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Columnistas  |  27 junio de 2019  |  12:00 AM |  Escrito por: Diego Luis Ramírez Hincapié

Eslac, Escuela de Liderazgo Ambiental y Comunitario

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Diego Luis Ramírez Hincapié

La creciente preocupación mundial por el deterioro en el medio ambiente debido al calentamiento global, cuyo efecto directo ha sido el consecuente cambio climático, ha concitado la adopción de políticas públicas de los gobiernos nacionales, regionales y locales, y el replanteamiento de otras políticas permisivas en el sector minero y megaminero que van en contravía de lo amigable ambientalmente.

No se trata, entonces, de una moda pasajera y desechable ser ambientalista; ni un arrebato de una, dos o tres docenas de “peludos” que protestan, en las calles y avenidas de las ciudades o villorios, contra la megaminería, por ejemplo.

No. El asunto va más allá. El tema es la toma de conciencia de una visión apocalíptica que atormenta a las nuevas generaciones, y a las viejas también, sobre la potencial desaparición del planeta que habitamos; de nuestra verdadera, singular, irremplazable y única casa: la tierra.

En los prolegómenos y debates que suscitan estos asuntos, surgen en la región, en buena hora, entes institucionales que se alían para crear la Escuela de Liderazgo Ambiental y Comunitario, ESLAC, como típica muestra de lo que puede realizar el sector privado, en este caso EFIGAS, y el sector público por intermedio de la Gobernación del Quindío, a través de la Secretaría de Agricultura.

Ya no es tema solo de sabios o eruditos debatir públicamente el impacto nefasto de las malas prácticas ambientales y del calentamiento global con su fatal incidencia en el cambio climático.

Ahora es de dominio público y de conocimiento general y popular que seis gases de efecto invernadero son los causantes del CALENTAMIENTO GLOBAL: el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el oxido nitroso (N2-0), los hidrofluorocarbonos (HFC), los perfluorocarbonos (PFC) y el hexafluoruro de azufre (SF6).

El Protocolo de Kyoto compromete a los 37 países más industrializados a disminuir el uso y efecto de los gases de efecto invernadero; la Convención de París solo alienta a los países a hacerlo.

El planeta azul, la tierra, nuestra casa, debe dejar de depender de los combustibles derivados del petróleo (fósiles) y del carbón, los dos altamente contaminantes.

Siete millones y medio de seres humanos esperan hoy con expectativa el desarrollo de estos acontecimientos; en el año 2050 seremos diez mil millones.

Los cerca de cuarenta estudiantes del Diplomado de la ESLAC (Segunda Versión) también esperamos contribuir, con siquiera un ápice, a un mejor vivir de todos los quindianos, bajo esquemas de buenas prácticas amigables con el medio ambiente, que al serlo así, también lo serán con la vida.

 

 

Pijao, 25 de junio de 2019

 

DIEGO LUIS RAMIREZ HINCAPIE

diegoluisramí[email protected]

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