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Columnistas  |  18 abril de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: Álvaro Ayala Tamayo

No ofenda

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Álvaro Ayala Tamayo

Álvaro Ayala Tamayo

Para gobernar se necesita cerebro. Eso es lo que le falta al presidente de Colombia Gustavo Petro Urrego. Por lo hecho, mejor deshecho, tampoco tiene corazón. Es un impío.

Primero dijo que era economista y hasta hoy nadie lo reconoce como compañero de clases.  De clase sí, por lo arribista. Dice ser proletario, pero usa ropa costosa y vive encaramado en un avión contaminando el planeta. La moda ligera también es la gran causante del cambio climático. Para confeccionar un jean se desperdician 25 galones de agua y fabricar unos tenis requieren de 35 litros.  Como todos los ecologistas, no acepta diálogo ni consensos. Carretudos populistas que no dan ejemplo.

La ley dice que los únicos con facultades para expropiar son los jueces. Disfrazar esa figura con intervención es asunto de semántica.

 Luego aseguró que era matemático y no supo contar los congresistas que estaban a favor y en contra de su reforma a la salud. Al final la dejó hundir por no tirarle un salvavidas, o, por no saber que nueve en contra, eran más que cinco a favor.

Ahora el máximo jerarca de la Casa Nariño sale con el cuento que le gustaría demolerla. ¿Desde cuándo es de su propiedad? Déjela quietica que el próximo inquilino tendrá que hacer muchas reparaciones en otros terrenos, para entrar a reconstruirla.  Si es fría y maluca, es responsabilidad de quien la habita. Póngale cariño, hágala agradable. Para eso juró hasta el 7 de agosto de 2026.  Gobierne con el cerebro y no con el rencor que ha mostrado durante estos veinte meses. Además, con la ineficiencia que lo ha hecho. También con la cantidad de corruptos que ha arrimado a su administración. ¿Cierto, Olmedo López? Esta última figura ahora pregona amenazas con el propósito de convertirse en víctima. El pueblo Wayuu espera justicia para amarrarlo en un cepo y darle fuete a nalga pelada.

El jefe de Estado ha instalado otra cortina de humo, al decir que, para extraer petróleo no se necesita cerebro. Vaya insulto a la inteligencia. En lugar de unir se dedica a la ofensa y desprestigio de las profesiones, y por consiguiente de las universidades. Ese agravio equivaldría a afirmar que los economistas, matemáticos y presidentes son inútiles. Eso no es así, todos lo sabemos.

Menos twiter (X), más obras, necesita el pueblo.

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