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Cultura  |  21 noviembre de 2021  |  12:11 AM |  Escrito por: Administrador web

Panorama de la primera década

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Para conocer el trabajo de una organización dedicada a promulgar la literatura, como lo hace “café&letras renata”, basta mirar sus publicaciones para ver patente su laboriosidad y decisión de crear un camino a los aprendices de escritor, lector o debatiente de ideas. ¿Pero qué diríamos si lo que se pretende es conocer “por qué” se escogió esta tarea?

En este caso lo mejor es recurrir al pensamiento de quienes han llevado las banderas de esta organización como es la Asociación de Amigos de la Cultura “café&letras renata”, su director, Miguel Alfonso Rivera López, su señora doña Gloria Ismenia Suárez y el tallerista Enrique Álvaro González. Para ello, vamos a ser testigos de un conversatorio entre estos, quienes han compartido la magia de la palabra durante más de quince años.

La charla se desarrolla en una apacible sala; los tres amigos degustan un aromático café, tienen a mano sus apuntes, libros y gran parte de recuerdos que salen a flote con una pregunta de Enrique: “Miguel, pasados estos dos lustros de la existencia oficial de “café&letras renata”, y para retomar la metáfora con que usted ilustró su texto “Historia de “café&letras renata”, ¿Qué opina su espíritu del trabajo realizado hasta hoy?

Y el aludido, como si aceptara la mención de su figura literaria, respondió: Pues ya que usted lo menciona, estoy seguro de que gracias a ese espíritu generoso que descubrí en estas tierras, he logrado enormes satisfacciones, Enrique.

Por ejemplo, los momentos inolvidables vividos con niños entre cinco y diez años, que curiosos por las lecturas de las fábulas y cuentos de Rafael Pombo, por los ejercicios onomatopéyicos, e incluso por las adivinanzas, noté que nuestras charlas les trajeron cierta esperanza de vida manifestada en sus caritas risueñas.

“Ay sí”, interviene Gloria, cuyo semblante se ilumina antes de continuar: “con los niños se viven tantas cosas… el solo hecho de verlos juiciocitos, expectantes, esperando a ver a qué hora llegábamos a leerles cuentos y a compartir un refrigerio, me hacía sentir alegría inmensa saber que estábamos haciendo algo muy bueno”.

“Así es Glorita”, interviene Enrique, “en una situación social como la que afrontamos hoy, esa sonrisa infantil tiene un gran valor para cada uno de nosotros a nivel individual y como grupo literario por obvia razón, pero a ver, recordemos ¿qué siguió?”.

¡Claro!, responde Miguel estimulado por el recuerdo.

“Esa sonrisa en los niños, abrió para nosotros el camino hacia el segmento juvenil. Para entonces vivíamos en Circasia y nos dimos cuenta que podíamos hacer ese trabajo con las juventudes de esta población y nos encontramos con una experiencia de vida cuya magnitud solo la conocemos quienes la vivimos”.

“En Circasia”, complementa Gloria, “cuando se enteraron de nuestra labor, me propusieron trabajar en la biblioteca como asesora de lectura con los muchachos y lo hice con jóvenes entre los doce y los dieciséis años. Esa vez me sentí importante porque la respuesta de los muchachos fue muy buena”.

“Algunos de esos jóvenes con quienes trabajamos, durante cinco a siete años”, aclara Miguel, “tomaron rumbos equivocados, pero otros con quienes me he encontrado, me han convencido de que no aramos en el mar, porque gracias a la literatura descubrieron una vía diferente a la que su situación social les mostraba”.

Enrique, toma un momento la palabra, teniendo en cuenta que los esposos hablan de los primeros años, cuando todavía no formaba parte del grupo:

“Debieron ser momentos muy gratos para unos y para otros, Miguel. Ahora, de la misma forma que una sonrisa infantil lo llevó a trabajar con jóvenes, supongo que el siguiente paso debió ser con la población adulta ¿o me equivoco?”.

“No, no se equivoca, Enrique”. Responde seguro Miguel.

“Efectivamente. “café&letras renata”, había descubierto el sendero y en lo personal, mi espíritu, para seguir hablando de él, supo que en lo sucesivo, la magia de la palabra, sería compartida también, con personas de nuestra generación”.

“Los famosos “años dorados”, acota Enrique. Gloria, con una sonrisa que alegra el momento, dice: Sí señor, a los que llegamos nosotros y que en otras personas han representado caminos arduos y llenos de trances.

“Sí, hermano”, asiente el director de “café&letras renata”. “Encontrar personas adultas que han perdido el horizonte en centros del adulto mayor donde sus familias los olvidan y la vida se vuelve una rutina desesperante, representó desde el comienzo un reto. Lo afrontamos con lecturas de las cartillas en las que nuestra generación leyó sus primeras letras y el resultado, como con los más jóvenes, fue la revitalización de algunos adultos, entre quienes escuché en varias ocasiones la expresión: “He vuelto a vivir”.

