Por Rubén Darío Varela

Casi inhumanos, así podría definirse los protocolos de sepelio de personas que fallecen de COVID-19 en Colombia que ha dispuesto el Gobierno Nacional y que ha generado un aumento considerable de quienes pierden a sus seres queridos, víctimas de este virus fatal.

Y es que la realidad es que no bastando con el dolor de perder un ser querido, los familiares de estas personas no cuentan con la posibilidad ni siquiera de ver a sus seres queridos en el hospital porque antes que lleguen ya posiblemente se han llevado al cuerpo para cremarlo directamente, sin posibilidad alguna de darles a estos seres amados un último adiós.

Es verdad que tenemos que cuidarnos y acatar todos los protocolos de bioseguridad, no obstante es debatible el hecho que de esta manera se están violando todos los derechos de las personas en lo que conciernen a la constatación o confirmación de tener la tranquilidad y desapego interior de que efectivamente sus familiares ya no están porque ellos mismos lo vieron.

Deberían de ser mucho más flexibles estas medidas porque tal y como se vienen llevando a cabo actualmente se están vulnerando todos los derechos a las familias que no solo les toca soportar el dolor de perder a sus seres queridos, sino que también tienen que afrontar el trago amargo y el sinsabor de no haber realizado los rituales tradicionales a sus seres queridos.

Otra frustración

Además de la pérdida de los seres amados, la ausencia de rituales de velación se suman otro tipo de penurias como por ejemplo el hecho de que ya son varias las familias colombianas que se han visto en la obligación de esperar por más de diez días que les entreguen las cenizas de sus familiares, para poder realizar los habituales rituales de despedida.

No obstante a todas estas tragedias anteriormente mencionadas se suma el desgarrador suceso que estos rituales con las cenizas de familiares solo se pueden llevar a cabo de manera virtual.

Teniendo en cuenta estos precedentes de ninguna manera el objetivo de este escrito hace estricta referencia a incentivar la no aceptación y acatamiento de las medidas sanitarias establecidas que contribuyen a preservar nuestra vida, claro que si se deben de realizar, sin embargo es más que pertinente que las autoridades correspondientes revisen el asunto y por lo menos se mitigue este impacto con un poco de flexibilidad en los protocolos.

Los familiares, por lo menos aquellos del primer grado de consanguinidad deberían de tener el derecho a ver sus familiares por última vez, así sea por cinco minutos, sin importar que se vean en la obligación de usar trajes especializados cumpliendo con todo el protocolo de bioseguridad.

Dicha iniciativa debe concebirse como una gestión que se debe de ejercer con prontitud no solo para darle un eficaz cumplimiento a los derechos humanos, sino que también para mitigar y prevenir catastróficas consecuencias sociales que trae consigo no llevar a cabo estas prácticas tan vitales, porque no se trata de un evento cualquiera, sino de un evento que marca nuestra existencia como lo es la pérdida de un ser querido.

Ahora bien, estas consecuencias en mención hacen referencia a diversas patologías médicas que se pueden desprender de estos episodios como lo son por ejemplo la depresión, la esquizofrenia y otros traumatismos que pueden sufrir a posteriori los familiares de personas fallecidas por Coronavirus tales como el suicido y el sentimiento de culpa.

Y aunque parece que estamos hablando de una tragedia humana en este tipo de situaciones, la gota que derrama el vaso es que muchas personas pasan por este tipo de trances con estos protocolos sanitarios sin tan siquiera tener certeza que sus familiares fallecieron a causa del COVID-19, como se ha reportado en varias denuncias realizadas en redes sociales.