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Cultura  |  19 mayo de 2019  |  09:05 AM |  Escrito por: Edición web

Los museos del Quindío, sus contingencias y dificultades

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Por: Roberto Restrepo Ramírez

El 18 de mayo se celebra el Día Internacional de los Museos. Es quijotesca la puesta en funcionamiento y sostenibilidad de los museos en Colombia y-por supuesto- en el Quindío. Muy contadas excepciones se han presentado para que el “lugar donde se rinde culto a las musas” sea estable en su existencia física y en su permanencia en un determinado contexto.

Esa excepción en el Quindío corresponde al denominado Museo Nacional del Café. Es en realidad lo que hoy constituye el Parque Nacional del Café, en Montenegro, y que inició como un interesante proyecto cultural que tendría como eje central la exhibición museística sobre el emblema agrario colombiano, pero que hoy cambió su misión al convertirse en el “principal parque temático de diversiones mecánicas del país”.

Mención especial merece el Museo del Oro Quimbaya de Armenia. Comenzó en 1986 como uno de los seis museos del Oro de Colombia -junto con los de Cali, Pasto, Santa Marta, Cartagena y Bogotá. Cerró temporalmente sus puertas en abril de 2019, con la promesa de reabrirlo con nuevo guión y conceptos museográficos dos años después. No obstante la voluntad de las directivas nacionales del Banco de la República por mantenerlo en el corazón del Paisaje Cultural Cafetero, la realidad que se vivió en los últimos años es la de un espacio que era poco visitado y desaprovechadas las magníficas ofertas de índole cultural de su programación. No es difícil pensar que la mayoría de los quindianos no conocieron sus instalaciones en los 33 años de funcionamiento.

En las casas de la cultura de todas las localidades del país siempre existido una pequeña colección arqueológica. Esos objetos de piedra, cerámica, hueso humano y concha que conforman tales muestras, se exhiben aún en un criterio que -al decir de los conocedores de la museología-no alcanzan a ser museos, pero cumplen la función educativa de divulgación. En el Quindío sólo las muestras de Quimbaya, Montenegro, Pijao, Génova y La Tebaida responden a ese criterio, gracias al registro arqueológico de sus piezas y al empeño que han colocado algunos gestores o funcionarios del ámbito cultural. En el resto de municipios, el descuido, la falta de rigor y hasta la pérdida de algunas piezas, son la constante en su exhibición al público.

La muestra arqueológica de La Tebaida es el último producto museográfico interesante que se construyó. Está al interior de un edificio que estuvo a punto de convertirse en un “elefante blanco” y que hoy se conoce como el Museo del Quindío. Su nombre dista mucho del objetivo de exhibición, porque deberían aparecer muestras museográficas de todos los municipios. Aunque también es cierto que, en los últimos años, el impulso impreso por sus gestores culturales viene convirtiendo dicho espacio en un múltiple crisol de oportunidades para el buen empleo del ocio y el tiempo libre, lo que convierte al proyecto en un aspecto muy prometedor.

Existen dos muestras arqueológicas en otras instituciones. Se trata del Parque de Recreación de Comfenalco y del Colegio INEM de Armenia.

Otro montaje cultural y museístico interesante es el instalado en el Jardín Botánico del Quindío, en Calarcá, a través de lo que se ha convertido en la exhibición documental sobre palmas en general más completa de Colombia.

Un museo interactivo existe en Filandia, donde a través del Centro de Interpretación del Bejuco al Canasto se trata de llegar a los visitantes para informarlos sobre el arte popular de la cestería de bejucos.

Las facetas absurdas de un destino turístico –como es el Quindío- frente a su disponibilidad de museos, lo ofrece el Museo de Arte de Armenia y el Quindío, conocido con la sigla de MAQUI. Es un excelente emprendimiento artístico, que contiene obras muy valiosas, mostradas con buen criterio, al interior de las bodegas antiguas de la Estación del Tren de Armenia. El lunar consiste en el acceso al lugar, que no ha permitido su conocimiento para la comunidad de la capital del Quindío. Esto, debido al temor que aún despierta este convulsionado sector, que refleja un estigma para el desarrollo de las actividades en general.

