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Mascotas  |  25 enero de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

El parvovirus, una de las enfermedades graves más habituales en perros

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Los animales, al igual que nosotros somos propensos a coger resfriados o alergias, nuestros perros también tienen sus "resfriados comunes". Las tres más comunes son la Leishmaniosis, la Parvovirosis y la Osteoartrosis.

De estas patologías, la Parvovirosis, conocida también como el parvovirus o "parvo" es con la que más cuidado deberíamos tener ya que se trata de una enfermedad vírica, altamente contagiosa, que puede llegar a ser letal para nuestros canes. Su principal afectación se sitúa en el tracto intestinal, ya que posee células que crecen rápidamente y que ayudan a que el virus se propague.

También ataca a los glóbulos blancos, debilitando el sistema inmunológico del perro, por lo que acudir al veterinario una vez haya cierta sospecha de infección, es imprescindible para asegurar el bienestar de nuestra mascota. Incluso perros adultos vacunados, también pueden llegar a contraerla.

Por este motivo, es nuestra responsabilidad conocer este tipo de enfermedades comunes y sus síntomas, para poder detectarlas y acudir al veterinario a la mínima sospecha, de forma que podamos evitar una evolución a peor.

Los síntomas de este virus recuerdan a los de la gastroenteritis común: la fiebre, la diarrea, vómitos abundantes (que pueden legar a contener sangre), las mucosas pálidas por la deshidratación y un estado depresivo poco habitual en nuestra mascota pueden ser los indicadores de que algo no va bien.

Por su similitud con la gastroenteritis, a menudo la detección del 'parvo' se realiza de forma tardía, ya que los síntomas se confunden entre ellas. Los primeros síntomas se dan a partir del cuarto o quinto día del contagio, alcanzando la fase aguda con síntomas como la depresión, la diarrea o los vómitos y, en casos más extremos, fiebre muy alta o dolor abdominal, especialmente en cachorros.

Como casi todos los virus, mediante contacto directo con otro perro infectado, se puede contagiar el nuestro. Por vía oral o nasal con las heces infectadas o superficies que hayan estado en contacto con ellas; así como con otros animales como roedores e insectos, que ejercen como vectores de transmisión del parvovirus canino.

Otro modo de infectarse es la vía intrauterina, es decir, de madre infectada con el virus a cachorros durante el embarazo, algo menos común que las anteriores, pero que también puede producirse.

Respecto al contagio dentro del hogar, lo cierto es que se trata de una enfermedad que afecta únicamente a perros, lobos o coyotes, por lo que otras mascotas que convivan en la vivienda o incluso nosotros, estaremos libres del riesgo de contagio. Por el contrario, sí que puede existir un riesgo real entre los canes convivientes, en cuyo caso es aconsejable mantenerles alejados entre ellos y tener en cuenta que el virus puede durar cinco meses o más en una casa.

Si nuestro perro se ha contagiado con este virus, debemos saber que no existe un tratamiento efectivo al 100 por cien que elimine la presencia del mismo en el cuerpo contagiado. Existen medicamentos y prácticas veterinarias que ayudarán a combatir la enfermedad y tener mejores resultados y, en el mejor de los casos, llegar a eliminar totalmente el virus.

Cada experto veterinario puede tratar la enfermedad de diferentes formas, aunque todas ellas girarán en torno a proteger el sistema de salud y fortalecer al máximo el aparato digestivo del can infectado. En los casos más extremos de la enfermedad, cuando el animal presenta síntomas de deshidratación severa, se busca también rehidratar al perro, a través de suero por vía intravenosa debido a la rápida pérdida de líquidos (con el fin de evitar un shock), así como por transfusiones de sangre (para contrarrestar la pérdida de la misma).

Una vez el perro está estabilizado, se debe continuar con los cuidados y el monitoreo de su estado de salud, sobre todo controlando la fiebre y el apetito. Además, para combatir esta enfermedad, se suministrará una medicación continuada a base de un cuadro de protectores gástricos, antieméticos, probióticos y antibióticos que contribuirán al saneamiento.

Como siempre, lo mejor que podemos hacer por nuestra mascota es intentar llevar a cabo todas las medidas de prevención. Existe una vacuna contra el Parvovirus que se administra a los cachorros a partir de las seis u ocho semanas de vida. Posteriormente, será necesario continuar con la aplicación de estas vacunas hasta que el cachorro tiene cuatro meses de edad.

Debemos prestar atención también a la raza de nuestro perro, ya que hay algunas que, por cuestiones relacionadas con su sistema morfológico, les hacen más propensos a padecer esta enfermedad como son los Rottweilers, Dóberman, Pastor alemán y Springer Spaniel, o el Pit Bulls.

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