Me imagino que con esta columna me va a llevar el que me trajo y me van a cancelar la visa americana, máximo documento que porta un latinoamericano en momentos de gloria o de tristeza, como si se tratase del permiso para pasar del purgatorio al prometido cielo o la panacea para la pobreza y la desocupación.

Lo grave es que me voy a quedar sin poder conversar con Mickey Mouse, “en persona”, como también, con los deseos de apreciar las contorneadas piernas de la Mujer Maravilla, el uniforme original de Superman, el escudo indestructible del Capitán América o los libretos autóctonos de Thanos, Iron Man, Thor, Spider-Man, Viuda Negra, Loki, Doctor Strange, Nebula, Harley y Falcon, tan famosos en la tierra del Tío Sam y en el rancho del mono de la peluca.

Creo que si los magistrados “se manejan bien” no tendrán problemas con la Embajada; basta con aceptar lo rechazado por Mr. Duque (seis artículos de la Ley estatutaria de la JEP), permitir el uso de glifosato en las plataneras del sur y no entorpecer la extradición de bacalaos a la “Tierra Prometida”. Si nos dejan sin visa, les quitamos el perico y la maracachafa y ahí sí quedan mamando; se enloquecen y seguro que nos invaden para recuperar la materia prima de su locura. Toman posesión de lo que les pertenece por naturaleza y globalizan el mercado de la “samaria”, “la punto rojo” y el éxtasis llanero; en definitiva, los monos ojiazules empiezan a “volar” desde nuestras cordilleras con ramas y polvos naturales envueltos en hojas de Congo.

Tremenda manera de presionar a la justicia colombiana, con sólo quitarles a los magistrados la visa de turistas o incluirlos en la “lista Trum”, como si se tratase de narcotraficantes, reducidores o jíbaros de la peor calaña. Lo grave es que a los tres días los llaman a la embajada y les dicen que “era charlando”. Debe haber un contubernio entre altas autoridades colombianas y el gobierno norteamericano y ya sabemos para qué: para instaurar un ataque sistemático a la integridad del Poder Judicial, en general y, en particular, contra algunos magistrados de la Corte Constitucional y el presidente de la Sala de Casación Penal.

Esperamos que se tomen decisiones sin presión, sin favoritismos, predisposiciones ni prejuicios. Que los magistrados puedan decir: “No podemos ir, Mr. Trum; estamos ocupados; iremos el año entrante si mejora la cosecha”. Como decía mi abuela:” No les creas a los monos, siempre tienen una raya escondida”.