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Columnistas  |  14 julio de 2019  |  12:00 AM |  Escrito por: Guillermo Salazar Jiménez

Autogoles históricos

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Guillermo Salazar Jiménez

Espectáculo de multitudes, eso es lo que dicen, señaló frente a la pantalla del televisor, pero también para encubrir otros actos. Entrenador del equipo, donde jugaba su hijo, veía los partidos, con el objetivo de analizarlos y comentar jugadas con sus pupilos.

El viernes 28 de junio resultó tan aburrido el partido entre Colombia y Chile que tuvo tiempo de pensar en la hermosa versión de un niño de 7 años sobre la creación del mundo. Juan Villoro en su libro Dios es redondo relata que éste, amigo de los niños, bajó del cielo a jugar fútbol con ellos y que “Dios chutó tan duro la pelota que cayó en un rosal y se ponchó. Al explotar la pelota, se creó el universo y todas las cosas que conocemos.”

Tomó su libreta y anotó: durante los 94 minutos de juego, Colombia nunca llegó con peligro; Ospina nos salvó a los 10 minutos, y a los 15 el VAR, anuló el gol de Chile. Su ataque por las bandas, la presión en el medio y la decisión, como equipo, nos superó en toda la cancha. El segundo tiempo fue peor, James no condujo y tampoco obedeció las reiteradas órdenes de Queiróz; los cambios fueron inútiles. A los 80 el VAR vuelve a salvarnos, fue gol de Vidal, el mejor. Los penales hundieron nuestra esperanza. Tesillo, en entrenamientos fue el mejor pateador de penales y, a la hora de la verdad, falló. Muchos afirman que le falló a Colombia.

Apagó el televisor para no escuchar los comentarios y salió. Mientras fumaba un cigarrillo recordó: aunque los goles son la expresión máxima del partido y los que dan campeonatos y copas –Pelé anotó 1.283 goles en 1.367 encuentros, tiene el record mundial de 92 ocasiones en los cuales marcó tres goles en un mismo partido –, los autogoles tienen su historia. El más recordado fue el de Andrés Escobar, el caballero del fútbol. Ocurrió otro viernes, el 2 de julio de 1994, pocos días después de salir eliminados por USA, 2 a 1, con su autogol. Seis disparos acabaron con una figura del fútbol en una discoteca de Medellín.

Pero hay otros autogoles históricos, pensó, los que metieron las autoridades a los colombianos. Mientras el Palacio de Justicia ardía en noviembre de 1985, y 98 personas eran masacradas, 11 magistrados, la ministra Sanín, a las 8.30 PM ordenó no pasar las imágenes y entretenernos con el partido Millos contra Unión. En 2001, para desempañar la silla vacía en el Caguán, los colombianos celebrábamos la copa américa, único galardón. Para tapar el escándalo de la parapolítica, en 2006, el gobierno se empeñó en anunciar que buscaría, por todos los medios, ser sede del mundial.

Hace poco, al general Nicacio Martínez, lo salvó la Copa América del escándalo sobre la resurrección de los falsos positivos; como al Congreso, del triste e irresponsable hundimiento de la Ley anticorrupción. Son momentos de la historia, como un partido de fútbol, y nosotros espectadores ausentes.

 

 

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