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Cultura  |  21 julio de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Redacción judicial

Fabio Osorio García: historia de un catador de la vida

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Gloria Chávez Vásquez

Los que vimos la exitosa telenovela Café con Aroma de mujer, que dio la vuelta al mundo hispano a fines de los 90, aun recordamos la escena en que el personaje de Sebastián Vallejo (interpretado por Guy Ecker) observa el proceso de catar café a un analista, con rostro de Juan Valdez. Se trataba de Fabio Osorio Garcia, un auténtico catador de café que parecía hijo de ese símbolo del producto colombiano.

Como auténtico fue Fabio Osorio en todo, durante la historia real que fue su vida y cuyo último capítulo se cerró el pasado 17 de junio. Nacido y criado en Armenia, Fabio se fue de este mundo a los 68 años de una vida ejemplar y plena de humanidad hacia sus familiares, amigos y semejantes. Era todo corazón y al final fue el sacrificio y con esa ofrenda con entró a la vida eterna.

Hombre de pura cepa. Persona recta y funcionario honesto, se desempeñó como analista de control de calidades durante 30 años en la Federación Nacional de Cafeteros. Durante ese tiempo viajó por todo el país analizando, comparando y estudiando no solo el grano sino a la gente. Gozaba ahora de un tranquilo retiro al lado de su esposa, Amparo y su hijo Santiago al que costeaba una carrera universitaria y de los cuales se sintió orgulloso siempre. Sus únicos vicios, el café y el futbol del cual era hincha apasionado. Hombre de hogar ciento por ciento.

Pero quizás su labor más preciada consistió en transmitir el calor humano que irradiaba. Fabio estuvo allí para quienes necesitaron su apoyo físico y espiritual, sentido del humor y afecto en los momentos cruciales. Dispuesto a visitar a sus amigos y familiares en su lecho de enfermo, ya en su casa, ya en el hospital y muchas veces en los funerales. Su presencia era un rayo de luz en medio de la oscuridad.

la familia era el faro que nos guiaba, un maestro de la vida. Durante mis visitas al terruño, era el primero en ofrecerme su teléfono celular, sabiendo de las dificultades del viajero con ese pequeño aparato. Y nunca olvidaré su gesto cuando me acompañó a despedirme de un ser querido que estaba enfermo y al que no veía hacía tiempo. Vivía cerca de su casa y eran amigos, y sabía lo mucho que esa visita significaría para mí. Poco después, yo en el extranjero, me informaba de su deceso.

conversador, ameno, buen escucha, y mejor anfitrión, fue durante un diciembre que se fue la luz en su sector de la ciudad por más de dos horas, celebrando la navidad a oscuras, continuamos la tertulia en medio de la sala. Narrando anécdotas de años por contar. No hacía falta vernos la cara para sentir la felicidad colectiva.

Le satisfacía su parecido con Juan Valdés y representó al personaje en las fiestas de San Pedro y San Pablo en Ibagué viviendo su papel al lado de las reinas y los grupos musicales.

Como bien dijo Jimena Marín en su homenaje póstumo a su tío, Fabio era una figura masculina muy positiva en la familia, cuyo beneficio tuve siempre al lado, liderando a los miembros de nuestro clan para brindarme apoyo durante mis presentaciones literarias, o para comentar mis historias y añadirles. Después del gran vacío que deja no tenerlo en persona, Fabio es y será uno de los recuerdos favoritos en mi vida. Y si me alcanza el tiempo, hasta entrará a formar parte del elenco exclusivo de personajes literarios inspirados en su valor humano y riqueza de alma.

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