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Deportes  |  07 agosto de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Medalla de Plata para Colombia, con sabor a Quindío

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Sandra Lorena Arenas, le dio la quinta medalla a Colombia en los Juegos Olímpicos de Tokio, al alcanzar la plata en los 20 kilómetros de marcha, con un tiempo de 1 h 29 min 12 s. Carrera que se llevó a cabo en Sapporo y que ganó la italiana Antonella Palmisano, mientras que el bronce fue para la china Hong Lui. 
 

En los primeros kilómetros de la competencia, Arenas y Sandra Galvis, las dos colombianas en carrera, se mantuvieron en el grupo, en el que también estaban las grandes favoritas.

En el km 8, Sandra Galvis se quedó, el ritmo impuesto por el grupo fue muy fuerte y empezaron algunas atletas a rezagarse. Arenas se mantuvo en ese lote que comandaban las chinas.
La italiana Antonella Palmisano y las chinas Jiayu Yang y Hong Liu; y la colombiana, eran las que mejores posiciones mantenían en el grupo, que cada vez se hacía más pequeño.

La italiana, en el kilómetro final, iba segura por el oro. La colombiana fue plata en una sensacional actuación. 
 

Sandra Lorena Arenas, nació el 17 de septiembre de 1993 en Pereira, al calor de un hogar campesino conformado por José Otoniel y María, creció en el campo junto con sus hermanos José, Julián Andrés y Diana Marcela.
 

Cuando tenía 5 años de edad, sus padres decidieron irse a vivir al departamento del Quindío. En una finca del municipio de Calarcá, con sus hermanos y sus padres, Sandra recogía café, barría el patio, lavaba las cocheras de los marranos y atendía partos de marranos.
 

Durante su infancia estudió en varias escuelas rurales. Cambió mucho de sedes educativas porque sus padres eran contratados en diferentes fincas y debía estudiar cerca de su casa. 
 

Sandra Lorena llegó a ser acólita, pues en su preparación para la confirmación, le ayudaba al padre Jhonatan Darío García en la parroquia en Calarcá.
 

Y fue allí en Calarcá justamente, donde programaron una carrera, y ella hizo parte del grupo de competidores en el que el padre la vio correr. A él le gustaba mucho el deporte, tanto que hasta estudió licenciatura en educación física.
 

Después de la prueba, “el padre” García habló con Sandra y le dijo que siguiera en el deporte, pero a ella a sus 14 años de edad la propuesta no le interesó. 
 

En el 2009 se fue a vivir a Medellín, entró a estudiar en el colegio Santa Teresa. Un día vio a una de las alumnas con el uniforme del Índer Medellín, se le acercó y le dijo que si la podía llevar a la pista de atletismo. Cuadraron el momento y, luego del aval de sus padres, José Otoniel y María, Sandra asistió a un entrenamiento.
 

Habló con el técnico, Libardo Hoyos, que le advirtió que, si quería asistir a los entrenamientos, debía hacerlo a diario, o si no que no volviera. En ese momento no sabía qué era la marcha y se dedicó a entrenar los 5.000 metros.

Tres meses después, antes de una práctica, Sandra imitó a Jhon Éider, uno de los marchistas, y este le comentó a Hoyos. El DT, puso a marchar al resto de los atletas y a Sandra le nombró como tutor a Juan Camilo Calderón, un muchacho que hasta le ayudaba con las tareas del colegio.

Terminó el bachillerato en el Instituto Ferrini, de Medellín. Salió del colegio Santa Teresa porque le ofrecieron la opción de entrenar y le pagaban el estudio. En el 2011, después de graduarse, Hoyos le dijo que debía estudiar algo más, una carrera profesional.
 

“Mire, Sandra, el deporte no dura toda la vida, por eso hay que prepararse”, le dijo el DT. Ella no lo pensó y se matriculó en licenciatura en educación física en el Politécnico Jaime Isaza. Hizo cinco semestres, pero se volverá a matricular para culminar su carrera, ahora que reside en Bogotá.
 

Colecciona las medallas que gana. Según cuenta, en su casa en Medellín tiene más de 100, entre ellas la que obtuvo en Calarcá, en esa primera carrera.

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