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Región  |  26 junio de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Segunda vuelta en la región administrativa y de planificación del Eje Cafetero, Rapec, 2022

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Por Oscar Arango Gaviria

Profesor Universidad Tecnológica de Pereira

 

Los resultados de la primera vuelta presidencial habían generado una ruptura en la historia política electoral del país y de la región. En esta ocasión, aunque Gustavo Petro no ganó en ninguno de los cuatro departamentos, la votación obtenida fue muy superior a la de mayo y confirma la decisión ciudadana de respaldar una transformación sin antecedentes en el gobierno nacional.

Este cambio de rumbo político estuvo precedido de los impactos derivados de la pandemia, las movilizaciones ciudadanas de 2020 y 2021, lo mismo que de una notable inconformidad social con el gobierno del presidente Iván Duque.

LOS CANDIDATOS Y SUS APOYOS

Rodolfo Hernández, un candidato poco visible en los medios, pero muy activo en las redes, había obtenido en la primera vuelta 6 millones de votos (28%). Sus promesas populistas se instalaron rápidamente en un sector del electorado dispuesto a seguir un camino fácil donde el nuevo mesías resolvería todo. La esencia de su propuesta se centró en “hacer lo que haya que hacer contra la corrupción”, un mensaje que consiguió gran impacto político pues se asoció a la mejor manera de luchar contra la pobreza.

Dado que había ofrecido no negociar con políticos, su campaña tuvo el acompañamiento a escondidas del Centro Democrático y del Partido Conservador (quienes no hicieron pronunciamiento oficial) y de sectores mayoritarios de los Partidos de la U (aunque este partido dejó en libertad) Liberal y Cambio Radical. A ellos se sumaron los Char, los Gnecco y seguramente los 45 clanes políticos del país. Además, recibió la adhesión oficial del Nuevo Liberalismo, de Verde Oxígeno, de Colombia Justa Libres y del precandidato Carlos Amaya y del senador Iván Name de Alianza Verde. Su eficaz estrategia política consistió en mantener la ficción de que “yo les recibo los votos, pero no les cambio el discurso”.

Debe recordarse que, 20 años atrás en el país se eligió a Álvaro Uribe, un candidato que se presentó como independiente de los partidos, y ofreció, a nombre de Primero Colombia, acabar con la inseguridad, la corrupción y la pobreza; su campaña logró atraer a la ciudadanía con su lenguaje coloquial y consiguió vender la necesidad de un caudillo autoritario, pero trabajador y honrado. Uribe inició su mandato decretado la conmoción interior, igual que propuso Hernández. Aún así, debe admitirse que una parte del respaldo a Hernández provino de un genuino rechazo a la corrupción. Por su parte, la campaña de Gustavo Petro, había sumado 8.5 millones de votos (40%) en la primera vuelta y se realizó a nombre del Pacto Histórico -PH, una convergencia de la cual hacen parte agrupaciones políticas de izquierda como el PDA, el Partido de los Comunes y la UP, de centro izquierda como la Colombia Humana, de Alianza Verde, de la ASI, 9 de los 16 representantes de las circunscripciones especiales de paz; liberales con Petro, y algunos dirigentes del Partido Conservador, del Partido de la U y de Cambio Radical, lo mismo que del MAIS . Fueron muy importantes los apoyos de las comunidades étnicas y de las organizaciones de la sociedad civil (sindicatos, organizaciones indígenas, entre otras).

Anunciaron su voto en blanco Sergio Fajardo y Jorge Robledo, pero desde la Coalición de la Esperanza se había dejado en libertad para escoger candidato.

En Caldas la campaña de Gustavo Petro obtuvo el respaldo del senador electo Guido Echeverri, el exsenador Mauricio Lizcano y los representantes Santiago Osorio, de la Coalición Pacto Histórico y Partido Verde, Juan Sebastián Gómez, de la Coalición Juntos por Caldas y Wilder Escobar del grupo Gente en Movimiento. Igualmente, y el apoyo de Norman David elegido por la Circunscripción Especial Indígena a nombre del Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS) y quien reside en Riosucio. También acompañaron al Pacto Histórico algunos diputados y concejales.

