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Editorial  |  04 enero de 2019  |  01:33 AM

Desorden y caos en las calles de Armenia

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Qué vergüenza con los turistas que por la temporada de Navidad y Año Nuevo llegaron al Quindío. Qué pena encontrar una ciudad capital, la “bella Armenia”, en un estado de desorganización y abandono tan grande que solo causa desconcierto y ganas de no volver, estado propio de la falta de gobierno y de autoridad, tras el desfase del municipio por los hechos de corrupción que provocaron que en un año la ciudad tuviera cinco alcaldes, y terminar sin realizaciones dejando todo en la retórica y la desidia.

Las céntricas calles de Armenia se vieron atiborradas de propios y visitantes pero igualmente de vendedores ambulantes de perecederos, de ropa, zapatos y toda clase de mercancías. Las esquinas de las carreras 15, 16, 17 y 18 se destacaron y se destacan porque en la propia calzada se ubican carretas o puestos de frutas que hicieron y hacen más difícil el tráfico de vehículos y de peatones, agregado a los carros vendedores de tinto que deambulan por la ciudad orquestados por empresarios que llenan sus bolsillos a costillas de mano de obra barata y necesitada, dejando una esquela de contaminación con el plástico de los pocillos del tinto.

Y qué decir de los vendedores ambulantes de frutas que utilizan automotores que estacionan en cualquier vía del centro de Armenia, al parecer, con la aprobación de la Secretaría de Tránsito y Transporte de Armenia, Setta. En todo caso, Armenia es un caos, el ARA de la carrera 16 con calle 20 se convirtió en la galería de la ciudad, en su salida, en el andén y en la calle los clientes de este establecimiento encuentran aguacates, mangos y toda clase de revuelto para el complemento de su mercado. ¡Qué despelote!, y qué prioridad tiene este supermercado en donde se forma un trancón fenomenal con la, otra vez, aprobación de los guardas de Setta.

Extraño resulta para muchos que los amigos ecuatorianos se instalen en las calles de Armenia cuando les da la gana, comercian su ropa que extienden a lo largo de los andenes, formando almacenes con mercancía a la vista. ¿Quién les permite ocupar el espacio público?, la administración de Armenia, quién más.

La Plaza de la Quindianidad fue el hazmerreír de los visitantes, incluso llegaron a afirmar que los funcionarios de la administración municipal tenían plaza de mercado propia. Pero más que una plaza de mercado o el sitio “temporal” de vendedores de perecederos para atender un mandato judicial, el lugar se volvió un espacio de venta de objetos de segunda y sobre todo de expendio de droga y lugar de prostitución, además hogar de indigentes, de jóvenes y viejos cuya voluntad fue calcinada por las sustancias psicoactivas.

No se cumplió y no se cumple con la tutela que ordenó desocupar el espacio público, nos imaginamos que la administración de Armenia debe ser sancionada por este incumplimiento, porque a decir verdad hasta la carrera 14 llegaron los vendedores de perecederos, entraron como Pedro por su Casa y ni siquiera hubo un pronunciamiento de parte de quienes defendían a viva voz el centro comercial de cielos abiertos La Calle Real.

El centro comercial de cielos abiertos, La Calle Real, que junto con el Parque De la Vida son los lugares turísticos más emblemáticos de Armenia, se vieron asediado por las carretas llenas de frutas, de carros de tinto, de vendedores de espigas y sahumerio, de helados, cholados, de minutos, incluso de ropa, de piscinas plásticas, de cosméticos y el colmo, hubo quien instalara en el lugar dedicado al arte plástico, un almacén de venta de tenis. Nada de autoridad, es decir que en poco tiempo, antes de la Navidad de 2019, la ganadora de la XXI Bienal de Arquitectura Colombiana de 2008 estará sometida a la voluntad de la economía informal.

Ojalá que el traslado de los vendedores de perecederos a la Placita Campesina que se cumple desde este 3 de enero, sea el inicio de poner la casa en orden, para lo cual debe haber autoridad y compromiso de los funcionarios públicos y de la ciudadanía en general.

No estamos en contra de los vendedores ambulantes, que quede claro. Estamos en contra del desorden y la falta de autoridad y de políticas que pongan fin a este problema social que crece cada días más en Armenia y cuyas propuestas de solución no dan los resultados esperados.

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