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Cultura  |  12 mayo de 2019  |  12:00 AM |  Escrito por: Robinson Castañeda.

Bajo El Cielo Sucio: del vértigo a lo fragmentario

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Bajo El Cielo Sucio: Del vértigo a lo fragmentario

Texto escrito por Jorge Schultz. Poeta, reseñista literario y crítico de arte

He leído, con gusto, Bajo el cielo sucio, novela del escritor quíndiano José Nodier Solórzano. Primero por la fragmentación de la narración que le imprime velocidad a la historia, creando una polifonía como técnica o herramienta del arte de narrar contemporáneo.

También, con gusto, porque el autor conoce y domina el género y por eso su novela (a pesar de lo complejo de su técnica, de lo nutrido y parcelado de su tema que envuelve o no al lector a su antojo, que lo eleve a cimas de angustia o de deseo, o lo deposite en las superficies del horror) hace simple y sencillo lo difícil de narrar cada trozo de un cristal roto. Esta pericia nos cuenta una historia sin costuras en el desarrollo del argumento, que no es otro que ahondar en el ser y sus pasiones, fin último del artista y del arte.

En el mismo sentido puedo agregar, que el manejo del autor de su propio universo o aldea, viene repleto de una crudeza expresiva que, tamiza a partir de su mirada poética al ser humano en su relación con el mundo. Dicho de otra manera es intuir que cada asunto de su universo personal está en el sitio que le corresponde. Esta mirada del autor es el vehículo que transforma dicha crudeza en algo más rico, digerible y satisfactorio, como lo es la prosa poética de la obra. En un mundo de vértigos profundos y veloz como en el que quizá viva el ser humano hoy, salpicar de poesía los infiernos personales para convertirlos en literatura ya es una proeza, aunque muchos caractericen este esfuerzo de inútil; puesto que no puede existir la vida o el arte prescindiendo de ese elemento inexorable que llamamos poesía, y como el mismo autor escribe. "lo duro y maravilloso de la vida provienen de lo natural que ocurre en el alma, de esos pequeños y domésticos cataclismos de nuestras emociones. De tiempo en tiempo, nuestros propios sentimientos son tan crueles que nos asombran. No intuimos siquiera que tan oscuros y espesos puedan llegar a ser".

En la novela Bajo el cielo sucio se entre trama una urdimbre vital de historias familiares y de país, que van sin titubeos desde Armenia al norte del Valle del Cauca, se riegan por todo el Quindío, saltan y se devuelven desde Bogotá; todo en una receta o formula descarnada. En esta geografía convulsa e histórica, la pluma valerosa de José Nodier Solórzano va y viene y se desenvuelve con presteza, pasa del presente turbio al pasado doloroso sin que el lector lo note. Lo anterior ayuda a construir esa atmósfera fragmentada. Dicha trashumancias de tiempos, de personajes vivos o fantasmas, son un poderosísimo oleaje que me hicieron recordar el bello cuento de Cortázar Todos los fuegos el fuego; y es en este sentido que la novela como he dicho se eleva polifónica, un vasto coro de voces afinadas en las que las notas son un clamor que crecen o decrecen como surtidores de agua de una fuente de colores, manejada por manos invisibles y es así como devela el autor paisajes de esas geografías mencionadas y que disuelven sus fronteras para convertirse en paisajes íntimos o personales. De este entrecruzarse de voces nacen diálogos, el vértigo en el desarrollo de la historia y su fragmentación en amor y desamor, en frialdad de las relaciones, violaciones de todo tipo, el poder de la violencia ejercida sobre el otro u otra que piensa diferente o se expresa diferente, el crimen y la vejación, el machismo enfermizo ejercido sobre la mujer, el asesinato y los rencores familiares, el aborto forzado y las desapariciones también forzadas y las luchas políticas entre liberales y conservadores que aún hoy continúan con otros y tantos nombres, espejo roto y oscuro en el que nos seguimos mirando los colombianos.

Quiero decir entonces que la novela Bajo el cielo sucio, nos muestra de manera contundente las características y señales de la personalidad cultural del colombiano y que el país no ha cambiado en nada en su historicidad republicana, que continúan abiertas sus heridas como abismos de inequidad social. Bajo el cielo sucio, es un retrato, sepia, amarillento y borroso de nuestra sociedad pero que el autor lo pinta, lo susurra o lo grita en una prosa fina y pulcra para poetizar el horror de nuestra historia como país y de las familias como componentes del tejido social.

El terremoto de Armenia también está allí presente, también es un decorado de ese infierno, se ancla a la mitad de la historia en escombros grises en mitad del verde exuberante del Quindío. Si el autor evoca un paisaje es para borrarle las orillas y reafirmar los sentimientos del personaje, para explicar el sentimiento o una emoción mediante una balanza de precario equilibrio como lo demuestra su personaje Esperanza al decir:

"los seres humanos se van secando como si fuéramos, humedales que soportan la vida con dolores y alegrías" y después el autor con rabiosa crudeza, sin concesiones, remata con una opinión chocante pero no menos real y valida:

"Los seres humanos, además de un charco de agua (somos) un saco hediondo de nervios" Pero al final la pluma del novelista se alza para reafirmar la belleza que contiene el ser humano y salvarlo:

"Eran solo voces, repito, porque yo estaba perdida en los meandros de un guadual enorme cuya humedad me hacía estremecer de frío. Allí, en ese guadual, también había una leve batalla de vientos. Era una sola escaramuza de líquidos, aires y pájaro inmóviles" Prosa poética de principio a fin.

Por otra parte, la trashumancia de tiempos y personajes, se puede decir, es una simbiosis o mejor una amalgama técnica necesaria para contar esta novela. Su técnica aparentemente enrevesada crea un laberinto de voces, personajes e historias que el escritor resuelve a partir de su alter ego en manos de uno o dos personajes. En el de Albania, niña soñadora y objeto de deseo que se vive como víctima, y en el de Leopoldo como victimario. Esta aparente dualidad me hizo recordar una escena de la cinta Apocalipsis ahora de Francis Ford Coppola, en la que una de las personajes le dice al capitán, personaje central y difuso, perdido en los laberintos de la guerra que; en cada ser humano hay uno que ama y otro que mata.

En la novela se entrecruzan novelas de otros autores que crean un trasfondo como signo o génesis, como mensaje cifrado, o luces tímidas de un faro que en medio de la oscuridad nos hace desde una playa lejana el autor.

Siguiendo las huellas de esa trashumancia el lector no puede dejarse confundir. Bajo el cielo sucio es una novela totalmente contemporánea, escrita desde el hoy para el hoy aun cuando hable de otros tiempos, de la mitad del siglo xx o de finales del mismo siglo, por lo tanto lo voy a decir y no voy a pedir permiso; es si se quiere esta novela, atemporal! Temas como la doble moral que afecta a varios y a uno de los personajes en particular y me refiero al caso del Vampirito de Andalucía que era capaz de asesinar personas pero nunca a un animal y todo esto agarrado de los huevos de Dios.

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