En el Quindío el actual representante liberal Luciano Grisales hizo pública su adhesión a la campaña de Petro. Lo propio hicieron el diputado Luis Carlos Serna de la Colombia Humana y cuatro concejales.

En Risaralda, Gustavo Petro consiguió, entre otros, el respaldo público de la representante a la Cámara electa por el grupo Alternativos Carolina Giraldo, de Paola Nieto la presidenta de la Asamblea, de 9 concejales y de varios exalcaldes que se integraron al grupo de Liberales con Petro.

En el Tolima se contabilizaron apoyos de 63 concejales, 8 diputados, 2 representantes electos a la Cámara (Martha Alfonso del Pacto Histórico y Olga González del Partido Liberal) y un representante saliente (Ángel Gaitán).

A nivel nacional, dos semanas antes de la elección se sumaron, entre otros, Antanas Mockus, Antonio Navarro, Alejandro Gaviria, Luis Gilberto Murillo, Juan Fernando Cristo, Guillermo Rivera, Angélica Lozano, Iván Marulanda, Rudolf Hommes, y Mabel Lara.

De esta forma, Gustavo Petro y Francia Márquez contaron con agrupaciones políticas de izquierda, de centro-izquierda, social demócratas, lo mismo que organizaciones de víctimas, sindicales, campesinas, ambientalistas, de mujeres y étnicas.

RESULTADOS

Un hecho preelectoral destacado sucedió dos semanas antes de la segunda vuelta: la Corte Suprema de Justicia ordenó la detención del senador liberal Mario Castaño, un dirigente que había obtenido 63 mil votos con una notable presencia en los departamentos de la RAPEC.

Como en el país, en la RAPEC se preveía que la elección sería cerrada y que la votación en la segunda vuelta crecería de manera importante, como en efecto sucedió. Aunque se esperaba que el voto en blanco en la RAPEC sería mayor, en esta segunda vuelta solo el 3% se decidió por esta opción política.

En estos cuatro departamentos se estimaba que la mayoría de la votación del excandidato Federico Gutiérrez terminaría apoyando a Rodolfo Hernández. En la segunda vuelta Hernández pasó a un poco más de un millón de votos. El nuevo apoyo (431 mil votos) coincide en buena medida con los sufragios que había obtenido Federico Gutiérrez en la primera vuelta (477 mil). En este caso, el voto anti Petro cumplió su propósito, a lo cual contribuyó, sin duda, el que asistimos a una campaña sin debates entre los dos candidatos, decisión que fue interpretada como una burla a la democracia que le impidió a la ciudadanía hacerse a una idea completa de las ofertas programáticas de los dos candidatos.

Por su parte, Gustavo Petro logró sumar 197 mil votos nuevos entre las dos vueltas (47 mil en Caldas, 30 mil en Quindío y 60 mil en Risaralda y Tolima respectivamente) tal y como se indica en la siguiente tabla.

La desagregación municipal de los datos deja algunas pistas de interés para una mejor interpretación de los resultados.

En las cuatro ciudades capitales de la RAPEC hubo un crecimiento porcentual promedio del 11% como se muestra en la tabla siguiente.

En las cuatro ciudades capitales triunfó Hernández, cuando en mayo Petro había conseguido ser mayoría en todas ellas. Aunque debe observarse que se trató de un resultado que dividió por tres (Petro, Hernández, Gutiérrez) las preferencias electorales.

En 91 de los 100 municipios de la RAPEC ganó Hernández[1] en la segunda vuelta. En 18 de los 27 municipios de Caldas lo hizo con más del 65%. En 5 de los 12 municipios del Quindío consiguió una votación favorable entre el 60 y el 65%. En el Tolima en 26 municipios triunfó con más del 65%. Gustavo Petro no ganó en ningún municipio de Caldas ni de Quindío.

