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Columnistas  |  14 marzo de 2019  |  12:00 AM |  Escrito por: Carlos Alberto Agudelo Arcila

Desentrañismos

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Carlos Alberto Agudelo Arcila

Lectores que exigen un lenguaje que se acomode a sus presentimientos estomacales.

Fuerza bruta que resbala por la cuerda floja de la “razón bruta”.

Mundo paralelo 22:

Primero vendrá su sombra, luego la luz inventará la mujer imaginada.

Mundo paralelo 23:

Una sombra de jugo de mango, sobre el mesón de polvo… zumo existencial.

Mundo paralelo 24:

El agua del pequeño estanque es la única luz en este paisaje con una caterva de sombras humanas Unas a otras se aprietan junto a la diminuta iluminación ¿Estarán sedientas o evitan la oscuridad?

Todo cuanto no es vulgar es poético.

Ciertos críticos de arte deben hacerse un tratamiento para desintoxicar el hígado y su mordaz subjetivismo.

El cristianismo y otras religiones obligan a perdonar. Convierte al creyente en personaje central de una biografía, del escarabajo pelotero.

Si al murmurador le diera por murmurar sobre sí mismo, sería el primero en irse lanza en ristre contra sí mismo.

Unificar sueños a la orilla de realidades que entroncan esperanzas.

Viajo al interior de mí mismo a inquirir mi sangre, mi palpitar. A hondar los reflujos de mis sentidos. A develar mi soledad. Guardo silencio en la periferia. Hablo aquí. Rio allá. Me exteriorizo. Retengo mutismo en cualquier lugar. Me desenfoco en charlas primitivas y en ocasiones aleatorias con la enjundia intelectual, que de paso me abruma cuando se le impregna el sinsentido del vanaglorioso. En momentos estoy en un vacío que me es imposible de entender. Me convierto en el vacío. Soy el vacío que atraviesa la existencia. De pronto emerge y se expande hasta lo inconmensurable. Entretanto un silencio extenuante dentro de mí me hace llegar al otro lado ¿De qué? Una mosca vuela hacia la ornamentada tumba, tejida por la araña del tiempo. Todo fluye a través de la muerte, del silencio eterno, del vacío…

Perdón absurdo que conlleva a la catástrofe, de quien perdona.

En concordancia con nuestras desilusiones, ir por el mundo sin importar el paso andado. Vislumbrar sin temor la huella que ha de plasmar el paso vencedor, que da la muerte hacia la vida…

Se entra a la existencia a través del orificio, que nos vomita como algo insoportable.

Maldad que se encarna de hombre y el sentimentalismo, de manera equivoca, llama humano, sin entender que solo son pústulas con espíritu de maldad.

Cuerpos con espíritus coagulantes.

Olfateo éticas, en ciertas estatuas, con repugnancia.

Tengo oídos desarrollados para no creer en el político.

B. C. D. H. Z. A1. B2. Z elevada a la cuatromillonésima potencia menos el tercio formal del 2x2 = al canto del gallo, que anuncia la fórmula de la inmortalidad.

Ella escribe en el aire. Él, siente orgullo por los mensajes sabios que su esposa escribe…

El surrealismo hace del incoloro un tono de tal dimensión que lo incorpora como humor proteico en el lenguaje de la realidad.

El soñador debe tener la capacidad de llegar hasta la inmensidad, aquella que se encuentra a la orilla de la pisada por darse.

Filósofos que se ofuscan al escuchar el trino, mientras el poeta se extasía, cuando deambula por la periferia del pico cantor.

Cuando alguien se ahorca pienso en el lazo, en el árbol y en lo positivo de dichos elementos, al soportar el peso del pesimista.

Edificar la palabra con cimientos de la verdad.

Con análisis, creatividad y deducción objetiva, fluye la inteligencia auténtica.

El lienzo de la artificialidad se barniza con estupidez.

Treinta vocablos antes de llegar a un mundo perfecto, en el libro de ficción donde el corrupto no existe.

 

 

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