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Cultura  |  25 diciembre de 2017  |  01:44 AM |  Escrito por: Robinson Castañeda

La negra que nunca ha dejado de llorar

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La negra que nunca deja de llorar

Foto. Izquierda: José Arnoldo López. Centro: Mario Zapata. Derecha: Antonio Marín.

Por Robinson Castañeda.

En diciembre de 1965, cuando no estaba oficializada la payola en la radio y a los protagonistas de esta crónica les pagaban centavos por sus composiciones, se escuchaba sin parar en las emisoras de todo el país, especialmente del Eje Cafetero, uno de los más grandes clásicos de la música parrandera y decembrina en Colombia, que incluso hoy sigue vigente trascendiendo en el tiempo como todo lo que el arte hace inmortal. Les hablo de “La Negra Llorona”. Tema insignia de la tradición nuestra y que tiene su origen en Quimbaya gracias al grupo Los Tres Ídolos.

Cómo se formó el trío:

Todo comenzó en 1964. Primero hay que decir que Antonio Marín Granada, uno de los Tres Ídolos y dueño del nombre y su razón social gracias a su hermano quien le dio la idea, tenía una peluquería llamada “La Moda”, en la plaza central de Quimbaya. De arraigo campesino y padres analfabetas, empezó a tocar guitarra desde los cinco años de forma empírica, hasta lograr un buen nivel en sus melodías y composiciones, pero siempre, más como un pasatiempo que como una profesión. Un día cualquiera llegó a su local un cliente que se fijó en el anillo para tocar guitarra que aun hoy día lleva colgado en su llavero.

El hombre se le presentó. Se llamaba José Arnoldo López, también músico proveniente del campo y que para ese entonces vivía en la vereda “Las Brisas” de Quimbaya. La conexión fue a primera vista. Conversaron toda la tarde de música, autores, duetos, agrupaciones y sin más, terminando la jornada, Antonio le dijo a su papá que se iba con su amigo y la guitarra a cantar por ahí.

Con el paso de los días y los ensayos que se fueron tomando en serio, los dos nuevos compañeros musicales vieron la necesidad de incluir una tercera voz representativa y así podrían conformar un trío como los que tenían de referencia en su pasión artística. Apareció entonces por recomendación del mismo Antonio, Mario Zapata, quien para ese momento cantaba rancheras y tenía un amplio recorrido en la escena de esta parte del país. Con esta nueva incorporación, la cual gustó y compaginó en lo que se estaba gestando, se conformó entonces el grupo “Los Tres ídolos”, el 14 de agosto de 1964.

Un lugar común para ensayar:

No fue fácil mantener el ritmo en el mismo proyecto debido al tiempo de cada uno, pues todos tenían en la música nada más que la pasión y la disciplina de siempre reunirse a ensayar, pero otras actividades eran las que les daban el sustento económico para vivir. Aun no llegaba el momento de recibir regalías. No conocían de giras, presentaciones, multitudes ni mucho menos de días de fama y gloria. Antonio, como ya se dijo, era y fue por muchos años peluquero, José Arnoldo trabajaba en una cantina y Mario laboraba junto a su papá como Sastre.

Por el querer hacer música, unieron sus voluntades de jóvenes soñadores y crearon algo llamado la “Saspelucantina”. Combinación entre la sastrería, peluquería y cantina, y cuyo nombre fue un total invento de Mario. Entre todos pagaban el arriendo del local y fue por muchos años el sitio común donde había más tiempo para el trío.

