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Columnistas  |  19 noviembre de 2018  |  12:00 AM |  Escrito por: Guillermo Salazar Jiménez

Vacantes y nombrados

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Guillermo Salazar Jiménez

De pie apuró el jugo. Gracias mami, voy cogido de la tarde, así fue su despedida, y salió resuelto para la escuela. Hijo, ¿Por qué dejó servido el desayuno? Debo presentar las pruebas de la evaluación de desempeño. El rector nos espera a las 7:00.

Las pruebas de evaluación del desempeño docente fueron reglamentadas por el MEN según decreto 3782 de 2007, regido por el decreto ley 1278 de 2002. Se aplicaron desde el 2004 como proceso permanente para profesores y directivos docentes. En razón que sus resultados hacen parte de la autoevaluación institucional y del desarrollo profesional de aquellos, es necesario aplicarlos como etapa para consolidar la cultura evaluativa en las instituciones educativas.

Mantener la idea de evaluación del desempeño para cumplir una norma deriva en control, sin tomar el rumbo pedagógico del resultado, como información para valorar, estudiar, investigar y mejoramiento permanente. Podría ser una tarea de rutina burocrática más que educativa si solo se mide qué tanto se aproximan al 70% del cumplimiento de las responsabilidades específicas del cargo y al 30% de la relacionada con actitudes, valores, intereses y motivaciones con que cumplen sus funciones.

Los resultados de la evaluación aparecen en “Revolución Educativa 2002 – 2010. Acciones y Lecciones” del MEN. Según la tabla 2, página 154, el alto número de docentes respecto de las vacantes previstas indica que las pruebas son obstáculo para acceder al nombramiento. Las primeras pruebas, en 2004, las presentaron 140.541 docentes para cubrir 50.947 vacantes; es decir 36%. El porcentaje baja hasta 11% en 2009, donde existían 25.423 vacantes y se presentaron 229.038 docentes.

La preparación para las pruebas es deficiente. Los docentes desconocen este tipo de pruebas o están por encima de sus capacidades para cumplir responsabilidades inherentes a su cargo. De los 140.541 que las presentaron en 2004, solo 60.078 las aprobaron, 43%. En 2006 bajó a 25%, porque de 109.487 que las presentaron apenas 27.391 las aprobaron.

Los maestros sufren el alto riesgo de no ser nombrados. En 2004 existían 50.947 vacantes y fueron nombrados 30.568 para el período de prueba, 60%. Igual porcentaje para 2005, donde se nombraron 14.092 de 23.355 vacantes previstas. Puede suceder que otros requisitos afectan el nombramiento, renuncian por las dificultades de acceso a las instituciones, o no están de acuerdo con los modelos pedagógicos. También hay varias entidades territoriales que no disponen del presupuesto adecuado para cubrir las vacantes necesarias, convirtiéndose en factor de desigual desarrollo educativo. La calidad formativa se afecta en regiones rurales sin presupuesto porque los profesores de altos puntajes que aprobaron las pruebas eligen los centros educativos urbanos.

La cultura de la autoevaluación implica reflexión pedagógica sobre métodos de aprender y enseñar. De comunicación y libertad para valorar el trabajo de estudiantes y profesores en reuniones y trabajo de equipos. Investigar para encontrar nuevos rumbos curriculares y estrategias de autoformación; así como maneras de integración con las comunidades. Son necesarias novedosas formas de autonomía escolar que consoliden políticas de desarrollo educativo regional.

 

 

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