En los países que se rigen por un sistema parlamentario, una de las facultades con que cuenta el gobierno es el anticipo de las elecciones generales. Ante la ruptura de las mayorías que respaldan al primer ministro en el poder legislativo, o por la dificultad para lograr un consenso en la impulsión de diversas medidas, o bien debido a una crisis, el jefe del gobierno, como en el caso de España, puede anunciar la celebración de elecciones que renueven la totalidad de los poderes públicos.

En esta ocasión, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, planteó la posibilidad de adelantar los comicios, muy probablemente para el 28 de Abril, esto es, dentro de dos meses y medio. No obstante, otros líderes proponen el día 26 de Mayo, ya reconocido como el Superdomingo, cuando habrá elecciones municipales, autonómicas y al Parlamento Europeo, una fecha en la que todos los partidos medirán sus fuerzas para conquistar al electorado. Otros en el Partido Socialista, apuestan por el 28 de Junio, para conmemorar la proclamación de la Segunda República de 1931, pero ese llamado puede generar gran rechazo entre la ciudadanía, ya muy agitada con los debates sobre memoria histórica de la Guerra Civil y los tiempos que le precedieron. Y finalmente, están quienes prefieren esperar hasta el otoño, tratando de ganar tiempo para que la gestión de Sánchez tenga algo positivo para mostrar.

En sus cálculos políticos, Sánchez necesita salir pronto del laberinto en que él mismo y sus socios de conveniencia, los separatistas catalanes y vascos, pusieron a España, cuando prosperó la moción de censura contra el gobierno del Partido Popular, que lideraba Mariano Rajoy. Los Presupuestos Generales del Estado, que ascienden para este 2019 a casi 300.000 millones de euros, fueron rechazados por el Partido Popular, Ciudadanos, PDeCat, ERC, Coalición Canaria y Foro Asturias. El proyecto fue devuelto al Ejecutivo, y ahora Sánchez se enfrenta al bloqueo en el Congreso de los Diputados, junto con el proceso que se sigue en el Tribunal Supremo a los independentistas catalanes (“el procés”), con los cuales contemporizó para romper la unidad de España.

Ya en 1996, cuando no se habían completado tres años de su cuarto mandato, Felipe González, presidente desde 1982, se vio forzado a convocar elecciones anticipadas ante el rechazo de su proyecto de presupuesto, así que ésta es la segunda vez desde la Transición, que un gobierno del PSOE debe llamar a las urnas. Esto no es casualidad: las crisis económicas y políticas han sido causadas por los socialistas, y después, son los populares quienes deben impulsar reformas, con frecuencia impopulares, para restablecer el orden y reparar los daños. Esta vez, las posibilidades de que el Partido Popular regrese al poder, y más pronto de lo imaginado, son más altas que en 1996, con el triunfo de José María Aznar, y que en 2011, con la victoria de Mariano Rajoy y la consecución de la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. La imagen de Pablo Casado (PP), Albert Rivera (Ciudadanos) y Santiago Abascal (VOX), juntos en la multitudinaria manifestación del domingo 11 de Febrero en Madrid, para defender la unidad de España, fue señalada desde la izquierda como la “foto de la vergüenza”, o como “la foto de la derecha trifálica”. Con miedo y rabia, saben muy bien que después de las elecciones será la Foto de la Restauración.

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