Cómo nace La Negra Llorona:

El tema lo compuso José Arnoldo López, quien comenzó su carrera en la música tocando el tiple desde muy joven. Al ser zurdo no le fue difícil aprender, hasta que llegó a los tonos altos y se vio obligado a cambiar de mano, volviéndose diestro solo para el oficio musical. Durante su servicio militar, el cual prestó en el año 1954, conformó un dúo con su amigo Omar Castaño, grupo que siguió existiendo luego de la milicia por un tiempo más. Los dos muchachos tocaban en la vereda “Las Brisas” y sus alrededores a cambio de almuerzos o unos buenos momentos de parranda. En esas fiestas José Arnoldo era el centro de atención por su talento y buena interpretación de ritmos. Recuerda que en cierta ocasión una novia se puso muy celosa porque no quería verlo asediado por otras mujeres y menos tan metido en las rumbas. Él simplemente le pidió que lo dejara tranquilo. Al rato un amigo le dijo que la mujer lloraba fuera de la casa a lo que le respondió “Déjela llorar”, restándole importancia al asunto. Esta anécdota se quedó por mucho tiempo en su memoria hasta que con los años nació como una canción más de su repertorio.

La fama por accidente:

Siempre con la idea de grabar, “Los Tres Ídolos” ensayaron por cerca de un año dos boleros que querían fueran llevados a un disco de 78 o 45 revoluciones por minuto. Con la ayuda de un entrañable amigo llamado Obdulio Arias, lograron viajar a Medellín para conocer a un importante contacto en la industria. Obdulio los presentó y recomendó con el maestro y productor musical Luis Uribe Bueno, quien trabajaba como director artístico de Sonolux, una de las grandes casas disqueras de aquella época en Colombia.

Corría enero de 1965 y el maestro Uribe Bueno después de escucharlos, les explicó la metodología para ser producidos por la empresa. Dejaron dos canciones grabadas y un jurado les daría la definitiva de un si o un no en seis meses. Cuando la carta con la buena nueva llegó en junio a la “Saspelucantina”, la alegría de los tres jóvenes fue inmensa. No les importaba que tuvieran que correr con todos los gastos de estadía por no ser artistas de renombre. Habían logrado lo que tanto querían y era tener una cita para el 29 de agosto a las 6 de la tarde, donde grabarían dos boleros por los cuales les pagarían 300 pesos.

Dos meses después de la buena noticia que les daba una luz de esperanza, el 28 de agosto salieron en un viaje de 15 horas por carreteras polvorientas y destapadas desde Armenia hasta Medellín. A las 4 de la tarde del día siguiente ya estaban esperando su turno para entrar a grabar, calmando la ansiedad en compañía, lo que la hacía más llevadera. Antes de pasar a la extensa jornada de trabajo que los esperaba en el estudio, Antonio, quien se confiesa como el más hablador del trío, le dijo a don Luis Uribe algo que cambiaría para siempre sus vidas:

“Maestro, ¿usted por qué no nos graba otro dístico hombre? Para que justifique este viaje tan largo”.

Le comentó del repertorio tropical que tenían montado y que gustaba mucho donde se presentaban. Quizás para tener una razón de decirles que no, don Luis Uribe decidió saber de qué se trataban los temas y al escuchar el ritmo de “La Negra Llorona”, el amor a primera vista por esa canción surgió de inmediato.

Fue entonces como el barco musical cambió de rumbo y ya Los Tres ídolos no grabarían “Los Astros y Mujer de mis Ensueños”, aquellos dos boleros que tanto habían ensayado una y otra vez, quedándose inéditos hasta el día de hoy. Los muchachos con la nueva directriz vieron como se les desplomaba su proyecto artístico sin entender aun que era una conveniencia del destino. La explicación que les dio el maestro Uribe para esta decisión era sencilla y muy lógica.

Sí grababan las dos canciones iniciales, tendrían que competir para esa temporada de fin de año con el “Trío Martino”, que también era de música romántica y que pensaban sacar al mercado su canción “Noches de Boca Grande”. O de lo contrario deberían esperar hasta febrero o marzo del año siguiente y así evitar que se quemaran el uno al otro. En cambio sí grababan “La Negra Llorona” de inmediato, podrían sacarla para los temas tropicales de ese fin de año. Pues dicho y hecho. Así se hizo, con más resignación que confianza por parte de los músicos.

