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Región  |  29 noviembre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Turismo regenerativo

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Un texto de Henry Plazas Olaya.

Durante el pasado III Congreso Iberoamericano de Turismo de Bienestar y Bioturismo en Montenegro Quindío, se presentaron por parte de varios ilustres conferencistas provenientes de Méjico, España, Colombia, Uruguay, Italia Chile y España, importantes ponencias dentro de las cuales algunas coincidieron con el tema Turismo regenerativo y experiencias holísticas, que por sus conceptos disruptivos frente al "negocio turístico" prevalente en el Quindío, se alinean dentro las nuevas tendencias importantes para el planeta.

La pandemia diezmó el número de viajeros al Departamento tal como ocurrió a nivel mundial, pero durante la pausa y posterior al éxito del programa de vacunación se notó un cambio en las tendencias de viaje: mas ecológico, mas inteligente y menos concurrido. Esto lo llamaron turismo sostenible: al final del viaje, se trataba de dejar el lugar visitado, en mejores condiciones como se encontró.

Pero la nueva concepción de “Regeneración” copia la tendencia la agricultura y ecología regenerativa, consecuente de la concientización del cambio climático y el deseo de dejar un mejor planeta, haciendo cambios en cuanto a disminuir la huella de carbono con construcciones amigables con el entorno, la eficiencia de los combustibles y la reducción del uso de la energía, es decir, regenerar la capacidad de vida en una sana relación con el planeta.

En este objetivo de construir un mañana mejor, coincidieron varios de los expositores del Congreso, hacia la exigencia de una distribución mas justa de los ingresos donde la rentabilidad sea compartida con las comunidades anfitrionas y el medio ambiente y así preferir la calidad a la cantidad.

Es decir, el rendimiento del turismo no se debe centrar en la maximización de ganancias a los dueños o inversionistas del negocio turístico sino en el bienestar del país y de la región, donde se considere la naturaleza y su desgaste por la sobre utilización de su capacidad de carga y de oferta de bienes ambientales, espacio, agua, parqueaderos, considerar la salud humana y las identidades culturales de las comunidades, involucrar a los lugareños en todo el proceso, aún en la planificación de los tours, donde muchas veces, ellos mismos se han sentido invisibilizados, desplazados y hasta arrinconados por los turistas.

Tener una experiencia de viaje, verdaderamente regenerativa, resulta a los ojos de muchos operadores un exabrupto: muchos podrían considerar mejor continuar llenando los espacios naturales con buses pletóricos de turistas directamente parqueados en el atractivo, como sucede en Buena Vista o Cocora, y devolverlos a sus hoteles lujosos, sin siquiera permitirles tomar un tinto ni departir con un lugareño ni averiguar por su historia y su vida.

La tendencia actual de privatizar los bellos espacios del departamento, incluyendo la naturaleza, riñe con el concepto de acercar al turista a degustar la gastronomía, la música, la cultura, a conocer los procesos naturales, las aves, los problemas ecológicos y de oferta de servicios ambientales, las condiciones de las escuelas, las ruinas de construcciones antiguas y su historia. Solo se trata de un baño rápido de folclorismo de paquete, prefabricado en los parques temáticos para seguir atendiendo rápidamente otra tanda de turistas que sorprendidos y muchas veces admirados, continúan llegando al atractivo.

Falta un sistema de evaluación del uso del carbono en la infraestructura de la locación, (reducir, reutilizar y reciclar), tener en cuenta el bienestar de los empleados y su capacidad de movilidad social, la percepción de los lugareños y habitantes de los pueblos -no solo de los directamente involucrados en el atractivo - frente al turismo en su territorio y las actividades inmersivas de los huéspedes en pueblo, así como el origen del abastecimiento de los alimentos entre otros, indicadores que van más allá de las encuestas del número y procedencias de turistas en cada uno de los informes del observatorio turístico que la Cámara de Comercio juiciosamente mantiene.

Dubrovnik en Croacia, Venecia, Madrid y Barcelona, algunas islas de Tailandia entre otras son ciudades que han luchado contra el turismo excesivo, y que han tenido que limitar el número de visitantes, cruceros, tours y vuelos que llegan diariamente, en contraposición con la imagen de éxito de un atractivo por el número de visitantes, que podemos observar en interminables filas en las carreteras o a la entrada de la ciudad, como sucede en Salento durante los puentes festivos.

En consecuencia, algunos destinos han sido reposicionados con el concurso de los habitantes de las provincias afectadas, construyendo un turismo “de significado” vinculándolos con los turistas en programas donde se comparten los relatos e historias, aprender a escuchar y respetar las gentes y el territorio, aprender a observar y leer las raíces de las comunidades, más allá de lo obvio, degustar las comidas autóctonas, la música regional y el significado de las obras que han marcado su historia. Al respecto, veo que uno de los primeros puentes de piedra construidos, el bien patrimonial llamado el puente de la explanación en Boquia, donde llegó el ferrocarril por una única vez, ha sido igualmente privatizado y ya no se puede admirar.

Es decir, el cambio de enfoque debería contar con la voluntad de la comunidad en la oferta de atractivos y no continuar con el privilegio de la demanda del turista que cree que por que paga, puede invadir con altanería y en forma ruidosa los caminos veredales con sus cuatrimotos alquiladas. En este cambio de paradigma, el turista no es el rey, no puede hacer lo que le plazca. La cotidianidad no debe morir por la presencia del turista.

Apoyar negocios locales y consumir los productos propios de la región por parte del nuevo turista concientizado, debe ser un proceso que involucre restaurantes, tiendas de café, artesanos, operadores turísticos, guías culturales, realizando viajes lentos, en bicicleta, en carro, Campers o carro casa, tren, o a pie, contactar con historiadores locales, profesores, antropólogos, relatores e interpretes ambientales y de naturaleza, guías en avistamiento de aves, biólogos y geólogos que con la amabilidad quindiana, den contexto, sentido e información al turista sobre el destino visitado, descubrir ese “sentido del lugar” es el tipo de viajes regenerativos donde el turismo sea un momento de encuentro, que favorezca la enseñanza a nuestros hijos, que no se puede tener un planeta B, ni este planeta podrá ser sostenible si no se regenera.

Finalmente, no se puede crecer al infinito en un planeta finito, ni se debe mantener una producción de un turismo destructivo de la biodiversidad en forma creciente con capacidades de carga en descenso, por eso es necesario encontrar la esencia e identidad de los atractivos, cuál es su ritmo, cuál es su pasado, presente y el futuro soñado por sus pobladores, cuál es la esencia de cada pueblo y ese sentir recurrente que emerge del lugar, escuchar las memorias vivas del lugar, indagar que prácticas turísticas deberíamos dejar atrás, definir que queremos conservar, que potencialidades tiene y por lo tanto, que actividades se deberían apoyar y como integrarlas con las otras ciudades o entornos.

El solo nombrar a la naturaleza como “recursos naturales” la convierte en una fuente más de recursos económicos y por lo tanto la degrada, así que el turismo debe relacionarse con el territorio construyendo y mejorando la biodiversidad en un proceso simbiótico de cultura y territorio, quitando la ceguera de la enajenación del antropocentrismo donde el humano puesto muy por encima de la naturaleza, puede usarla a su antojo, contaminándola o inclusive destruyéndola como está ocurriendo.

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