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Columnistas  |  15 octubre de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Roberto Estefan-Chehab

ARMENIA DE CUMPLEAÑOS

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Roberto Estefan-Chehab

Por Roberto Estefan Chehab

En este nuevo cumpleaños de nuestra querida ciudad elevemos una oración a Dios: lo primero es agradecer. Tenemos un ambiente hermoso, una cotidianidad cordial por la calidez de sus gentes, amables, sonrientes, bien dispuestas a pesar de muchas dificultades. Sin duda alguna vivir en la ciudad milagro es un privilegio para quienes aman la naturaleza, la sencillez. Hay calidad de vida. La ciudad transmite un aire de optimismo que no se ha dejado apabullar por las actuales circunstancias y cada día vemos un emprendimiento nuevo; nos encontramos con personas dispuestas a apostarle a diversos proyectos, corriendo el riesgo normal que representa una inversión en una ciudad pequeña acostumbrada a lo raizal, a lo típico, a lo hereditario.

Sin embargo, las nuevas generaciones, que han tenido oportunidades importantes en su proceso de educación y apertura al mundo diverso e infinito, están regresando a su terruño con el ánimo de prosperar y de la mano favorecer para que Armenia no se quede estancada en un pasado romántico, sin descuidar su valor ancestral, pues hay que darle mayor pertinencia en el concierto de las capitales del país con franca vocación de desarrollo.

Nuestra querida ciudad tiene futuro, al igual que el departamento del Quindío, y una de sus fortalezas es, además de su capital humano, la relativa facilidad con que se pueden estructurar y ejecutar interesantes planes de mejora que impliquen progreso y bienestar.

Las universidades se tienen que adecuar a la vocación de la región, por ejemplo. En poco tiempo la conectividad vía terrestre con el resto del país habrá mejorado tanto que el cuyabro promedio no se imagina el aumento migratorio que esto significará, en temas de turismo, comercio, salud, construcción de vivienda y en general, cualquier actividad tentadora para muchas gentes que tienen la esperanza de huir de las grandes metrópolis.

Ahí, lo que parece importante puede constituir una peligrosa debilidad: Cuando se escucha a los gobernantes anunciar con bombos y platillos la manera como trabajan para atraer la inversión foránea, se debería enfrentar una pregunta sencilla: ¿Cómo está la infraestructura de la ciudad, su mobiliario público, sus vías, su capacidad de cubrimiento en cuanto a servicios básicos de acueducto, alcantarillado, energía eléctrica? Es vox populi que en pasadas administraciones se dejó empeñada a la ciudad por muchos años, a través de sendos negocios, y que al bolsillo de algunos personajes van a parar y seguirá fluyendo parte de esos dineros ya comprometidos (como quisiéramos que eso no sea real y solo sean habladurías).

Armenia se ha ido quedando rezagada y no solo eso: Las buenas cosas que tenía se han ido deteriorando de tal manera que, para el citadino del común, es inevitable una sensación de desesperanza en el corazón. Si se analiza juiciosamente el crecimiento y desarrollo de Armenia en los últimos veinticinco años, no se encuentra mucho de que jactarse, pero sí de que lamentarse. Y si comparamos (así sea odioso) con las otras dos capitales del eje, es duro tener que aceptar la real desidia que nos ha invadido.

Empezando por el orden y la autoridad que se esfumaron: no hay disciplina ciudadana, ni educación social, ni respeto por las normas, ni seguridad. Claro, se entiende que las viejas mañas insisten en permanecer por encima del bien común y mas allá, ya se sienten los movimientos que pretenden perpetuar lo que ha ocasionado la debacle, así sea buscado adeptos a nivel nacional pues lo que les importa es sumar votos, aunque sean extraños y lejanos.

Hay que propender por apoyar a la gente que ame a la ciudad, no a sí mismos egoístamente, hay que ser responsables para elegir a personas diáfanas, honradas, inteligentes para el bien, comprometidas con el futuro. Tal vez así podamos ser más coherentes al decir: Feliz Cumpleaños amada Armenia. Cuidado con las próximas elecciones pues ahí esta la clave para darle nuevo aire a la esperanza.

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