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Columnistas  |  13 junio de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Guillermo Salazar Jiménez

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Guillermo Salazar Jiménez

Por Guillermo Salazar Jiménez

Nunca lo vivió en el estadio, ahora lo sentía en la calle, donde centenares de hinchas del América y Cali se abrazaban confundidos en el baile, las banderas y los canticos. Rusbel Caminante se sentó sobre la calle quinta, Loma de la Dignidad, Cali, a disfrutar del espectáculo. Después de los disparos provenientes de una moto y una camioneta blanca, escuchó nuevos gritos: ¿Hay heridos, hay heridos?

La fiesta regresó y Rusbel Caminante escuchó a una joven: “Esta situación política no es ajena al fútbol y nosotros como hinchas la vivimos”, entonces recordó a Leks Eror, quien afirmó que “uno de los rasgos definitorios del capitalismo es el paradigma del crecimiento infinito…En el fútbol, el equivalente del crecimiento perpetuo es la clasificación para la Champions League”

que los equipos grandes son conscientes de la estrecha relación entre modelo económico y futbolístico, entre barricadas e hinchas. Según el Fondo Monetario Internacional, Alemania era en 2020 la cuarta economía mundial, así como la Bundesliga era la cuarta liga de fútbol más valiosa, solo superada por las de Inglaterra, Italia, serie A, y España.

Rusbel Caminante leyó en El Economista de México que el Bayer Munich obtenía por encuentro 478 millones de euros en taquilla y 814 millones por televisión. Allianz, Audi y Adidas, sus patrocinadores principales, estaban entre las 50 empresas más valiosas del mundo. Creyó que este modelo acabó con el fútbol como espectáculo y minó la competencia leal, premisa fundamental del deporte. Los grandes equipos compran barato, valorizan los jugadores para venderlos por sumas astronómicas, multiplicando sus ganancias. El dinero le ganó el partido al fútbol y con la sexta estrella de la Champions, el Bayer demostró que la base del éxito deportivo se fundamenta en el crecimiento de sus ingresos al infinito, modelo económico contemporáneo, Eror Twitter: @Slandr.

Organizado el fútbol como inversión financiera, será el dinero la materia prima y no los jugadores, concluyó Rusbel Caminante que la UEFA, máximo organismo del fútbol europeo, perpetua tal modelo ya que al ganador de la última Europa League le entregó 10 millones de euros, mientras al campeón de la Champions 37 millones. Los grandes clubes ganan el premio mayor, mientras los pequeños se empobrecen tratando de lograr tal privilegio. Deben contentarse con competir en desigualdad de condiciones, sin el respaldo de estrellas que son jugadores de los grandes.

Rusbel Caminante estuvo de acuerdo con Joseph Vargas, portero panameño, quién afirmó que “cuando el dinero no es tu objetivo, el amor a la camiseta es infinito”. Las barras le recordaron aquel crak de la selección Brasil que brillo por el desparpajo para eludir contrarios al compás de los gritos admirados en las tribunas y los aplausos de los televidentes.

Ronaldinho no solo corría, hacía sufrir a los rivales y mientras el balón seguía pegado a sus botines, los dueños de los clubes donde jugó sonreían con calculadora en mano. Como advertencia para el futuro romántico del fútbol sentenció: “El fútbol no se juega ni por dinero ni por fama, se juega por diversión”.

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