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Salud  |  11 abril de 2019  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

¿Cuánto vale una vida?

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Por Guillermo Salazar Jiménez

Confundido y sin dormir por el agudo dolor en el pecho y espalda decidió llamar al servicio de urgencias médicas. Aunque la presión está normal, lo mejor es tomar un electrocardiograma para despejar dudas, dijo el médico, vamos en la ambulancia.

Generalmente el personal del servicio médico de las instituciones de salud en nuestras ciudades y pueblos cumple con su labor en pobres condiciones de infraestructura. Según la Organización para las Naciones Unidas, ONU, en El Espectador del 3 de abril de 2019, uno de cada 4 centros médicos en el mundo carece de servicios básicos de agua, lo que afecta a más de 2 mil millones de personas.

Sin agua ni saneamiento, tampoco instalaciones básicas para la higiene de las manos y eliminación segura de los desechos sanitarios, los hospitales y centros de salud se debaten entre la angustia de médicos y enfermeras y la indiferencia de los gobernantes. Resulta igual de grave constatar la pobre infraestructura médica de que disponen tales instituciones para cumplir a cabalidad con el servicio. Equipos indispensables para preservar la vida y que, por la falta o poco número, favorecen la muerte.

La capacidad profesional del servicio asistencial del hospital San Juan de Dios en Armenia es innegable, pero como servicio público, parece condenado a prestar un servicio inadecuado. Por lo menos en el servicio de ecografía, actividad médica indispensable para prevenir causas y proteger la vida.

El ecocardiograma o ecografía del corazón es una técnica de imagen con ultrasonidos que permite apreciar la forma, tamaño y función del corazón. Es básico para confirmar diagnósticos y establecer el tipo de insuficiencia cardiaca de los pacientes porque permite apreciar la fuerza del corazón, movimiento y grosor de sus paredes; así como el funcionamiento de sus válvulas. Según expertos médicos, la ecografía es la prueba clínica de la imagen cardiaca más utilizada, tanto por sus efectos como por la relación costo – efectividad.

Lástima que en el hospital San Juan de Dios solo haya un ecógrafo. En pleno siglo XXI el Quindío está sin equipos básicos para atender a su población. Con razón el servicio colapsa y los casos de urgencia deben esperar horas o días. Es la realidad diaria de miles de personas; nadie debería sufrir tamaña situación y ningún trabajador de la salud prestar sus servicios en tan deplorables condiciones.

Según el doctor Javier Robledo V, “una ecocardiografía convencional es suficiente en el 80% de casos para obtener un diagnóstico concluyente de las patologías cardiovasculares más prevalentes, lo que lo convierte en la primera prueba en el manejo de los pacientes con sospecha de enfermedad cardiológica”. En salud pública, salvar vidas no tiene valor y duele saber que por $300.000, costo promedio de una ecografía, puede morir un ciudadano. Nadie está en capacidad humana de medir el costo de una vida, pero tasarla en los 360 millones que vale un ecógrafo, sorprende y enoja por la mezquindad con que se tiene postrada a la salud en Colombia.

 

 

 

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