En Risaralda la candidatura de Gustavo Petro se impuso en 5 de los 14 municipios: Dosquebradas, La Virginia, Mistrató, Pueblo Rico (con más del 70%) y Quinchía. En el departamento del Tolima ganó en 4 de los 47 municipios: Armero, Coyaima, Líbano y Natagaima.

Esto confirma que a nivel local y departamental el nuevo gobierno tendrá escenarios complejos que deberán ser atendidos, en gran medida, con una integral implementación del programa de gobierno.

De esta manera, gran parte de los seguidores de Fico Gutiérrez en la RAPEC se inclinaron por Rodolfo Hernández; parte de quienes apoyaron a Sergio Fajardo no acataron la decisión de votar en blanco y respaldaron a Gustavo Petro. Por lo demás, según lo ha indicado la Registraduría, el nuevo segmento de población que se acercó a las urnas estuvo conformado, esencialmente, por jóvenes inconformes con el gobierno nacional.

Esta segunda vuelta en la RAPEC confirmó lo que ya se había expresado en las elecciones de congreso y en la primera vuelta presidencial: ahora tenemos electorados más programáticos desde la izquierda, el centro y desde la derecha. En tres jornadas consecutivas el electorado admitió que el país va mal y que requiere un cambio. Esta es una importante noticia: la democracia colombiana se ha fortalecido. Acaba de producirse un mensaje esperanzador que puede contribuir a contrarrestar el miedo al necesario cambio político.

NUEVOS ESCENARIOS: DE LAS URNAS AL NUEVO PLAN NACIONAL DE DESARROLLO

Los resultados generales de la campaña confirmaron que, por primera vez el poder político en Colombia deja de estar en manos del establecimiento político tradicional y pasa a manos de una convergencia de sectores de izquierda y progresistas encabezados por el Pacto Histórico.

Una de las novedades en esta segunda vuelta consistió en que ambas campañas incluyeron en su programa la decisión de cumplir integralmente el acuerdo de paz firmado con las FARC; abrir diálogos con el ELN[2]; desmontar el Esmad; restablecer relaciones diplomáticas con Venezuela; luchar contra la corrupción; apoyar la legalización del consumo recreativo de la marihuana; proteger los derechos de las minorías sexuales y expresar su acuerdo con la sentencia de la Corte Constitucional sobre el aborto.

El reconocimiento de estas coincidencias debe servir para avanzar en acuerdos de unidad nacional durante el nuevo gobierno, pues si bien el tema del conflicto armado no figuró entre las principales preocupaciones de la ciudadanía en esta campaña, ello no significa que la violencia haya desaparecido y que no continúe causando víctimas.

Por ejemplo, Indepaz informó que, durante el gobierno de Iván Duque, entre el 7 de agosto de 2018 y el 4 de junio de 2022 fueron asesinados 930 lideresas, líderes y defensores de derechos humanos; 245 firmantes del acuerdo de paz. Se produjeron 261 masacres con 1.144 víctimas. Además, se tuvo un promedio anual de 100 mil víctimas. En lo corrido de 2022 se reconocen casi 100 mil personas desplazadas y no menos de 40 mil personas en situación de confinamiento.

En estas condiciones, se reconoce que, al menos, son tres los retos políticos inmediatos que deberá asumir el nuevo gobierno: la implementación integral del Acuerdo de Paz (con énfasis en la reforma política, la restitución de tierras, la reforma rural y la reparación a las víctimas); la agenda derivada de la protesta ciudadana durante 2020 y 2021, y atención a la profunda crisis social producto de la pandemia. Todo sin dejar de atender el creciente proceso de paramilitarización del país y la necesidad de restablecer los diálogos de paz con el ELN.

Por lo demás, atendiendo la importante participación nacional que tuvieron en esta elección los jóvenes, parte de las responsabilidades del nuevo gobierno debe consistir en atender sus demandas.

