Es de público conocimiento que a nivel mundial el fenómeno de las parcialidades en el futbol se ha convertido en un problema más para los gobiernos y los órganos de seguridad. Vamos a remitirnos a los hechos actuales para no extendernos en lo histórico del asunto que data desde los años 40 para nuestro continente. En la actualidad las barras bravas o hinchadas del futbol se caracterizan por ser agrupaciones donde convergen en su gran mayoría adolescentes y jóvenes seguidores de un equipo de futbol por herencia o por simple simpatía.

La mayoría de estos individuos llegan a las barras bravas atraídos por el colorido, el tinte carnavalesco y el ambiente festivo de las mismas, la idea de cantar al unísono en medio de cientos o miles de personas arengas para alentar a su club es alucinante. Las puestas en escena, los bombos, los trapos y demás son los lados más positivos de estos colectivos. Una vez adentro te das cuenta que es una familia. Pero que no es la única, existen más familias, mas grupos, mas barras y no entendemos como o porque pero son el enemigo.

Razones históricas, futbolísticas, políticas y hasta religiosas enfrentan a las barras del futbol y no solo las enfrentan con sus contrapartes también se enfrentan entre sí por disputas internas de poder económico y político, protagonismo o simple vandalismo. En países como Inglaterra y ucrania se ha podido controlar a los Hooligans una vertiente europea de las barras bravas.

En los años 90 la ex primera ministra del reino unido Margaret Tacher impuso su mano de hierro al decretar el derecho de admisión en los estadios de la premier league para barras e hinchas violentos después de años de muertos, heridos, detenidos y batallas campales en torno al futbol inglés. Durante casi 30 años se ha podido controlar a estos “hinchas” pero la pregunta que surge es ¿para cuándo en Suramérica? Países como argentina, chile, brasil y uruguay han adoptado medidas represivas tales como la prohibición del hincha visitante, la carnetizacion de los integrantes de estos grupos o sanciones hasta de un año para los clubes los cuales sus barras generen violencia.

Esto no ha servido de mucho. Si ha disminuido en un muy pequeño porcentaje la violencia en torno a los partidos de futbol pero la ha trasladado a los barrios y calles de cada ciudad lo que demuestra que la formula no es 100 % efectiva y solo transforma y desplaza las violencias o conflictos del “Barrismo” a otros escenarios de la sociedad. En Colombia no es menos preocupante la situación la ley 1270 de 2008 para la seguridad, comodidad y convivencia en el futbol no es clara a la hora de regular y penalizar a las barras bravas del país.

Expertos internacionales que han revisado esta ley colombiana la cual entro en vigencia en el año 2009 opinan que tiene vacíos de forma, es netamente represiva y no propone construcción de espacios para la sana convivencia y desarrollo de las actividades recreativas y culturales en torno al futbol dentro de una barra popular u organizada. La historia nos ha demostrado que la represión y la imposición de modo abrupto solo nos lleva a generar más violencia, odio, disenso y nos condena a un futbol desorganizado, intolerante, violento y excluyente.