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Columnistas  |  26 mayo de 2019  |  12:00 AM |  Escrito por: Aldemar Giraldo

Se tiran las pelotas de Seuxis Hernández

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Aldemar Giraldo

No voy a utilizar el alias de este señor, pues desde niño detesto los apodos y seudónimos; ya en mi pueblo natal sufrí el acoso hacia mi familia; nuestros nombres y apellidos no se pronunciaban y se referían a mis consanguíneos por medio de un remoquete hiriente y descalificador, Además, he creído que quien usa doble o triple identificación trata de esconder algo de su vida o busca impresionar al público para vender su imagen.

En el caso del señor Hernández, unos acusan, otros recusan, muchos dilatan y los demás se “tiran la pelota; por eso es bueno ser “importante” en Colombia, pues así, un proceso se puede alargar todo lo que se quiere hasta que se vencen los términos, se falla políticamente, se engaveta el sumario, o, en últimas, se condena a la nación a pagar costas y perjuicios.

El caso de don Paucias se puso caliente cuando fue acusado de conspirar para traficar cocaína a los Estados Unidos y solicitado en extradición por el gobierno de Mr. Trum; según las buenas lenguas, este delito se cometió después del 1° de diciembre de 2016 y, por ser un reinsertado, la JEP era la instancia que debía investigar y confirmar la fecha de la infracción cometida por don Seuxis; con gran sorpresa, la Jurisdicción Especial para la Paz ordenó la “libertad inmediata” del líder de la exguerrilla Farc, detenido en una prisión en Bogotá desde abril de 2018 y pedido en extradición por EEUU.

Su salida de la cana se convirtió en un show mediático; don Seuxis Paucias apareció por la puerta de la Picota en silla de ruedas y haciendo la señal de victoria con sus dedos índice y medio de la mano derecha; sus copartidarios lo aplaudían, mientras sus opositores lo abucheaban y señalaban de terrorista y asesino. La libertad duró poco y fue recapturado por la Fiscalía, abriéndose así un nuevo lío jurídico alrededor del exguerrillero.

Entre las pruebas que tiene la justicia colombiana en su contra están el famoso video que circuló esta semana de la cita del señor Hernández con supuestos narcos mexicanos y, sobre todo, una nueva declaración de Marlon Marín, el famoso sobrino de Iván Márquez quien hace un año se encuentra en los Estados Unidos colaborando con la justicia de ese país.

Sobra advertir que el señor Paucias fue miembro del Estado Mayor Central de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y uno de los jefes del Bloque Caribe de este grupo, también estuvo ligado a las estructuras del Caribe y el nororiente del país; su seudónimo (Jesús Santrich) corresponde al nombre real de su mejor amigo y líder estudiantil, asesinado en 1990.

Sus abogados defensores afirman que no puede ser juzgado por la justicia ordinaria por ser senador de la República, pero esta condición no se da, ya que no se ha posesionado, aunque haya sido elegido y reconocido como tal. Se está juzgando a un ser humano con su historia y su incidencia en el contexto colombiano, no a un santo o a un mártir de la Iglesia; sin embargo, su juicio no puede convertirse en herramienta de campaña política ni en insumo para la polarización del país.

Este es el momento para demostrar la verdadera independencia del Poder Judicial y alejar a los caudillos y falsos mesías de las decisiones, que en ningún momento pueden tener tinte político. Como decía mi abuela: “Cuando la fuerza manda, la ley calla”.

 

 

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