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Colombia  |  26 junio de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Una oportunidad de cambio en lo internacional

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Por Socorro Ramírez

El cambio de gobierno abre oportunidades para construir y desarrollar transformaciones urgentes y cruciales. Una de ellas versa sobre la política internacional de Colombia pues la ejecutada por el gobierno que termina, estuvo llena de desaciertos con graves efectos para el país en distintos terrenos y para distintos sectores sociales, en especial para las personas más vulnerables.

El Pacto Histórico (PH) señaló en su programa que aspira a hacer de Colombia una potencia mundial de la vida, lo que implica un enfoque humanista, feminista y participativo, que -según el presidente Petro- permita reposicionar al país a partir de valores como la promoción y protección de los derechos humanos y la democracia, el respeto por la soberanía y la autonomía de los pueblos, la coexistencia pacífica, la buena vecindad, el multilateralismo, la cooperación Sur-Sur, el respeto del derecho internacional y de unas relaciones globales que fomenten la lucha por la vida, la paz, la defensa de la biodiversidad y el combate al cambio climático. Petro se ha comprometido, además, en construir un gran acuerdo nacional que supere la polarización y permita que la nación se articule con estas metas de la política exterior e interna en procura de lograr así el pleno cumplimiento del Acuerdo de Paz con las Farc, el respeto de los derechos humanos, civiles, sociales, políticos, económicos, culturales y ambientales; y a que su promoción ocupe un lugar muy destacado en las relaciones internacionales que impulse el nuevo gobierno. Veamos tres ejes centrales de esa política y sus implicaciones.

Prioridad en las relaciones con la región y los vecinos

El PH dijo priorizar las relaciones con América Latina y el Caribe. Reconstruir las relaciones con la región y con los vecinos no es un asunto ideológico. Requiere medidas concretas de los gobiernos centrales y participación de autoridades y poblaciones fronterizas, gremios económicos y cámaras de comercio; por esa vía, el proceso fortalece los nexos positivos entre los países implicados.

Esto requiere reconstruir procesos de diálogo que permitan un mayor y mejor conocimiento de las dinámicas subregionales, resolver diferendos territoriales, concertar y cooperar con diferentes naciones para poder hacerle frente a asuntos cruciales de interés compartido. Dentro de esos asuntos, el PH ha listado los de seguridad, construcción y mantenimiento de la paz, cambio climático y transición energética, soluciones al desafío migratorio, mejoramiento de la productividad y el comercio. No se reduce entonces sólo a profundizar lazos diplomáticos con gobiernos afines sino a reconocer y fortalecer diversos nexos, incluidos los culturales, fomentar la convivencia armónica y cooperativa para hacer de las fronteras terrestres y marítimas espacios de prosperidad, y para avanzar en el desarrollo de capacidades y acciones conjuntas en torno a agendas de la integración regional. Además, se comprometió a ayudar a que la región se una tanto para construir las bases de una transición energética como para negociarla con Estados Unidos.

Gustavo Petro informó el 22 de junio en su cuenta de Twitter que, como presidente electo, se había comunicado con el gobierno venezolano para “abrir las fronteras”. Desde 2015, Nicolás Maduro ordenó una y otra vez “cerrar fronteras” y bloquear puentes internacionales; a su vez, con motivo de la pandemia Iván Duque repitió la orden de “cerrar fronteras”. Esa decisión de los gobiernos centrales se ha traducido en la práctica en el cierre de los siete puestos fronterizos formales destinados al paso regulado de la población y del comercio, que hasta ahora han tenido que circular por trochas y vías informales a lo largo de los 2.219 km de la línea limítrofe, con la grave consecuencia que, ante la ausencia de los Estados, la criminalidad controla esos pasos informales, impone extorsiones y comete todo tipo de abusos. La urgente decisión de reabrir todos los puestos fronterizos formales, implica coordinación binacional y medidas efectivas de ambos lados. Por ejemplo, Venezuela debe reconstruir las estructuras de puentes internacionales deteriorados con los bloqueos oficiales. Colombia, a su vez, necesita entender y atender las distintas modalidades del éxodo poblacional que proviene de Venezuela: personas que solicitan refugio o asilo, que migran buscando opciones de vida, que transitan hacia otro país, quienes retornan con familias binacionales, o que hacen parte de comunidades indígenas transfronterizas. Estas medidas deberían estar acompañadas de la reapertura de un sistema consular que ayude a los migrantes a conseguir sus documentos de identificación para regularizar su situación, al restablecimiento tanto de representaciones diplomáticas y de todos los mecanismos requeridos para procesar las problemáticas en esa larga y diversa frontera, a fortalecer la intensa vecindad, así como las relaciones económicas y el comercio binacional, que en el pasado fueron mutuamente ventajosos.

 

Asimismo, Petro señaló la necesidad de restaurar la relación con Cuba, país que ha sido crucial en la búsqueda de la paz en Colombia. Se comprometió también a fomentar el diálogo con Nicaragua para favorecer la búsqueda de solución definitiva a la disputa limítrofe, y más allá de respetar los fallos de la Corte Internacional de Justicia, construir canales diplomáticos directos para tramitar posibles desacuerdos. Resulta crucial que en toda esa dinámica no sólo se escuche a las comunidades raizales y demás habitantes del archipiélago, sino que con ellos se fomente la acción conjunta entre las islas y la costa del istmo centroamericano, frente a prioridades culturales, sociales, ambientales de esa macroregión del Caribe afro-anglo-caribeño.