Muchos museos –o proyectos de museos- tuvieron una duración efímera, como es el caso del Museo de Geología, Suelos y Clima del Quindío, en Armenia. El Museo de la Guadua, el Museo “Humanismo Local Solidario” de Calarcá y el Museo Arqueológico del Quindío, que ahora pertenecen al pasado. El último mencionado constituía la colección del Banco Popular en Armenia, la cual hoy se ha proyectado en la Sala de Exhibición Arqueológica de la Universidad del Quindío, que abre sus puertas al público de lunes a viernes en la carrera 16-calle 20 de la capital del Quindío. Sin embargo, la soledad de su pequeña instalación refleja el poco interés de los cuyabros en esta línea de exhibición.

Mientras transcurre la vida municipal, el museo trata de sobresalir en ese trajín de la cultura. Algunos son esfuerzos oficiales, como la Casa Museo Cipriano Echeverri en Circasia y otros son emprendimientos particulares que avanzan con muchas dificultades.

El de Circasia funciona en una casa histórica, pero ha tenido fallas en su administración, hasta el punto de extraviarse algunos objetos vinculados a su espíritu de creación, como fueron las miniaturas pictóricas del pintor popular del que tomó su nombre. No obstante, en su Casa de la Cultura se exhiben las obras del maestro Antonio Valencia, oriundo de ese municipio.

Son destacadas las colecciones arqueológicas de la Gobernación y la Asamblea del Quindío, que se exhiben tras vitrinas, en sus respectivos pisos, y cuyo origen se remonta al periodo posterremoto, cuando cientos de vasijas y objetos fueron rescatados de manos de guaqueros e inescrupulosos que pretendían comerciar las piezas. También se exhiben allí algunas cerámicas que fueron encontradas en investigaciones arqueológicas, como la pequeña alcarraza encontrada en una excavación en la calle principal de Quebradanegra (Calarcá) y que se encuentra en otro espacio importante de la Gobernación, frente al mural La Epopeya del Quindío, obra del maestro Antonio Valencia.

Los museos, o lugares que fungen como tal- y que son manejados por particulares -son de variados matices-. A todos se les abona el alto interés de sus propietarios, pero también se destacan las dificultades para permanecer abiertos siempre. Entre otros están la Casa Museo del Centro de Documentación e Investigación Musical del Quindío, en cercanías del Parque Uribe Uribe de Armenia, único centro de estas características en la parte andina de Colombia. El Museo Gráfico y Audiovisual de Calarcá. El Museo Casa de los Abuelos de Filandia. El proyecto Museo de Ciudad, de carácter itinerante, del Centro de Estudios del Patrimonio CEPA. La exhibición de la Fundación Calle Bohemia. La exhibición de la Fundación Territorio Quindío. Y el último, instalado en la carretera Cruces-Filandia, el Museo del Disco y la Música. Todos ellos, enfrentados en algún momento a su cierre temporal o definitivo.

Los quindianos también pueden acceder a información museográfica en espacios abiertos. En varios lugares del departamento esto se hace a través de los mogadores, estructuras de metal y vidrio donde se coloca la información textual y gráfica. Estos lugares son: el parque principal de Quimbaya, el Instituto Quimbaya, donde se presenta información relacionada con las tumbas de cancel; la Plazoleta Centenario de Armenia y la Plazoleta de la Asamblea. En esta última, sus mogadores exhiben actualmente 18 lonas alusivas al tema del Tesoro Quimbaya.

Una región que es Patrimonio de la Humanidad sin museos, es lo que puede esperar al destino del Quindío, si no se da lo que más mueve tal iniciativa: la apropiación social de sus habitantes.

 

 

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