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Armenia  |  26 enero de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

TERREMOTO 25 AÑOS/ Lustrabotas, perdió a su familia, pero halló una más grande y poderosa

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Jair Castaño Madrigal, que hace 25 años tenía 53 de edad, relató para EL QUINDIANO su vida después de aquel lunes del terremoto de 1999 en Armenia.

"Ese día, 25 de enero de 1999, estaba lustrando cuando el zumbido del terremoto, entonces yo dije: 'me voy a hacer unas 4 ó 3 lustradas y me voy pa´ la casa. Y así fue, me fui... caminé, caminé, cuando miré… ¿sería qué me pasé o qué? Porque yo no vi el hotel, cuando me volví otra vez, lo vi en el suelo", relató el hoy hombre de 78 años.

Su vida se le quebró por pedazos al ver que el hotel donde residía estaba en escombros.

"Ahí vivía con mi mujer y mis hijos… No pues que iba a encontrar a mi esposa en un edificio de cinco plantas, imagínese usted toda esa gente abajo… Ahí murieron no más 10 personas, eso como a los tres días iban sacando, por medio de los perros iban sacado y las grúas y las máquinas iban sacando todos esos cadáveres, pero ya casi podridos, entre ellos a mi esposa y mis dos hijos", contó don Jair.

Y agregó: "La niña se llamaba Ana y el niño se llamaba Jorge, para mí fue un golpe muy duro, fue más duro ese golpe que me hubieran pegado tres tiros en la cabeza, yo quedé casi desmentalizado", dijo acerca de su familia.

El hombre, abatido, trae a su mente esas reminiscencias tras 25 años.

"Hoy en día los recuerdo y todo eso, pero no era como primero... ¡ah! eso primero no, no, no, palabra que eso era una cosa muy horrible, yo nunca le deseo eso a nadie, y tres de tacada...", se refería a lo que había vivido con su familia.

Añadió: "Al frente de la galería, que hay una fuente de soda que todavía existe, por ahí por la droguería Municipal, ahí trabajaba yo de lustrabotas, tenía una clientela la brutal, esos mayordomos y dueños de almacenes me buscaban".

Como dicen popularmente a don Jair se le 'apareció la virgen'. "Una vez estaba yo ahí, yo la iba muy bien con el dueño de la fuente de soda, yo llevaba diez años trabajando ahí, un día estaba sentado ahí afuera, sentado cuando pasó el escolta de mi general Rueda, entonces yo lo escuché: ¿'señor usted no puede ir aquí a la Brigada a que lustre a mi general? nosotros lo llevamos y lo volvemos a traer'… eso fue por ahí a los tres años de haber pasado el terremoto".

Jair fue a la Brigada y allá se quedó. Resaltó su recuerdo por aquel oficial que le brindó la mano. "Aquí ha habido varios coroneles, pero todos han sido conmigo una realidad, pa’ que voy a.. para mi todos han sido buenos, pueden ser lo que sea, pero se han portado lo más de bien conmigo. Yo me considero que la realidad que yo no tengo a nadie, porque la familia mía… es todos todos todos los de aquí, los de la Brigada, por ejemplo Dios y la Octava Brigada y todos ustedes, es lo único que tengo, yo le agradezco a todos ustedes por lo que  han sido conmigo una realidad y han tenido ese aprecio conmigo, con ese amor y con ese cariño y con esa nobleza para este viejo (llora) que tiene un corazón noble y ellos siempre están con uno, que nunca lo dejan a uno, porque ellos son mi familia".

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