de la capital del Quindío, se ven todos los días a mañana y tarde los vendedores ambulantes, pese a las restricciones por la cuarentena.

El que acompañado por su pareja y equipo de sonido que anuncia las piñas, mangos y aguacates se detiene con su carreta y espera que bajen los compradores de los apartamentos, también pasa el que grita a todo pulmón traperos y escobas o el que ofrece cebollas, tomates y otras verduras.

La mayoría de ellos llevan tapabocas, aunque la distancia que guardan es mínima y laboran confiados, viven de lo que venden cada día y no pueden dejar de salir a trabajar porque muchos afirman que las ayudas nunca les llegaron, que son mentiras de los que salen por televisión y que no pueden quedarse en la casa.

Una de estas mujeres, dijo que sale todos los días a conseguir lo de la comida para sus tres hijos, no le teme al coronavirus, pero sí a que le pongan comparendo, aunque afirma que no le queda de otra.

Los vendedores ambulantes que pasan por estos sectores de Armenia aseguran que no han recibido ayudas por parte del gobierno, que el hambre no da espera, ni la leche de sus hijos o el pago de arriendo.

A punto de cumplirse los dos meses de confinamiento obligatorio, muchos hombres y mujeres cuya única opción de subsistencia es el rebusque en las calles, tienen la esperanza que en poco tiempo levanten la cuarentena y puedan volver sin miedo a trabajar en sus ventas ambulantes.

Mientras esto sucede con los vendedores informales, la situación es más grave para quienes se levantan la vida cantando en los buses, para los artistas callejeros, los que se dedican a cuidar carros y muchos otros oficios que se acabaron por cuenta de la pandemia.

Sin embargo, algunos tampoco resisten el encierro, tal es el caso de un flautista que en estos días se detuvo en un andén para ofrecer música y alegría a quienes dentro de sus apartamentos disfrutaron melodías como El Cóndor y salieron a ofrecerle algo de dinero.

La pandemia ha puesto al límite al mundo y ha dejado al desnudo las desigualdades en países como Colombia y en ciudades como Armenia, en donde mucha gente se ha visto en serias dificultades para pasar cada día.

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