En este momento, fue inevitable que el sentimiento aflorara en los conversadores, en especial en la dama quien dejó ver con su gesto que la añoranza era grata cuando comentó:

“¿Se acuerdan de don Juan Sanín?... Era un adulto mayor que escribía sobre temas muy profundos y llenos de filosofía, ¿lo recuerdan?”, y ante la aceptación de los dos caballeros, ella deja volar su palabra:

“Los dos conversábamos mucho, aunque era muy callado, pero a mí me tenía confianza. Hablaba con tanta sabiduría que algún día deberíamos leer los textos suyos y analizarlos en una sesión. Le aprendí mucho, por eso lo recuerdo con aprecio”.

“Ahí ya usted puede aportar algo, opinó Miguel, con humor. “Usted ya trabajaba con nosotros”, y Enrique manifestó: “Tiene razón, hermano. Esa conexión con hombres y mujeres de la tercera edad, con quienes compartimos nuestros pocos conocimientos, para ellos es algo importante que les aporta deseos de vivir”.

Reconforta en extremo porque eso busca nuestra labor.

“¡Claro, que sí!”. Reafirmaron convencidos y con alegría. El olor a café se sintió de nuevo. Una vez cumplido el rito aromático, delicioso y colombiano, los contertulios retomaron el tema con el recuerdo de un caso especial.

Glorita recuerda la historia de uno de los campeones mundiales de yo yo que ha tenido Colombia.

“Tuvimos la fortuna de compartir buenos momentos con él”.

Con el tiempo fuimos depositarios de algunos de sus secretos. Nos contó que en sus años jóvenes viajó gracias a su dominio del yo yo, al Japón, Inglaterra, Suecia y otros países, cuando una empresa de gaseosas patrocinaba ese juguete como gancho publicitario. ¿Sabe que nos conectó? “La magia”, Enrique.

La magia de la palabra”, y agrega, con cierto aire de preocupación: ¿Ustedes creen que con este trabajo de diez y más años, “café&letras renata”, ha cumplido?

“¡Sí!”, Responden en coro los dos señores y luego de una risa que hace más ameno el momento, quien responde es Miguel: Desde mi perspectiva, sí. Aunque hemos querido hacer más y en efecto lo hubiéramos hecho, pero todos conocemos las dificultades que tiene el trabajo cultural.

Lo que sí es seguro, es que hemos ganado una posición en el ámbito literario del departamento y nos hemos convertido en una herramienta útil para quienes desean conocer otras alternativas de vida contando historias”.

“Contando historias, Glorita y Miguel”, interpela y sigue Enrique, “que como sabemos quienes nos dedicamos a las letras, ha sido la mejor catarsis de la humanidad y ha desviado del mal camino a muchos mortales”.

“Es que contando historias”, apoya Miguel, “son muchos los que han recibido la labor social de “café&letras renata”, como aquellos relatores que se encuentran privados de la libertad. Diferentes edades, diferentes condiciones, orígenes y todos como en una comunión aceptada, llegan al altar de la palabra donde les llevamos momentos de escape, de vuelo a otros sitios y ellos responden agradecidos con un verso, un cuento o una anécdota simple pero liberadora del alma”.

“¿Y tú qué opinas de trabajos como el de “Historias Barriales” Enrique?”, interrumpe Gloria, a sabiendas de que si los deja, su amigo y su esposo, se harían eternos con el tema, y el aludido responde:

“¡Uf!, ese proyecto, como el de “Centros Literarios del Quindío”, lo mismo que el trabajo efectuado con jóvenes estudiantes de Quimbaya, Barcelona y La Tebaida, fueron una “sobre dosis” de calidad humana encontrada en sectores difíciles donde las oportunidades para el mal se dan silvestres, pero donde también emergen los jóvenes líderes que abren sus puertas en un teatro escondido, en una casa vieja, en un salón de clase o en cualquier sitio donde un oído esté dispuesto a aprender literatura o a disfrutarla.

“¡Qué bonito recuerdo ese de los muchachos estudiantes!, rememora Miguel, “Por ese año tuvimos proyectos en los municipios que usted nombró, pero también en Montenegro, Buenavista y en Versalles, Valle, ¿recuerdan? Si continuamos con la metáfora deque sea mi espíritu el narrador, nos mostraría desde su dron el serpenteante ascenso a Génova y nos diría que cuando muchos eluden visitarla por diferentes razones, nosotros llegamos optimistas y alegres a compartir unos versos, unos relatos y a leer los suyos, porque los adultos genoveses y algunos jóvenes emprendedores, nos compartieron su versión histórica del pueblo y con ello nos sentimos adoptados”.

“La carretera difícil”, continúa Enrique, “el frío, el viaje en moto, la lluvia, la madrugada y tantos otras vicisitudes, pero siempre dispuestos a hacer lo que nos gusta, compartir la magia de la palabra en los pueblos a donde nos lleve nuestra labor”.

