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La Cosecha  |  30 julio de 2019  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

200 años del Pantano de Vargas, el camino hacia la libertad

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Por Roberto Restrepo Ramírez

Lo que se celebró en Colombia el 25 de julio de 2019 – la batalla del Pantano de Vargas – son los 200 años de una confrontación feroz, que deben recordar muy bien los boyacenses, pero que también es importante para el resto de los colombianos.

La inconcebible ausencia de la enseñanza de la historia en los establecimientos educativos en el país, ha dejado en los jóvenes una lamentable marca de indiferencia por el conocimiento de sus hitos, sus símbolos patrios y sus fechas patrióticas. Prueba de ello es que sólo en el departamento de Boyacá se está rememorando aquella gesta libertadora de hace dos siglos, con sus actos académicos en el Monumento a los Lanceros, escultura del maestro Rodrigo Arenas Betancur.

Cuánta falta nos hace en el Quindío el establecimiento de las cátedras y de las tertulias históricas. También extrañamos las pláticas que realizábamos con aquellos personajes de los municipios y con quienes recordábamos, así fuese en cafés de plaza, las glorias de aquellos días de la independencia y la libertad de Colombia.

En especial, hago remembranza de don Helio Fabio Henao Quintero, en Circasia. Unos meses antes de su muerte - y con las dificultades que representaba su desplazamiento físico en vehículo – tuvo la deferencia de asistir a una de mis charlas en el Centro Local de Historia en Filandia, para entregarme su última publicación, una juiciosa compilación escrita sobre los principales hechos de la vida constitucional de Colombia, con las reseñas históricas que le antecedieron.

Su vocación de consulta bibliográfica le había servido para publicar, en 2008, otro de sus libros interesantes, titulado “Diálogo con Simón Bolívar el Libertador”. En él, en las páginas 123 y 124, resume con detalles los aspectos importantes de la Campaña Libertadora, desde la salida de Bolívar de Mentecal (Venezuela) en marzo de 1819, pasando con sus tropas el río Arauca, y sus pasos difíciles por Tame, Pore y el ascenso penoso al Páramo de Pisba en junio. También nos recuerda la victoria de Santander en su defensa del pueblo de Paya y la llegada de las tropas a Socha en julio de ese año. Igualmente nos trae a la memoria las peripecias de la avanzada en Tópaga, Gámeza, Tasco y otros sitios históricos del hoy departamento de Boyacá.

En su “diálogo” con el Libertador, que es el atractivo semántico del libro, don Helio Fabio Henao, nos presenta la siguiente alusión de Bolívar a los momentos previos a la batalla del Pantano de Vargas, en ese valle angosto, situado a unos kilómetros de Paipa y recorrido por la quebrada de Vargas, que formaba en esa época grandes pantanos y hondos tremedales:

“Con el fin de obligar a Barreiro a combatir en un terreno menos ventajoso para él, al amanecer del 25 de julio salí por el camino del Salitre de Paipa, en la mañana. Pasé el río Sogamoso que atraviesa la llanura de Bonza. Al mediodía, cuando desfilábamos por el sitio denominado Pantano de Vargas, nos encontramos con los realistas que habían ocupado las alturas, con el fin de contrarrestar nuestra marcha.”

“Ocupamos una posición poca ventajosa para nosotros, el flanco derecho lo protegía el Pantano. El General Santander subió a las alturas y dominó el flanco izquierdo con su ejército. Enfrentados en las acciones de guerra, la victoria parecía favorecer a los realistas. El Coronel Jaime Rook, con la Legión Británica, desalojó los españoles de la posición que tenían en las alturas. Barreiro lanzó un ataque y recobró el terreno, y cuando todo parecía perdido llegó el coronel Juan José Rondón, jefe de un escuadrón de llaneros, entonces, di aliento a todos, y a Rondón le dije: “Coronel, salve usted la patria”, sin oír más, el jefe llanero dio una extraordinaria carga de caballería y obligó a huir a los realistas. Otra parte de la caballería conducida por el teniente coronel Lucas Carvajal, venció los españoles en el camino principal; la infantería cargó con furia y los obligó a refugiarse al extremo occidental del Pantano. Con la llegada de la noche se terminó el combate.”

Hasta aquí, el diálogo imaginado de Bolívar sobre aquella batalla.

Pero otros detalles de ella la historia se ha encargado de confirmar.

 

Los datos de las crónicas ofrecidas por diferentes historiadores – y en distintas épocas – corroboran la importancia de este suceso. En el escrito “Memorial del Estado Mayor del Ejército de Colombia”, el general Vergara y Velasco anota que aquella fue una “batalla indecisa, tácticamente hablando”, lo que quiere decir que al principio ella representó la derrota de las fuerzas republicanas a tal punto que en un momento las tropas realistas se dejaron arrebatar del triunfo y uno de ellos exclamó “Viva España, ni Dios me quita la victoria”.

El venezolano Lino Duarte Devel escribió sobre la batalla del Pantano de Vargas: “Considerada desde el punto de vista militar, la batalla de Vargas decidió la campaña de la Nueva Granada. No fue un combate decisivo en el sentido material de la lucha, pero cambió la situación de los combatientes y obligó al español a estar a la defensiva, que era lo peor que pudo haber hecho en aquellas circunstancias”.

Las noticias siempre endilgaron el triunfo de esta batalla a los valerosos lanceros del comandante Juan José Rondón, que acompañaba al Libertador y quien le dijo en el trance más difícil, cuando atacó la avanzada realista: “Cómo se ha de perder la batalla, si ni yo ni mis jinetes hemos peleado?” Déjenos, vuestra Excelencia, hacer una entrada.” Bolívar le contestó aquella famosa frase que pasó al registro histórico. Rondón se levantó sobre el caballo y se lanzó a la carga con su grupo salvador de catorce hombres que lo siguieron.

Siempre supimos que estos quince héroes marcaron esa tarde la batalla decisiva del camino a la libertad. Pero pocas veces hemos conocido sus nombres, a excepción del señalado como Inocencio Chincá. Los otros trece valientes fueron: Juan Mellao, Valentín García, Miguel Lara, Domingo Mirabal, Celedonio y Roso Sánchez, Cruz Paredes, Pablo Matute, Pedro Lancheros, Bonifacio y Saturnino Gutiérrez, Miguel y Pablo Segovia.

Aquella batalla también fue un éxito para las tropas patriotas, gracias a la Legión Británica, que tomó parte del desenlace, y a sus comandantes Daniel Florencio O´Leary y James Rooke. Este militar irlandés fue herido allí y murió días después en Belencito (Boyacá).

Las crónicas tampoco nos han contado los saldos trágicos de aquella dura lucha. Un artículo de El Espectador, del 23 de Febrero de 1969, nos reseña lo siguiente, tomado de una obra titulada “Álbum de Boyacá”: “Los españoles pelearon ese día como leones, y como leones pelearon los patriotas. La mortandad en los ejércitos fue espantable. El parte oficial de los patriotas dice que ellos perdieron 104 hombres y los realistas 500. Pero ese parte fue escrito sobre las primeras impresiones de la batalla, cuando la requisitoria formal no estaba terminada. Las verdaderas cifras son dobles de las anteriores”.

El Pantano de Vargas pasó a la historia como el inicio de la victoria que culminaría en el puente de Boyacá el 7 de agosto de 1819.

 

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