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Cultura  |  16 julio de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

EL MAESTRO LUIS A. CALVO

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Por Pedro Elías Martínez

 

Nació en Gámbita, Santander, el 28 de agosto de 1884, hijo «natural», como entonces se decía, del músico Félix Serrano y de doña Marcelina Calvo. Durante sus primeros años manifestó su inclinación musical, silbando mediante hojas de árboles y cañas. Doña Marcelina, buscando mejores posibilidades para su familia, se trasladó a Tunja con sus dos hijos. Allí el joven Calvo fue aprendiz de sastrería y luego mandadero de un señor Pedro León Gómez que tocaba el violín y al decir de Calvo fue su primer maestro: «me dio a probar el dulce sabor del arte». En sus ratos libres fue alumno de piano y violín del maestro Tomás Posada, hizo parte del coro de la parroquia de los franciscanos e ingresó a la banda de Tunja, primero con los platillos y luego con el bombo. Tenía 10 años de edad. Cuatro años después le asignan el bombardino, estudia violín y bandola y escribe sus primeras composiciones.

En 1905 llega a Bogotá e ingresa a la banda del ejército, como pistón de tercera clase con sueldo de cincuenta pesos. No le fue posible conseguir una beca para estudiar música en la Academia, por falta de recomendaciones. Para aliviar las penurias económicas de su familia, decidió instrumentar su primera danza Livia, para la banda del ejército. Aceptada por el director, su estreno produjo elogiosos comentarios y una mejora en su salario, pues el director le confió el trabajo de arreglar en adelante las novedades para el repertorio de la banda. El maestro Rafael Vásquez Flórez, profesor de armonía del Conservatorio, escuchó una tarde un vals de Calvo, instrumentado por él mismo; gratamente impresionado, al enterarse de quién era el autor y oír de sus labios que sus composiciones las escribía sin mayores conocimientos de armonía, lo invitó a sus clases en el conservatorio, donde estuvo también bajo la dirección del maestro Guillermo Uribe Holguín.

La fama empieza a sonreírle a Calvo en Bogotá, luego de dar a conocer sus piezas famosas Intermezzo No. 1, Lejano Azul, Anhelos, catalogado como uno de los más hermosos valses colombianos y la danza Carmiña. Son sus amigos de entonces: «Emilio Murillo, Jerónimo Velasco, Pedro Morales Pino, el pintor Ricardo Acevedo Bernal, Prisciliano Sastre, Diego Uribe y Alejandro Wills, entre otros». Pero un quebranto de salud le obliga a consultar al médico Carlos Tirado Macías, quien descubre en él la enfermedad de lepra. «El terror de los espantos tocó a mi puerta y con fieras garras arrebató la relativa tranquilidad que disfrutábamos tres seres unidos… Me creo impotente para narrar las escenas de dolor y angustia que por más de quince días precedieron el fatal desastre, pero como para todo dolor humano hay un consuelo, en esta ocasión la gentil sociedad bogotana, siempre pronta a desplegar su proverbial y cariñosa solicitud hacia sus líricos infortunados, tuvo el más hermoso gesto para mí, el cual dulcificó mi inmensa pena», escribió el propio Calvo. Se refiere a la despedida que le tributó Bogotá en el Teatro Colón, antes de su partida a Agua de Dios, a donde arribó el 12 de mayo de 1916. Los salesianos lo acogieron bondadosamente y a poco la sociedad bogotana le da casa para que viva allí con su familia y un piano. De esa época es su danza instrumental Adiós a Bogotá.

En 1942 contrajo matrimonio con doña Ana Rodríguez. Al maestro Calvo le permitieron salir de Agua de Dios para homenajes o conciertos. «En 1941, en el Teatro Municipal de Bogotá, se le rindió un gran homenaje, donde se tocaron buena parte de sus melodías y se exaltó su vida de artista» por parte del poeta José Joaquín Casas. También ese año fue invitado a Medellín y varios pueblos de Antioquia a dar conciertos. «El 22 de junio de 1942, recibió el homenaje de la ciudad de Tunja, donde había pasado su niñez. Otros muchos homenajes llenaron la vida del artista en este período dramático de su vida, como en el caso del acto con que se celebraron las bodas de plata de su inmortal Intermezzo No. 1, considerado por muchos la obra cumbre de su producción».

Sus obras comprenden intermezzos, mazurcas, pasillos, bambucos, danzas, valses, tangos, pasillos, himnos a instituciones, Himno del Regimiento de Ayacucho, Himno del Colegio Santo Tomás de Aquino. En su música religiosa hay trisagios, salves, villancicos, motetes, himnos, reunidos en el libro Arpa mística, editado en Italia.

La enfermedad fue minando su organismo y el 3 de abril de 1945 entró en crisis. Llevado al Hospital Herrera Restrepo de Agua de Dios, murió el 22 de abril de 1945. A Luis A. Calvo, junto con Pedro Morales Pino y Emilio Murillo, se le considera uno de los tres grandes pilares en que se fundamenta la música colombiana.

En Agua de Dios hay una Casa Museo en su memoria, el parque principal lleva su nombre y allí se halla su estatua, sentado al piano, el instrumento cuyo teclado se vio tantas veces salpicado con la sangre de sus manos enfermas en los conciertos. Luis Antonio Calvo, el poeta del sonido, legó a Colombia y al mundo piezas musicales de altísima categoría, como su Intermezzo No. 1. Al escuchar su interpretación en el Vaticano, el Papa Pío XII llamó a Calvo el Beethoven americano.

 

 

Fuentes: Forjadores de Colombia Contemporánea, Luis A. Calvo, Editorial Planeta Colombiana, 1986       

Jenaro Perico García, El maestro Luis A. Calvo, Editorial Salesiana, 1975

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