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Región  |  17 diciembre de 2018  |  06:12 AM |  Escrito por: Edición web

Feliz año a las RAP

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Por: Eddie Polanía R

La Ley de Regiones quedó a tiro de ser aprobada en la Cámara de Representantes lo cual despeja ―en parte― el futuro de la RAP y de la RET. Que las entidades territoriales encuentren algún tipo de salida en el embrollado laberinto del ordenamiento colombiano, es comparable a la solución que pudiese encontrar Sísifo para dejar de empujar eternamente la roca que una vez subida a la cima de la montaña cae de nuevo al valle, para tener que reemprender de inmediato su tarea. Mientras a Sísifo lo condenó Zeus por su inteligencia y rebeldía, el castigo del centralismo lo impuso el Estado Colombiano por los intentos federalistas de municipios y departamentos, quedando condenados desde 1886, a un eterno peregrinaje a la capital ―a los ministerios, al congreso y demás instancias del sistema― a limosnear para sostenerse, semiosis que puede interpretarse como la obligada reverencia que hace el esclavo ante el amo en reconocimiento a su poder. Y que no intente el sujeto liberarse porque será merecedor de un castigo mayor.

El mito de Sísifo inspiró a Camus para reconocer la insignificancia del hombre en el universo, frente a lo cual lo único que reivindica el valor de la humanidad es la lucha por darle significado a la vida. La RAP es la primera manifestación concreta del intento de los departamentos por liberarse del absurdo dominio. El ministro Carrasquilla inspirado en el centralismo vetó la ley por inconveniente fiscalmente. Los departamentos colombiano inspirados por el reconocimiento constitucional de la autonomía y la descentralización no desisten, insisten en la pelea. El columnista del Heraldo, Miguel Vergara expresa a propósito: “La autonomía y el empoderamiento regional no son el capricho excepcional de unas élites por buscar la independencia o más recursos, es el grito desesperado de una sociedad que no se ve representada y que no encuentra un Estado que la escuche. Es la búsqueda constante del ser humano de hacerse responsable de su futuro”.

La Ley de Regiones ratifica, entre otras cosas, la legalidad de las aspiraciones territoriales lo mismo que la constitucionalidad de la RAP y la REP, en tanto figuras que pueden representar el comienzo de un sistema de ordenamiento en el que las regiones no se asfixien, en razón de las contradictorias y erráticas políticas del régimen central frente a la aspiración moderna de autonomía y descentralización. Si de verdad, conforme a la dinámica territorial que impone el modelo neoliberal en el mundo, las regiones son tan importantes, el Estado Colombiano no ahorra esfuerzos en negar esa realidad necesaria de estimular, pues no habrá región, ni competitividad ni desarrollo, si no hay descentralización y autonomía. Si en algún momento ha habido concesiones la posición oficial ―de ahora― es la recentralización, que significa “recuperar el terreno perdido”, como lo intenta el señor carrasquilla.

Acoger la estructura RAP-REP significa empezar a superar el mito de Sísifo: como que es el reconocimiento político de las regiones de que frente a la condena del Estado a morir en vida ―ascendiendo la montaña con la roca a cuestas, descansando mientras la piedra desciende, y volviéndola a subir― la opción no es el suicidio ni la resignación, sino por el contrario, reconocer que la liberación empieza construyendo socialmente un país desde las regiones, donde la gente vive, piensa y produce; no desde arriba, desde el Olimpo, donde la burocracia despilfarra.

El Espectador publicó ayer: “La plenaria de la Cámara de Representantes le dio vía libre el miércoles, en su último debate, a la denominada Ley de Regiones, una pieza fundamental en pro de la descentralización que entrega las herramientas para que se cumplan dos artículos de la Constitución Política: el 306, que permite a los departamentos constituirse en Regiones Administrativas y de Planificación (RAP), y el 307, que permite construir los cimientos hacia lo que se considera como un “un estadio de desarrollo superior en su vida administrativa mediante la figura de la constitución de Regiones Entidad Territorial (RET)”.

Antioquia está en contra de la RAP, argumenta que de aprobarse los departamentos recibirán menos recursos del SGP (Sistema General de Participación). El presidente Duque podría objetar la Ley de Regiones. El desarrollo es un asunto complejo donde se mueven variados intereses, y algunos quieren mantener el statu quo: el centro quiere seguir siendo el centro, Antioquia quiere seguir siendo Antioquia.

La RAP es una etapa de prueba: el examen que las regiones deben presentar para medir su capacidad de trabajar en equipo, su capacidad de gestión y liderazgo, su capacidad de satisfacer las expectativas de la gente mediante una propuesta nueva de territorio. A la siguiente etapa ―la RET― se llega por méritos y por consulta popular. En los años que vienen la RAP puede reprobar, o pasar con honores el examen. Todo dependerá de su eficiencia. Mientras tanto ¡Feliz año a las RAP!

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