En cuanto a las relaciones con el Congreso, debe notarse que en sus reacciones iniciales prácticamente todas las fuerzas y organizaciones políticas, lo mismo que la comunidad internacional, hicieron público reconocimiento del triunfo de Gustavo Petro y este es un importante mensaje de legitimación de lo sucedido. Atrás quedó el relato de un fraude electoral o de un posible golpe de Estado.

Pero, ¿habrá espacio político para un acuerdo nacional? El nuevo gobierno seguramente deberá enfrentar la oposición oficial de los partidos (en particular del Centro Democrático) que acaban de perder la elección presidencial pero que, en principio, tendrían mayorías en el Congreso. Sin embargo, por las declaraciones en estos primeros días postelectorales, es probable que algunos de ellos se declaren en independencia (Partido Liberal, de la U y Cambio Radical). En todo caso, las posibles alianzas y coaliciones para el trámite y la gestión de la agenda legislativa que se presente el 20 de julio deberán contar con gran apoyo ciudadano. A este desafío debe sumarse la complejidad que implicará la priorización de los proyectos a ser presentados para atender las líneas básicas del Plan Nacional de Desarrollo PND.

Así mismo, el gobierno deberá ser capaz de enfrentar una férrea oposición que seguramente se expresará no sólo en el Congreso, sino también entre los grandes propietarios de tierras, en parte de los dueños del capital financiero e industrial y en medios de comunicación. Es de prever que a ellos se sumen sectores de las fuerzas armadas[3] y actores ilegales.

Además, conviene recordar la reflexión de Antanas Mockus en El Tiempo (18/06/22): Votar por un candidato no significa seguimiento incondicional, la democracia va más allá del voto, implica escucharnos y vernos con la intención de comprender y transformar. No es ‘… voté por usted, yo veré…’ sino ‘veremos entre tod@s y tendremos, lo que construyamos entre tod@s’. Esta invitación de Mockus está en sintonía con la necesidad de construir colectivamente un acuerdo nacional.

La transformación por la cual votó la ciudadanía implica, en todo caso, que se trata de asumir desafíos que trascienden un período de gobierno. De allí la necesidad de tejer y fortalecer acuerdos políticos que efectivamente se centren en las líneas programáticas de la transición democrática que acaban de transformarse en mandato popular.

En el caso particular de la RAPEC es importante iniciar, cuanto antes, un proceso orientado a realizar los ajustes necesarios y a gestionar ante el nuevo gobierno la cofinanciación del Plan Estratégico Regional ajustado para el período 2022-2025 de tal manera que se consiga una concertación con los nuevos lineamientos del gobierno nacional.

En su primer discurso como presidente electo, de cara al Pacto por la Vida, Gustavo

Petro convocó a la pronta realización de diálogos regionales con las organizaciones

sociales, las víctimas, los grupos étnicos, los gremios y la academia. Diálogos desde los cuales se generen proposiciones específicas para el nuevo PND.

Bajo la coordinación del equipo directivo de la RAPEC y con el acompañamiento de la academia, a esta tarea deben aplicarse las organizaciones sociales y empresariales, así como los gobiernos territoriales. Llegó el momento de ajustar y articular el Plan Estratégico Regional de la RAPEC con el programa de gobierno que acaba de ser aprobado en las urnas.

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[1] Ver anexo

[2] Por ahora esta organización aseguró en un comunicado conocido el 20 de junio que está en disposición de negociar con el nuevo gobierno.

[3] Como lo advierte León Valencia, uno de los mayores desafíos del nuevo presidente será, sin duda, el establecimiento de relaciones armoniosas con las fuerzas armadas, dadas las no pocas provocaciones que ya empiezan a aparecer

TOMADO DE REVISTA SUR

https://www.sur.org.co/segunda-vuelta-en-la-region-administrativa-y-de-planificacion-del-eje-cafetero-rapec-2022/

 

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