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Columnistas  |  18 julio de 2019  |  12:00 AM |  Escrito por: Aldemar Giraldo

La segunda instancia para los de arriba

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Aldemar Giraldo

Siendo niños, mi hermano y yo nos robamos unas tablas de formaleta de la construcción que estaban haciendo en el solar vecino; la obra correspondía a una de las parroquias de nuestro pueblo natal; el objetivo era construir un “carro de madera” para echarlo a rodar por la falda; la madera que nos sobró la guardamos en el zarzo y se convirtió en la “prueba reina” de un robo continuado. Muy sencillo, nuestro padre fue sacado del hogar por tres policías, mientras los vecinos lo señalaban con mirada inquisidora. Se convirtió en un vulgar ladrón que se lucraba del patrimonio sagrado

Nueve meses purgó en prisión de tercera; no valieron ruegos ante las autoridades centrales de la Iglesia católica; pagó por bobo y por pobre; el dinero disponible era para el abogado, de allí los sufrimientos de ocho hijos y una esposa que se transformó en pobre vergonzante. En ese entonces, como hoy, la Ley era para el de ruana. No sé si mi padre podrá favorecerse de lo que solicita el Centro Democrático para el exministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias; el único problema es que mi padre falleció el 9 de marzo de 1978.

Don Andrés fue condenado a 17 años de prisión por la Corte Suprema de Justicia, en el año 2014 por cuenta de las irregularidades en el programa de Agro Ingreso Seguro; este buscaba darles subsidios a los empresarios del campo que en ese momento tenían que enfrentarse al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos; el fin era loable, pero en su ejecución, los terratenientes, en especial, de la Costa, fraccionaron los predios para poder tener más dinero. Arias fue hallado responsable de los delitos de peculado por apropiación a favor de terceros y celebración de contratos sin el cumplimiento de los requisitos legales. Al darse cuenta de su condena, “Uribito” se marchó con su familia para los Estados Unidos (en lenguaje claro, se fugó) y desde ese momento se convirtió en prófugo de la justicia. Trató de encontrar asilo político en la tierra del Tío Sam, sin lograrlo.

La batalla jurídica en el país del Norte se ha convertido en una novela de ficción; sus copartidarios, incluyendo al presidente Uribe, su vicepresidente Duque y el actual embajador de Colombia en los Estados Unidos, señor Francisco Santos Calderón han hecho hasta lo imposible para convertirlo en niño bueno y perseguido político.

El 28 de septiembre de 2017, un juez federal de los Estados Unidos decretó la extradición a Colombia del exministro de Agricultura; Arias fue puesto en detención y llevado a una cárcel por el riesgo de fuga. Extraditado y, sin que nadie lo notara, llegó a Bogotá el pasado viernes; no sé por qué no lo “boletiaron” como a los otros que han despachado desde USA; no hubo fotos ni periodistas, ni declaraciones del Ministro de Defensa; todo fue al escondido para evitar sufrimiento y vergüenza del niño de Uribe.

La cosa no para allí, el Centro Democrático, con el actual presidente a la cabeza (Don Alvaro Uribe), quiere radicar un proyecto que posibilite la segunda instancia de manera retroactiva para aquellos condenados en única instancia, es decir, por un solo tribunal. No buscan otra cosa que justicia para todos los colombianos que han sido juzgados y condenados en única instancia; no se trata de favorecer a Andrés Felipe, no faltaba más; simplemente, se busca la universalización de la justicia retroactiva en nuestra sufrida Colombia. Esto, en el contexto democrático, significa trabajar por la polis. Hermoso ejemplo para todos los países hermanos.

Qué dicha que mi padre hubiese vivido en los tiempos de la “mano firme y el corazón grande”; otro gallo cantaría en el gallinero y las tablas de formaleta se habrían convertido en Tablas de la Ley; no hubiese sido ladrón, sino perseguido por la Iglesia. Como dice mi madre:”Roben harto para que lleguen, al menos, a un Ministerio”.

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