Del anonimato al reconocimiento en poco tiempo:

A pesar de que todo fue inesperado, el sueño ya estaba cumplido y era tener sus temas grabados, lo demás era lo de menos y a la suerte. El disco de muestra en 78 revoluciones les llegó cuatro meses después, en octubre del mismo año a la “Saspelucantina”, que siempre fue su centro de operaciones. Por el lado A estaba “La Negra Llorona” y por el B “Siempre Contento”, ambas composiciones de José Arnoldo. Entusiasmados se lo ofrecieron a Ramón Román, uno de los vendedores de música en el Quindío de aquella época, quien al escucharlo, de manera despectiva y frente a clientes presentes de su tienda les dijo que el tema no tenía ni ritmo ni futuro y que eso no se vendía fácil. Dos meses después, en diciembre, cuando la canción no paraba de sonar en la radio, fueron ellos quienes ya no le vendían a ese comerciante, no por orgullo sino porque era tal el éxito que solo podían ofrecerle unas cuantas copias, no más de diez, pues estaba escaso.

Para ese 24 de diciembre de 1965, seis meses después de haber grabado “La Negra Llorona”, el disco se había agotado por completo en muchas ciudades del país, ya que las fábricas cerraban en esas fechas especiales y solo quedaban para el comercio los que estaban en bodegas y almacenes. Aun así “Los Tres Ídolos” ocuparon el primer lugar en ventas a nivel nacional, muy por encima de otros artistas de reconocimiento.

El presente que dejó la fama:

Hoy, 52 años después, “La Negra Llorona” es más que esta simple historia de cosas imposibles forjadas desde los sueños y la constancia. Es una canción que a “Los Tres Ídolos” los lanzó al estrellato. A la inmortalidad del arte. A lo inesperado. Es casi un himno para los fines de año en varias partes de Colombia. Un tema que ha sobrevivido a generaciones y que lo seguirá haciendo.

Con ella llegaron las presentaciones multitudinarias en las que incluso a Antonio, José Arnoldo y Mario los tenían que sacar escoltados en muchas oportunidades, como les sucedió en Cali y otras plazas, debido a que todos querían conocerlos, tocarlos y pedirles autógrafos. Por fin llegaron las giras, la fama, el reconocimiento, las ganancias. Los tres amigos que iniciaron sus ensayos en la “Saspelucantina” ubicada la plaza de Quimbaya, en un departamento llamado Quindío que en aquel entonces apenas era un recién nacido, vieron los frutos de ese trabajo disciplinado.

En la actualidad Antonio, José Arnoldo y Mario aún son amigos. Y aunque ya no existe la “Saspelucantina” se ven con frecuencia. A veces en la casa de alguno de ellos o en la plaza de su amada Quimbaya. Por la llegada de los años que nada perdonan, no cantan como antes pero siguen enamorados de su arte. “Los Tres Ídolos” se separaron en 1973 por razones de trabajos fuera del oficio más no por diferencias creativas dentro del grupo. Antonio mantuvo el grupo por un tiempo más con otros integrantes, e incluso sacaron un álbum pero no fue igual. No con el mismo éxito.

En otras voces:

Por su parte “La negra Llorona” tiene más de diez versiones con diferentes artistas, entre los que se cuenta Jaime Llano Gonzales, El Cuarteto Imperial, Lito Barriento, Los Megatones de Lucho, Los Agregados del Diablo y Los Corraleros del Majagual entre otros.

Hoy y pese a todo lo que la vida cambia, lleva y trae, nada ni nadie les quitará a “Los Tres Ídolos” esa gran historia que supieron aprovechar, así haya nacido por accidente. Esa diversión y camaradería que vivieron en hoteles y ciudades de paso entre giras y fama, fue lo mejor que pudieron haber vivido estos hombres de origen campesino. Nos dejan como legado ese cuarto de hora de la fama que lleva medio siglo sonando sin parar en cada fin de año. Heredamos de ellos una negra que esperamos nunca deje de llorar.

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