Por James Padilla Mottoa

Los colombianos somos tan descuidados e indolentes que a estas alturas nadie se ha tomado el trabajo de intentar un mínimo balance del pasado Gran Paro Nacional, suceso que llegó al punto de opacar, por momentos, la terrible pandemia del Covid 19.

¿Qué se logró con ese paro? Es la pregunta que nos asalta, pasados ya varios meses de la culminación, no oficial, del enorme estallido social que inició como consecuencia de algunos tópicos que pudieron conocerse del proyecto de reforma tributaria del minhacienda Alberto Carrasquilla.

Pero no solo fue ese proyecto oprobioso y abusivo del zar de las finanzas nacionales; también lo fue la pretendida reforma a la salud y otras tantas decisiones del régimen en contra de la ya famélica economía de la mayor parte de los colombianos.

Para empezar, hay que concluir que el paro fue una de las mejores oportunidades perdidas que hemos registrado en la historia nacional: el gran despertar del pueblo no encontró una cabeza visible, suficientemente capaz de cohesionar fuerzas y actitudes para conducir el movimiento en una sola línea, con demandas viables específicas para una auténtica mesa de concertaciones.

Los llamados organizadores del paro fueron unos oscuros personajes a quienes tamaña responsabilidad se les escapó de las manos, permitiendo la infiltración de elementos sospechosos que aparecieron para desvirtuar la naturaleza de ese movimiento a través de actos vandálicos que terminaron por debilitar el respaldo de las mayorías.

Una gran resistencia popular reclama una poderosa cabeza única, con total poder de decisión; un hombre con gran conocimiento del país y con absoluta identidad que le permita amplia gestión diplomática que pueda alcanzar respaldo internacional.

Muy poco de esto pudo verse y el resultado ha sido de lo más pobre que pueda apreciarse en relación con los enormes sacrificios de vidas humanas y aportes de todos: la reforma tributaria de Carrasquilla aparentemente se hundió y su autor se fue del cargo, asustado por el incendio momentáneo. Con ello creyeron muchos ingenuos que el objetivo principal se había resuelto; sin embargo, poco tiempo después, el tenebroso parlamento acaba de aprobarle al gobierno de Duque una reforma tributaria que pocos colombianos conocemos en su esencia; el terrorífico Carrasquilla con su risotada siniestra, ha reaparecido en la escena, llamado por su amigo subpresidente para el flamante cargo de codirector del Banco de la República y su afortunada esposa a la junta que maneja los dineros de las emergencias del país, especialmente ahora las millonadas para atender la pandemia.

Todo fallido y la economía del colombiano medio golpeada de tal manera que el alza de precios creada por bloqueos y otros actos de violencia, en casi todos los casos se ha mantenido para empobrecernos más y más. Y la triste historia tiene un continuará...

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