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Columnistas  |  22 abril de 2019  |  12:00 AM |  Escrito por: Aldemar Giraldo

Las nalgas de Mockus

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Aldemar Giraldo

El abogado José Manuel Abuchaibe Escobar está feliz porque logró lo que buscaba: la anulación de la elección de Aurelijus Rutenis Antanas al Senado; primero lo intentó en el Consejo Nacional Electoral, pero no le copiaron; por último, presentó su pretensión ante el Consejo de Estado y el resultado ya lo conoce toda Colombia: esta Corporación falló políticamente y destituyó a Mockus, el verdadero impulsor de un cambio cultural al articular pedagogía, moral y política en la ciudad de Bogotá.

Según Abuchaibe, Antanas se inscribió a candidato al Senado estando inhabilitado por ser representante legal de una empresa contratista del Estado (Corpovisionarios), habiendo firmado un contrato con la Gobernación de Cundinamarca; el demandante se ha especializado en este tipo de juegos, por ejemplo, la destitución del exgobernador de la Guajira, Hernando Deluque; sus antecedentes no son los mejores; sólo lo conocen en la casa y en algunos espacios de la Guajira (toldas de Opción Ciudadana, sin personería jurídica y, luego, en el Centro Democrático).

El abogado de marras dice que no se trata de un tema “personal”; que trabajó a nombre propio y como apoderado del partido Opción Ciudadana- Oswaldo Ortiz, youtuber cristiano, quien se quemó en las pasadas elecciones - y de un candidato del Centro Democrático. Muy enredados sus vínculos políticos.

Llama la atención la rapidez con la cual obró el Consejo de Estado; cuando se trata de gamonales corruptos o padres de la patria de alto vuelo, sus carpetas duermen el sueño de los justos y luego quedan en un limbo jurídico, gracias al vencimiento de términos ocasionado por dilaciones y trabas de abogados defensores.

Qué gran ejemplo nos da Mockus cuando afirma que los fallos hay que respetarlos, así el resultado favorezca o afecte al demandado; no podría esperarse otra cosa de quien es considerado el colombiano más inspirador de valores éticos e intelectuales en el Congreso y cuyo verdadero mérito es no haberse robado un solo peso del erario. Sus acciones siempre han sido coherentes con sus afirmaciones y sus promesas de campaña se convirtieron en verdaderos compromisos con sus electores y detractores.

A Antanas lo conocemos por dentro, por fuera, por delante y por detrás; su “calvo” se hizo famoso en todas partes y le costó el puesto en la Nacional; su meada en público salpicó a muchos mojigatos hipócritas; mientras se horrorizaban, impedían el uso de la palabra y desconocían a quien podía darles verdaderas lecciones de ética y moral; bien lo saben que el valor del ser humano no se mide por el color del trasero o por el tamaño del chorro, sino por sus valores y acciones que favorecen a los demás.

Mockus se ha quedado sin puesto, pero con futuro, pues su cerebro y su corazón siempre serán coherentes y duros con la corrupción que permea todos los niveles; ojalá, nuestros políticos tomen sus enseñanzas ahora que quedaron huérfanos en el Capitolio. Como decía mi abuelo Vargas Vila: “La corrupción del alma es más vergonzosa que la del cuerpo”

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