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Columnistas  |  04 junio de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Guillermo Salazar Jiménez

Destrucción

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Guillermo Salazar Jiménez

Guillermo Salazar Jiménez

 

Entre más los escuchó, unos con palabras cargadas de odio para obstaculizar los cambios; otros con frases frívolas para ocultar sus intereses, más clarificó Rusbel Caminante los propósitos de varios políticos y dirigentes colombianos. Expresó que todos ellos hacen apología a la desigualdad en nombre de la justicia; a la mentira en nombre de la verdad; al crimen en nombre de la democracia y a la guerra en nombre de la paz. Con cierta desolación y profundo enojo expresó que la lógica de sus palabras se enmarca en el egoísmo para compartir las necesidades de los demás colombianos y en la incapacidad para razonar sobre las reales causas de la pobreza. Concluyó con la aprensión de que quieren arder a Colombia.

Se aprovechan de la falta de educación y poca cultura política de los colombianos para enlodar su conciencia y convencerlos de seguir igual de rezagados y pobres, dijo Juana, aquella amiga, para rematar con Simón Bolívar que “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción.” Creyó que tal incapacidad, de unos, para comprender el significado serio de las palabras falsas y la vivacidad de otros con la cual las pronuncian, se convertirá en la brasa que incendiará al país. Lástima reconocer que la catástrofe motivada con las palabras enfermizas a la opinión pública podría desembocar con actos criminales a la destrucción de la sociedad.

“El orgullo de quienes no pueden edificar es destruir”, lo leyó Rusbel Caminante del escritor francés Alejandro Dumas para afirmar que desearía ser más positivo frente a la realidad catastrófica si los cambios que necesita Colombia se postergan. Las palabras utilizadas por políticos y dirigentes y las declaraciones del señor Mancuso contra ellos aterran y presagian nuevas guerras, sino opera la justicia. Afirmó que la grandeza histórica de aquellos estará medida por la destrucción que motivaron. Palabras que destruyen la patria para construir desorden y miseria. Con Voltaire, otro gran escritor francés, estuvo de acuerdo porque es hora de descubrir a los infames políticos que convierten el crimen en virtud y que hoy, más que nunca, significa aquel que engaña a los colombianos.  

Juana, aquella amiga, se apoyó en la idea que encierra la frase “Nación dividida, nación destruida”, escrita en un muro cerca de la universidad para coincidir con los comentarios anteriores. Cierto, las palabras sueltas, con sello destructivo, causan más estragos en las mentes de los escuchas que las armas. Con palabras ofensivas se dieron órdenes para asesinar líderes comunitarios; con palabras perversas obligaron a campesinos al destierro y con palabras maliciosas encubrieron delincuentes y corruptos. Pero nunca es tarde para cambiar. Alguien dijo que hasta las piedras las destruye el tiempo para advertir que las propuestas contenidas en las reformas podrían ser el detonante de nuevos horizontes. Aquellas palabras viles que devastan la vida digna hay que transformarlas en acciones positivas de construcción social. Cierto maestro Galeano: “En la historia de los hombres cada acto de destrucción encuentra su respuesta, tarde o temprano, en un acto de creación.”  

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