“Mmm, bueno, sí”, arguye Gloria, quien de nuevo agiliza la charla, “pero hay algo que quiero destacar. Haber logrado reunir cuarenta adultos dispuestos a conocer algo nuevo y a escuchar una lectura en voz alta, es algo que trae orgullo, además de satisfacción, en especial cuando se comprende que muchos de esos asistentes agradecen también el saludo, la conversación o la compañía, que aunque breve, es sustanciosa”.

“De otro lado”, explica Miguel, lograr que una dama o un caballero de sesenta o más años retome el trompo, juegue una vuelta a Colombia con canicas o salte una golosa, es algo que le da oxígeno al espíritu. Incluso, y mejor, al curioso del dron, que a lo mejor reirá a carcajadas al ver a un sesentón intentando hacer bailar un trompo o a una cincuentañera, que pese a las recomendaciones médicas salta del uno al nueve una golosa.

Enrique, tocado en la fibra de los recuerdos pregunta “si de la misma forma que la niñez fue el comienzo que los llevó a los adultos, el trabajo en los barrios, en los centros de adulto mayor y demás, fueron otro comienzo que llevó a la asociación a difundir su obra en otras partes”, y aunque los esposos tratan de responder al tiempo, ella cede la respuesta a Miguel:

“Era lo más obvio, Enrique”. Dice este. “La diversidad de públicos es algo que se debe afrontar porque la palabra no tiene estratos. El compromiso de “café&letras renata”, nos llevó a leer cuentos y versos a las cárceles. Después de aceptar las medidas de seguridad propias del centro, ser requisado, dejar monedas y objetos metálicos, nada de dinero y otros requisitos y encontrar mujeres dispuestas, o a lo mejor urgidas de compartir una historia o a hombres rudos que se aventuran a recitar un verso, hacían olvidar las incomodidades y sentir la certeza de que estábamos actuando bien”.

“En resumidas cuentas”, sentencia la dama, “son muchas las anécdotas dignas de contar en estos años de tarea literaria. Nunca olvidaré, por ejemplo, el primer texto que me publicaron gracias a los consejos y la invitación del profesor Carlos Fernando, quien por saber que soy una lectora disciplinada, me asesoró para escribir. O las camisetas con el logotipo de la taza de café que usamos en un tiempo, o las veces que me preguntaron si Renata era mi nombre o era porque dábamos serenatas”.

O en mi caso, Glorita, manifiesta Enrique, “haber publicado mis escritos de tantos años, haber terminado mi primera novela corta y escribir cuatro más, son metas que me dan la libertad de enseñar a otros a vencer la barrera que representa la hoja en blanco”.

“Bueno”, dice Miguel con aire de quien tiene un as bajo la manga. “Imposible no mencionar el orgullo de haber compartido tertulias con personas del calibre literario de William Ospina, Mario Mendoza, Naum Mont, Tomás González, Jotamario Arbeláez, Fernando Quiroz, Alberto Salcedo, Omar García, Daniel Guarín, Gustavo Colorado y otros que reflejan el nivel cultural de “café&letras renata”.

Gloria, relata la ocasión en que un niño de escasos siete años, al participar en un concurso de cuento infantil, en el cual ella era jurado, entregó un relato de David McKee titulado “Ahora no, Bernardo” y lo presentó como suyo, quedando entre los finalistas. La más grande enseñanza en esta ocasión, consistió en lograr que el niño entendiera desde el concepto de justicia, que no era merecedor de la distinción. Finalmente la magia de la palabra logró armonía.

“Yo destaco algo importante, Enrique”, asegura Miguel, “es que en el grupo hay diferentes estilos de escritura. Personas que escriben muy filosófico, muy profundo, poético, como don William, o usted, otros como don Gilberto, don Álvaro, son más regionales, don Ángelmiro y don Uriel son más realistas, Luis Carlos es histórico, “Tito”, Flavio y Carlos Alberto son más académicos; los sociólogos con su mirada crítica y original o las damas cuando Gloria, Ofelia, Myriam o Yolanda escriben desde su perspectiva femenina, son estilos distintos, pero en todos está presente el deseo de compartir y alcanzar niveles superiores de conocimiento a través de la literatura”.

Gloria concluye: “Lo grandioso de ser integrante de “café&letras renata”, es que mis hijos se sienten orgullosos de saber que su madre es escritora, y lo sé porque los he visto presentarme como tal y eso se lo debo a mi labor con las letras que ha sido de enseñanza y aprendizaje”.

La tarde se ha llevado los rayos que entraban por la ventana, lo que da a entender a los contertulios que el cansancio obliga a terminar pronto, pero como la idea es hablar con el espíritu, cada uno recurre a sus últimos recuerdos para despedir la conversación : El conversatorio sobre “Los Beatles”, la consolidación del grupo bajo el techo de la Biblioteca Municipal de Armenia, el apoyo de entidades como el Ministerio de Cultura, Secretaría de Cultura Departamental, Corporación de Cultura y Turismo de Armenia, Alcaldías y otros que se quedan en el tintero. Hasta la próxima…

“café&letras renata”

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