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Cultura  |  13 septiembre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Robinson Castañeda

El Sonido del Silencio

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Un texto de Por: Lily Osorio Mejía. ntegrante Taller Café Y Letras.

Me encanta el silencio. Vivo en un sitio donde éste es el rey.

Me gusta la música y la disfruto pero con el volumen preciso y el género, dependiendo del estado de ánimo. Quizás por eso, no me he sentido contrariada en este tiempo de confinamiento. Pero, me embarga a veces, una gran preocupación por lo que pueda suceder.

El tiempo se me antoja corto. El día no rinde. En la mañana, hago mi rutina de ejercicio o salgo a caminar hasta Circasia, que disfruto mucho. Contemplo las montañas coronadas de blancas nubes o los floridos cayenos salmón, rojos o rosados, del separador de la vía. A la altura de la Y, en la primera entrada a Circasia, sobre el costado oriental, hay un frondoso carbonero que semeja un gran paraguas con motas rojas y cada vez que lo veo me parece más hermoso; me detengo un momento a contemplarlo para luego seguir mi camino. O los plateados yarumos que sobresalen en la lejanía. De regreso a casa, y si tengo suerte, diviso a lo lejos los nevados; entonces, me siento privilegiada al poder gozar de los regalos que la naturaleza me da.

Hacia el mediodía preparo el almuerzo y como no hay quien ayude en los oficios domésticos, solo a las tres o cuatro, termino de arreglar cocina. Es hora de revisar correos, pagar cuentas y escribir un poco. En la noche leo o escribo y se acabó el día. Como me gusta cocinar, he inventado recetas que disfruto, al ponerlas en práctica. La huerta y el jardín me toman buen tiempo del día y se convierten en una excelente terapia.

No soy muy amiga de los mensajes por WhatsApp y como llegan tantos, a veces toma demasiado tiempo leerlos, otras veces los borro sin abrirlos, dependiendo del remitente. Las redes sociales como Facebook también demandan atención y hay días, que no abro la aplicación para dejar el mundo y su acontecer, fuera de mí. De vez en cuando, es importante alejarse del exterior y disfrutar nuestro interior.

Esta cuarentena o confinamiento, me ha servido para retomar escritos y corregir otros. Para leer y /o releer libros que me impactaron o gustaron mucho. Para replantear decisiones tomadas y vislumbrar cosas que no se me habían ocurrido. También, he sentido una cercanía mayor con mi hijo, la familia y algunos amigos un tanto alejados. Creo que el temor al contagio y la muerte, hace que estemos más pendientes de nuestros seres queridos y por lo tanto se estrechen los lazos afectivos

Los sonidos del silencio, son aquellos que los árboles dejan escuchar y que el viento lleva y trae como intercomunicación mágica entre ellos. También, son los susurros apenas perceptibles, que la naturaleza me regala cada mañana al despertar. En las tardes, el sincronizado concierto de las aves anunciando el fin del día. En las noches, esas voces se traducen en el croar de las ranas, el canto de las cigarras, de algunas aves nocturnas y el aroma de los limoneros que penetra por mi ventana.

El sonido del silencio me deja sumergir en un mundo donde solo encuentro plenitud y felicidad. Mi espíritu vuela en medio de la naturaleza, las hortensias, los novios, los cartuchos y los filodendros.

Creo que lo único que extraño en este confinamiento son los encuentros con los amigos, ir al cine, o de paseo a cualquier pueblo cercano y el Taller de Escritores, que indudablemente, es un momento de disfrute en el conocimiento, la amistad y la escritura.

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