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Región  |  30 noviembre de 2018  |  12:00 AM |  Escrito por: Rubiela Tapazco Arenas

Laura Melissa Márquez, líder del relevo generacional en la caficultura, es la Mujer Comfenalco Quindío 2018-2019

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La joven caficultora Laura Melissa Márquez Hernández fue proclamada durante solemne ceremonia como la Mujer Comfenalco Quindío 2018, evento en el que compitió con 14 mujeres destacadas del Quindío por su trabajo social y humano.

 La premiación se cumplió en el auditorio Los Fundadores de la sede de la caja de compensación en donde se destacaron la calidad y atributos de las mujeres del Quindío que sobresalen por su trabajo en bien de sus comunidades.

Relevo generacional

La proclamada Mujer Comfenalco 2018-2019- Laura Melissa Márquez Hernández fue elegida por el jurado calificador integrado por los periodistas Julián Parra Díaz, Betty Martínez Salazar y la dirigente cívica de Pijao, Mónica Flórez Arcila, por el papel asumido por jóvenes caficultores que como ella, están identificando problemáticas del sector y proponiendo alternativas para hacerlo más atractivo a las nuevas generaciones, promoviendo el relevo generacional y demostrando su interés en la producción de, grano, diversificación, acceso a certificaciones de café especial y al mercado del producto diferenciado.

Liderazgo

El jurado calificador reconoció el liderazgo y el trabajo de Laura Melissa Márquez Hernández desde su búsqueda de la calidad en la marca Herencia 24, grupo que dirige esta zootecnista, tecnóloga en producción animal y en producción de cafés especiales, interesada en impulsar la caficultura empresarial a partir del relevo generacional.

 La Mujer Comfenalco es el alma del grupo integrado por 14 jóvenes entre los 14 y los 27 años que trabajan por sacar adelante una marca de café de origen que se abre paso con tenacidad y amor al terruño, desde donde decidieron demostrar que en el campo sí se puede soñar y seguir con el legado recibido de sus padres y abuelos.

¿Quién es la mujer del año Comfenalco Quindío, Laura Melissa Márquez?

“A los 16 años de edad, Laura Melissa Márquez rompió casi todos los paradigmas de su generación y perfiló su vida como un ejemplo maravilloso en tiempos de confusión, violencia y drogas. Se fue a vivir con el café, a sentirse, de verdad, un elemento de aquello que la Unesco acababa de declarar patrimonio de la humanidad: el Paisaje Cultural Cafetero.

Arrancó una maratón que para todos sus compañeros de colegio y para sus propios padres parecía una locura, era nadar contra la corriente: se fue a vivir a la pequeña finca que su familia tenía prácticamente abandonada en la vereda La Paloma en el municipio de Calarcá. La tierra le hervía en la sangre, la llamaba con esa voz inconfundible del universo que hace caminos extraordinarios. Solo llevaba en la mano la traílla de donde prendía su perro, y una enorme semilla de café en su corazón.

Era como irse a vivir en la selva, donde no es la fuerza del cuerpo lo que cuenta, sino la fuerza del espíritu. Con azadón en mano, empezó a desmontar la finca, como lo hicieron hace más de cien años sus bisabuelos cuando conquistaron el territorio de los Andes del Quindío. Y allí, con la inocencia de sus 16 años, armó su nuevo refugio.

Quería ser cafetera. Sudaba tierra y respiraba sueños. Cada día se ilusionaba pensando que la vida del campo va en la sangre y que tenía que pisar firme sobre su propia fortaleza, con la seguridad de que su historia de mujer cafetera podía cambiar la realidad. Y la cambió. Muy pronto vio germinar sus primeras 5.000 semillas del grano y las verdes y tiernas chapolas se convirtieron en arbustos de café, que le hablaron un idioma de aromas y sabores, de amores inconfundibles por el campo.

Bajó a su pueblo, Calarcá, y contó su historia en el Comité de Cafeteros, donde le ofrecieron una beca para estudiar Zootecnia, pero también producción de cafés especiales. Sus sueños se cumplían. La Fundación Bolívar Davivienda la escogió, con otros jóvenes caficultores de la región, como ‘semilla’ humana para promover la sostenibilidad y empoderar la comunidad en el trabajo colectivo en el campo, a partir del café.

Fue así como la semilla que llevaba en su corazón floreció, y hoy produce, en más de 8.000 arbustos, el café que ella misma recolecta, beneficia, trilla, muele, empaca en su propia planta y lo ofrece al mercado regional y nacional. Su contribución a la sociedad es el ejemplo del esfuerzo, la tenacidad, la constancia y la solidaridad como valores que se cultivan con el mismo amor que se desprende de la primera chapola de los semilleros de café del Quindío.

Su liderazgo ha dado no solo los frutos de su finca Bellavista, allá arriba en la montaña de Calarcá, sino que ha motivado a que muchos otros jóvenes del Quindío, entre los 14 y los 27 años cultiven, como ella, café en sus propias finca, se abran paso en el mercado a fuerza de la tenacidad de emprendedores, demostrando que en el campo se puede soñar y seguir con el legado recibido de sus padres y abuelos.

Son caficultores de verdad, aunque aprendices de un mercado con muchas dificultades. Asociados bajo el nombre Herencia 24, Melissa y sus compañeros caficultores imprimen juventud, sabor y tradición a la marca de café de origen que sale de su propia planta productora, que les fuera entregada por la Fundación Bolívar Davivienda. Cada día conocen y aprenden mucho más sobre la trazabilidad que le da a cada taza de café un contenido de valor.

Hoy, Herencia 24, marca que alude a que el café es la bebida que se consume 24 horas, 7 días a la semana, hace atractivo el café para las nuevas generaciones, en una época donde faltan incentivos para los jóvenes y los pequeños productores.

Laura y los jóvenes de Herencia 24 defienden los atributos del Paisaje Cultural Cafetero, preservando el trabajo ancestral que hizo fuerte a esta tierra, en una propuesta que impulsa nuevos liderazgos y que no solo busca vender una libra de café, sino que presenta un enfoque moderno, empresarial, de relevo generacional y con una claridad sobre la salvaguarda de la caficultura y los derechos de la mujer. Aspiran seguir creciendo, visitar nuevos cafetales, exportar y soñar con biodigestores y procesos más tecnificados que les permitan producir gas a partir de la pulpa del café.

Laura Melissa Márquez Hernández trabaja a diario con la visión clara de que las mujeres tienen que administrar sus propios terrenos y lotes de café, entregando un mensaje diferente a los hijos, para que éstos se conviertan en verdaderos transformadores del grano y empresarios del café. Ella y sus amigos de Herencia 24 son dadores de vida, son semillas que esparcen un ejemplo maravilloso a sus congéneres, que en cada taza de café que sale de su planta productora entregan en aroma de los jóvenes que busca nuestro país.

Por su valentía, por motivar la asociatividad y la sostenibilidad, por su compromiso con cara de mujer para romper las cadenas de desigualdad y entregar un mensaje social sobre la viabilidad del café en tiempos modernos...por defender que la fuerza no proviene de la capacidad física, sino de la voluntad indomable, la joven cafetera Laura Melissa Márquez Hernández es la Mujer Comfenalco 2018-2019”.

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