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Columnistas  |  19 abril de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: James Padilla Motoa

¿Futbolistas o actores teatrales?

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James Padilla Motoa

James Padilla Mottoa

Juegue...juegue, es una frase que han puesto de moda narradores y comentaristas de televisión según ellos para respaldar a los árbitros que ya no pitan "falticas", supuestamente para cumplir con la aceleración del juego, o lo que es lo mismo, para darle mayor continuidad a las acciones del fútbol profesional en Colombia. Los hombres de la televisión abogando por un juego más rápido, en el que los árbitros no se detengan a señalar y castigar lo que ellos denominan cositas en las que nada pasa.

Sin embargo, esto trae una serie de contradicciones, porque en general, dentro o fuera del área, hay que tener mucho cuidado ya que al mínimo roce con el contrario, con una mano o un antebrazo que busca la defensa de la pelota, seguramente te van a decretar una pena máxima o una expulsión; el teatro de los simuladores, también respaldados por los que suplican el juegue...juegue. Ahora, esos bichos que hace un tiempo estuvieron aplacados por temor a las multas millonarias que alcanzó a poner la Dimayor, han resurgido con actuaciones teatrales que envidiaría el más curtido de nuestros actores. Y ahí sí los árbitros caen en la trampa y llevan un partido a situaciones extremas de pésimas decisiones.

Entonces uno se pregunta: ¿son falticas las otras y estas no, teniendo en cuenta que el fútbol es un deporte de contacto? Los señores del pito dejan de sancionar verdaderas faltas para castigar con tarjeta roja o con una pena máxima a un equipo que cae víctima de la simulación de un jugador.

Tengo entendido que la famosa Comisión Arbitral les recalca a sus pupilos que deben abstenerse de pitar "falticas", lo cual ha llevado a la mayoría a un severo cambio conceptual sobre faltas e incorrecciones con el serio peligro de cambiar esto claramente y caer en la sinrazón de un fútbol que se aparta de las reglas verdaderas del juego.

Algunos de los silbatos criollos se han vuelto proclives a las tarjetas rojas con la falsa creencia que con ello van a ganar mayor identidad y un gran respeto por parte de los jugadores.  Garrafal equivocación. Con ello lo único que están logrando es arruinar el espectáculo del fútbol y espantando de los estadios a los hinchas, hasta hace poco los verdaderos soportes del fútbol rentado.

Salvo situaciones de clara violencia o peligrosidad, un árbitro que expulsa a un jugador en los primeros minutos de un compromiso, es un verdadero bárbaro. Ese ya se tiró el espectáculo.

Ahora, el nivel de nuestros árbitros está de la mano con el nivel que registra nuestro fútbol profesional colombiano en la actualidad. Hay un pequeño grupo de protegidos por esa Comisión, los cuales lo dejan a uno perplejo con sus decisiones. Ah… y el famoso Var, peor, servido por los mismos petardos que fecha tras fecha más confunden a los tele-espectadores. De verdad que los integrantes de ese grupo crean verdadero pánico en estos momentos de la competencia, cuando se juegan cosas tan trascendentales como una eliminación o un descenso. Y para dejarlo claro, afortunadamente el árbitro quindiano John Alexander Ospina, no está en ese grupito; él está en el grupo de los mejores...

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