Por Manuel Tiberio Bermúdez

El puente es uno de los más grandes inventos al servicio de la humanidad. Desde el momento en el que al primer Homo sapiens le dio como «susto» arriesgarse a cruzar el río que se interpuso entre su deseo y la realidad y decidió poner un árbol de una orilla a la otra para cumplir su objetivo, estaban naciendo los puentes.

Porque un puente no es más que «una construcción que permite salvar un accidente geográfico como un río, un cañón, un valle» o cualquier obstáculo que requiera de este artilugio para ir  de un lado al otro.

Desde aquel día hasta hoy se han construido puentes de todo tipo: de madera, de piedra, de acero, de cuerdas, o aquellos que causan gran impacto, y aunque no sirven al hombre,  si a las hormigas que los construyen uniendo sus cuerpos.

Los expertos señalan que hay cinco tipos principales de puente: de viga; en ménsula; colgantes y atirantados. También los hay móviles que pueden ser: levadizos; basculantes; giratorios y otros varios etcéteras. 

Los hay pequeños, gigantes, supergigantes, feos, hermosos, patrimoniales, decorativos o ceremoniales.

Pero desde los más imponentes hasta los más humildes, los puentes pueden fallar y comúnmente es debido —según los que saben— a lo siguiente: por corrosión; por fatiga de los materiales; por la fuerza del viento sobre ellos; por mal diseño estructural; por terremotos; por sobrecarga o impacto de embarcaciones; por materiales defectuosos en la construcción; y los debidos a las crecidas de los ríos

Los hay famosos como el puente más largo del mundo sobre el mar, ubicado en la bahía de Hangzhou en China, que tiene una longitud de 36 kilómetros.

El Puente Akayashi Kaikyo en Japón, es el puente colgante más largo del mundo, con una longitud de, 3911 metros y es soportado por dos cables que son considerados como los más resistentes y pesados del mundo.

Está el puente internacional más pequeño del mundo ubicado entre La Codosera (Badajoz) y Arronches (Portugal) que mide 3,2 metros de longitud.

En Colombia también tenemos puentes con alguna notoriedad como el Puente Pumarejo,  en Barranquilla,que hasta canción tiene:

Río magdalena
Que cruzas por tanto pueblo
Pasas orgulloso
Bajo el Puente Pumarejo

Está también el puente de Occidente en Antioquía, un puente colgante por donde ha cruzado la historia de esa región y de Colombia. En épocas lejanas dicen que fue considerado el puente más largo de Sur América y por ello fue declarado monumento nacional en 1978.

Otro puente que carga con alguna fama es el Guillermo Gaviria, en Barrancabermeja y el de Pereira, en Risaralda.

No tan espectacular, pero si muy reconocido es el puente del Común, ubicado en la vía que de Bogotá conduce  a Zipaquirá, es una construcción herencia de lo que fue el virreinato en nuestro país.

Bucaramanga también exhibe orgullosa su famoso Viaducto de la novena, un puente colgante que en las noches ofrece un bello espectáculo.

Bueno, la lista es extensa porque están los puentes de la Madre Laura en Medellín, El Roncador en Bolívar; ah, y no olvidemos el Puente de Boyacá, con más historia que espectacularidad, en donde se realizó la batalla que le dio la independencia a Colombia.

Esos puentes y otros que también tienen su pedacito de fama son importantes para el país, pero, y esto es un tema de cuidado; de los puentes que hay en nuestro país, luego del colapso de algunos de ellos por causa del invierno se dio a conocer por parte de Invías, que de los 3.800 puentes a su cargo,  hay por lo menos 1000 que tienen daños en sus estructuras, y advirtió también que “La infraestructura de muchos de los puentes vehiculares en el país y que cruzan ríos, no están preparados para enfrentar estas condiciones de lluvias y aumento de caudales”. ¿Qué se estará haciendo para prevenir daños en esas estructuras?

Lo cierto es que los colombianos tenemos mucho aprecio por nuestros puentes, pero los que más queremos y apreciamos,  son los puentes festivos, que de ellos tenemos lleno el calendario, y según estudios, tenemos el récord de ser uno de los países con más días festivos en el año gracias a Raimundo Emiliani, un cartagenero que si sabía «cómo era la cosa, chico…»Colombia