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Columnistas  |  17 mayo de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Johan Andrés Rodríguez Lugo

Testigo del amor

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Johan Andrés Rodríguez Lugo

Por Johan Andrés Rodríguez Lugo

La adultez, al parecer, llega cuando empezamos a tomar decisiones diferentes, a frecuentar otros espacios, a mantener pendientes de lo que antes nos parecía lejano. Hace una semana se casó uno de mis grandes amigos y creo que esta es una puerta de entrada a esto de ser adultos. Angie Escobar y Sebastián Ramos me escogieron para ser uno de los testigos de su matrimonio y lo que viene a continuación son las palabras que escribí y que pronuncié durante la celebración de este amor. Para ellos una gran admiración y un deseo de felicidad hasta que la muerte los separe.

***

Hoy me tocó ser testigo del amor, Angie y Sebastián coincidieron por alguna extraña razón en que yo debía ser el testigo de esta unión ante los ojos de sus amigos, amigas, familiares, calarqueños y, por supuesto, de Dios. Yo, que desde hace años me pregunto y me cuestiono qué esto del amor. Yo, que aún no concibo el matrimonio. Yo, que estoy aquí, intentando estas palabras ante ustedes y que no sé si las respuestas aparecerán o nos seguiremos preguntando qué es eso del amor.

Aún me pregunto en qué estaban pensando el día en que decidieron casarse, aunque bueno, quienes estamos aquí hemos conocido el amor que hoy dijo Sí. Muchos, estoy seguro, hemos acompañado al novio o a la novia cuando las cosas estaban súper bien y claro, cuando las cosas no se pusieron tan bien: cuando se recuperaron, cuando se ausentaron, cuando se enamoraron, cuando cojearon, cuando simplemente se comportaron como los amantes que a pesar de las adversidades siguen, luchan, caminan y se confirman y confirman que quieren estar juntos a pesar de todo y ahora para siempre.

Hay una anécdota que me parece bellísima para iniciar estas palabras de amor:

Para nadie es un secreto que la amante de Sebastián es la política, eso lo tenemos muy claro, resulta que en todos los preparativos de este vicio que tenemos quienes queremos cambiar un poco el pedazo de tierra que nos tocó, senté a los novios un día y les dije: Bueno, la campaña va a iniciar, necesito que ambos hablen y se digan las verdades, necesito que se miren a los ojos y entiendan todo lo que está por venir. El camino que inicia no será fácil, vamos a pasar por días de mucho estrés, habrá ausencias. Querida Angie, Sebastián no podrá contestarte constantemente, a veces no llegaremos de noche, madrugaremos mucho y no quiero que la relación de ustedes se dañe. Los necesito firmes y serenos, nada de peleas, ni de cosas, por favor. Hablen, organicen y tengan presente que esto es también el futuro de ustedes.

Los novios, claro, muy juiciosos no pelearon, ni discutieron, ni se dañó la relación durante la campaña. Al contrario, se embarazaron…

Recuerdo aquella mañana, era quizás martes o miércoles, yo estaba terminando de arreglarme cuando el teléfono sonó, era Sebastián, ya llevábamos unas cuantas semanas de trabajo y le contesté para decirle que estaba de salida porque supuse que para eso me llamaba. Al contestar lo escucho con voz entrecortada, le digo:

  • Entonces mor, ¿Qué pasó?
  • Parce, Angie está en embarazo.
  • Pero mijo, ustedes querían ¿cierto?
  • Claro marica, hace rato estábamos buscando.
  • Pues parce, nada, felicitaciones, esto será una bendición para ustedes. Qué hermoso, qué bello este momento, la vida siempre será un regalo.

Y ya ven, la bendición fue tan hermosa, tan grande y tan bella que ahora camina por ahí con sus pucheros y a veces no los deja dormir.

El amor, entonces, no es algo que se piense o se premedite. Podemos ver y comprobar que es algo que se siente y se construye. Todos los años de esta relación que ha estado rodeada de compañía, risas, viajes, fiestas, encuentros, política, política, política y que ha resistido y se ha mantenido, desde la Universidad en donde los conocí, en las luchas por nuestro bloque, en las marchas, en las fiestas de Administración y de la Facultad, en los partidos de Colombia y los sancochos, hasta hoy, aquí, intentando ser adultos, diciendo que somos adultos, tomando decisiones de adultos.

Hoy dijeron que sí, hoy oficialmente aceptaron e hicieron tangible esto que llamamos amor: la compañía, la preocupación por el otro, las ganas de hacer cosas para que el otro esté bien. La necesidad constante de saber si quien nos acompaña está cómodo, se siente bien, está conforme, la lucha constante contra nuestros miedos, inseguridades, ausencias, falta de cosas y que sin embargo son las formadoras de una relación. Porque lo sabemos, claro, las relaciones amorosas no son cuentos de hadas. No son fantasías. No son cosas que están ahí de colores bellos. Las relaciones se construyen, se trabajan y se hacen realidad, como lo de hoy.

Defino entonces que el amor, como dicen los memes, es una serie de canciones que abarcan desde Pink Floyd hasta el Binomio de Oro. La música, creo, es el arte que más ha retratado el amor, que lo ha intentado mostrar, criticar, cuestionar, reflejar y debatir. Por ello, termino con las palabras de uno de los grandes: Joaquín Sabina, y aquella canción que en su letra retrata mi deseo para los novios:

 

Que el maquillaje no apague la risa

Que el equipaje no lastre las alas

Que el calendario no venga con prisas

Que el diccionario detenga las balas.

Que las persianas corrijan la aurora

Que gane el quiero, la guerra del puedo

Que el fin del mundo les pille bailando

Que el corazón no se pase de moda.

Que los otoños les doren la piel.

Que todas las noches sean noches de boda

Que todas las lunas sean lunas de miel.

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