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Columnistas  |  10 julio de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Aldemar Giraldo

EN CASA DE CIEGOS, EL TUERTO ES REY

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Aldemar Giraldo

Aldemar Giraldo Hoyos

No tengo la formación ni el perfil del Fiscal General de la Nación; lo único que sé es que ocupa el segundo cargo en el país, que es el hombre más “preparado” de Colombia, que ha desempeñado todos los cargos posibles, que ha escrito más de diez libros y ha sido profesor en las más famosas universidades del mundo. Me siento una hormiga al escuchar, de su voz, el perfil. Definitivamente, se merece un puesto mejor que no existe en alguna parte y sobrepasa las expectativas de los terrícolas.

El mandato del subpresidente se ha caracterizado por las metidas de pata de él y sus secuaces; basta recordar las fotos del informe que presentó el Gobierno de Colombia a la ONU para denunciar a Venezuela por acoger guerrilleros; cobraron la cabeza del Oswaldo Peña, jefe del Comando Conjunto de Inteligencia y Contrainteligencia, quien renunció tras la embarrada; nada le pasó a Duque; dio explicaciones como las de Cantinflas; algo más, las fotos de Venezuela, tomadas en Colombia; ¿recuerdan las horas no tan contadas de Maduro y el muro de Berlín latino?

Aquí no paran las cosas, don Iván defendió a muerte a Guaidó, a pesar de aparecer en fotografías con “Menor” y “Brother”, excabecillas de los Rastrojos. De infarto son las metidas de guayos de Martuchis: felicitó a Hadad, en vez de reconocer los méritos de Farah (Hadad ya no estaba activo); mató a Belisario antes de tiempo; habló de los niños de las FARC; afirmó que el glifosato es tan nocivo como 500 vasos de agua; pidió a las niñas no estudiar sicología, sociología o puericultura. Paro aquí porque se me agota el espacio que me asigna el director del Quindiano.

Doy un salto grande y paso al Fiscal de ahora: viajó a San Andrés en compañía del Contralor y su familia, en plena pandemia, en avión oficial, pagado por nosotros; se inventó una mesa de trabajo en la isla para justificar su presencia, mientras todas las reuniones se realizan virtualmente en Colombia. Francisco Barbosa dijo que más que Fiscal es padre y explicó que pagó todos los gastos de su familia en su criticado viaje a San Andrés; insistió en que “siempre que tenga la oportunidad de viajar con mi hija y con mi familia lo haré”. Les restó importancia y valor a las medidas tomadas para enfrentar la pandemia; se le subieron los humos y se asignó el segundo cargo del país, gracias al cual puede usar avión oficial cuando quiera e ir a donde le dé la gana. En conclusión: una rueda suelta en nuestra débil democracia. Abusa de su estrecha amistad con Duque y promete la mejor gestión, pero ha estado plagada de yerros y metidas de pata.

Afortunadamente, es un hombre demasiado “preparado” para hablar bobadas (babosadas) y meter mentiras; parte de un principio simple: ante él, todos somos ignorantes y con escasa formación académica. No hay espacio ni cargo para una lumbrera de esa naturaleza. La cadena de traspiés será larga, pues no hay cerebro capaz de juzgar a un sabio de esta calaña. Como decía mi abuela: “La ciencia hace soberbios, la fortuna, necios”.

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