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Columnistas  |  05 mayo de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: Guillermo Salazar Jiménez

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Guillermo Salazar Jiménez

Guillermo Salazar Jiménez

Durante meses pasó por el centro de la ciudad solo a cumplir encargos indispensables del diario vivir. Desaparecieron los viejos amigos de aquellos años del fútbol, charlas en bares alrededor de un tinto o aguardiente, incluso amenas conversaciones sobre escritores y poetas. Rusbel Caminante aprovechó el momento para buscar alrededor de la Plaza de Bolívar alguno de aquellos amigos reacios a no olvidar el pasado. Una voz con su nombre lo devolvió al presente. Después de los saludos y comentarios sobre la salud, familia, en fin, acerca de la vida, aquel amigo le contó sobre los últimos decesos y la decisión de la mayoría de los colegas por permanecer en casa. Ya no se ven, le dijo, y remató, “salgo a matar el tiempo”.

Amigas de Juanita Lectora también utilizaban aquella expresión para denotar cansancio de la inactividad contra el paso del tiempo. Otras, más jóvenes, quejaban de la falta de tiempo para cumplir con todas sus actividades programadas. Deseaban ir más de prisa, correr para lograr sus propósitos. Aunque sin alas el tiempo vuela, agregó Juanita, da cosas nuevas y en segundos las vuelve viejas. Todo lo trae para, inmediatamente, llevárselo. Recordó al escritor francés Jean Giono. “Hemos olvidado que nuestra única meta es vivir y que vivir lo hacemos cada día y que en todas las horas de la jornada alcanzamos nuestras verdaderas metas si vivimos... Los días son frutos y nuestro papel es comerlos.”

Rusbel Caminante consideró la expresión matar el tiempo como un escape al presente, preferimos olvidar el carácter evolutivo del tiempo, preferimos la inactividad que lleva al stress y al sin sentido de la vida. Consideró que dicen matar el tiempo para no enfrentar la necesidad de cambiar, prefieren observar cómo el tiempo se escapa de sus manos, como escurre el agua entre los dedos. Cierto, el tiempo pasa y nunca vuelve atrás. Por ello, hacernos conscientes del paso del tiempo es tratar de entender qué es vivir, agregó Rusbel, y, ante todo, quiénes somos y qué hacemos para sentirnos partícipes de cambiar a Colombia. Aseguró con Jean de la Bruyere que los primeros en quejarse de la brevedad del tiempo, son precisamente aquellos que lo emplean mal.

Las computadoras, los celulares, las tabletas, se convirtieron en lemas de felicidad, expresó Juanita Lectora, sinónimo de prosperidad, apreciados para ganar tiempo y, en general, para ensimismados ver pasar el tiempo. Máquinas hechas para dominar nuestro tiempo y apropiarse del que merecemos para disfrutarlo con amigos y familia. Comentó que nuestras horas son valiosas porque no se pueden reemplazar por nada ni nadie nos las puede devolver. Como afirmó el poeta español Luis Cernuda: La vida en tiempo se vive, / Tu eternidad es ahora, / Porque luego / no habrá tiempo para nada. Juanita agregó, somos hacedores del tiempo que disfrutamos o lo matamos para dejarnos manipular; concluyó con el peculiar cinismo del filósofo rumano Emil Cioran, “Mi misión es matar el tiempo y la de éste matarme a su vez. Se está bien entre asesinos.”

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