Igualmente, asumió el compromiso de tratar de comprender y compartir las lecciones que deja la crisis de los mecanismos caribeños y latinoamericanos de diálogo, concertación e integración a partir del reconocimiento de la pluralidad política y cultural que se expresa en la región, articular iniciativas que estimulen dinámicas positivas de intercambio político, económico, cultural, de infraestructura, académico e investigativo, que permitan avanzar en la superación de la pobreza, la desigualdad, el extractivismo y el cambio climático, al tiempo que ayudan a que se reconstruya el multilateralismo regional reviviendo o fortaleciendo mecanismos subregionales como la Comunidad Andina de Naciones (CAN), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Alianza del Pacífico, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). De manera similar, se comprometió a apoyar la diplomacia descentralizada de las ciudades y a escuchar también a la diplomacia territorial y ciudadana.

Relaciones con las grandes potencias

El PH señaló en la campaña electoral que desde el gobierno aspiraría a estimular la diversificación de las relaciones de Colombia más allá del hemisferio occidental, en especial profundizar y multiplicar nexos con iniciativas de cooperación Sur-Sur, y con Asia Pacifico.

Con Estados Unidos ha insistido en que debe desarrollarse una relación horizontal y cercana que ayude al impulso de las prioridades colombianas como fortalecer la paz, la democracia, el medio ambiente (contra el cambio climático), el comercio y la inversión, combatir la corrupción. Además, ha dicho que buscará con Washington ajustes en asuntos cruciales, como los tratados de libre comercio con el fin de que no agudicen la penuria económica. Particularmente, buscará desarrollar una nueva política de drogas que desnarcotice la agenda, logre una regulación que sustituya la criminalización de los campesinos cultivadores y la militarización de los cultivos de uso ilícito, que no profundice la pobreza, ni militarice el agro, que controle la violencia rural, que aborde el consumo como asunto de salud pública, someta a procesos judiciales a las organizaciones criminales al servicio del narcotráfico, y cumpla lo que al respecto se firmó en el Acuerdo de Paz con las exFarc. Recién electo, Petro anunció que habló con el secretario de Estado y luego con el presidente de Estados Unidos, sobre esos asuntos cruciales de la agenda binacional.

Sobre China, el presidente electo dice que con ese país -además de ser ya uno de los principales socios comerciales de Colombia y de contribuir con recursos para el proceso de paz-, habría que profundizar una relación que abra opciones a territorios colombianos para impulsar prioridades cruciales como la protección de la biodiversidad. Sobre Rusia, Petro ha dicho que rechaza las agresiones militares de Vladimir Putin hacia el sur y oriente de Ucrania, prometió aportar para la búsqueda de salidas a la guerra y la crisis, no desde la confrontación sino mediante la diplomacia.

Diplomacia profesional y respeto a la institucionalidad

Petro ha prometido despolitizar el servicio exterior. Su programa dice que una proyección internacional audaz y efectiva no se logra sin un cuerpo profesional y especializado en múltiples áreas del quehacer mundial, que se forma en el servicio público dentro de un sistema de carrera diplomática y consular, al que se ingresa por concurso de méritos. Eso implica renunciar al uso clientelista de cargos en el servicio exterior del país para así pagar favores políticos con graves impactos en la política e inserción internacional de Colombia. También implica fortalecer ese sistema profesional de ingreso, ascenso, permanencia y retiro de los funcionarios vinculados a la cancillería y al servicio exterior. Supone, además, derogar el decreto 1185 del 30 septiembre de 2021, que le otorgó al gabinete presidencial funciones del Ministerio de Relaciones Exteriores, con complicados efectos.

También ha dicho que vinculará funcionarios técnicos de carrera también en cargos de dirección, viceministerios, y direcciones como protocolo, asuntos consulares, migratorios, multilaterales y la Academia Diplomática. Que además el PH realizará una evaluación de las misiones colombianas en el exterior, así como de la planta interna y externa de la cancillería para determinar qué cargos, habilidades y formaciones profesionales son requeridos para surtir de manera idónea y transparente esa representación colombiana en el exterior y cuáles de esos deben ser ocupados por funcionarios de carrera e ir reduciendo los cargos políticos provisionales. Asimismo, evaluará la necesidad de nombrar altos funcionarios de carrera en oficinas de asuntos internacionales de otras entidades públicas con el fin de afianzar su coordinación; y evaluará la viabilidad de aplicar un modelo similar en alcaldías y gobernaciones mediante convenios que fortalezcan la diplomacia de ciudades y regiones.

El desarrollo de la política internacional requiere que la ejerzan quienes tienen conocimiento de los asuntos específicos con los que se van a relacionar en nombre del país, que su ejercicio respete y fortaleza la institucionalidad; asimismo, que respete la actuación de otras entidades nacionales que juegan papeles de control o en el desarrollo de dimensiones de relaciones internacionales de Colombia; como las que al respecto tienen, por ejemplo, las comisiones de Senado y Cámara. Gobernar en un complejo entorno internacional y con un país dividido y polarizado, exige al nuevo gobierno desarrollar una política exterior proactiva acorde a los intereses nacionales. Con esos ejes, en torno a los cuales se ha comprometido, habrá que ir evaluando al nuevo gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez -fuera de irlos examinando más en detalle con mirada crítica-.

TOMADO DE REVISTA SUR

https://www.sur.org.co/una-oportunidad-de-cambio-en-lo-internacional/

 

NOTA DEL EDITOR

El presidente Petro anunció este sábado el nombre de Álvaro Leyva Durán como ministro de Relaciones Exteriores de Colombia.

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