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Columnistas  |  09 julio de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Álvaro Ayala Tamayo

LA LEGISLATURA.

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Álvaro Ayala Tamayo

Por Álvaro Ayala Tamayo

Todo periodo legislativo genera grandes esperanzas para los ciudadanos. Lo que viene a partir del próximo 20 de julio debe ser el compromiso del Congreso para hallar la vacuna contra la debacle económica que nos ha dejado el coronavirus.

El presidente Iván Duque, alcaldes y gobernadores enfrentaron la primera embestida de la pandemia. Con los días se decantará cuál lo hizo mejor o peor. El balón ahora pasa a territorio de Cámara y Senado. Las leyes que de allí salgan deben ser el remedio para reconstruir la economía que lleva seis meses en la UCI.

El Desempleo rondando el 21 por ciento y miles de empresas quebradas necesita de hechos concretos y no promesas. La situación no espera. El asunto es de gravedad. Nunca antes los colombianos hemos estado tan pendientes como ahora. Queremos saber desde el mismo 20 de julio en qué fundamentará el Congreso de la República su agenda. Los desempleados, los empresarios, los industriales, los estudiantes y todos los hogares víctimas del Covid19 quieren ver a sus legisladores trabajando por la reconstrucción del país. No hay tiempo que perder.

La sociedad no desea ver a sus voceros peleando por pequeñeces o en reyertas alejadas de la emergencia nacional. Conseguir mayorías para que los trámites fluyan no es sencillo, pero sí requiere de buen manejo del gobierno que a estas alturas del partido debe tener mayor experiencia cuando se trata de semejantes menesteres. Hay que destapar cartas y ponerlas de cara a la gente que espera con ansiedad recuperar el empleo o del restaurantero que en calidad de empresario quiere volver a ganarse la vida. Así hay miles de casos. Una manera fácil y sencilla para que el congreso recupere su imagen perdida puede estar a la vuelta de la esquina. Los desempleados y empresas quebradas que creen y tienen esperanzas en este año legislativo. Y por supuesto en nuestros congresistas.

La señora Ministra del Interior, Alicia Arango, también tendrá que mostrar su finura en este propósito nacional. Su suerte, la del congreso, es la de todos nosotros. Como ministra de trabajo se comprometió con la reforma pensional. Asunto de grueso calado. Ya veremos. Y lo que puede ser un caramelo envenenado, la reforma tributaria parece tomar fuerza. Es decir: más impuestos. Ahora, más que nunca gobierno y congreso deben comprender la diferencia entre lo que desean algunos y lo que verdaderamente necesita la economía.

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