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Columnistas  |  16 agosto de 2019  |  05:21 PM |  Escrito por: Juan David García Ramírez

Recesión global: ¿Será Occidente el auténtico tigre de papel?

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Juan David García Ramírez

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En el documento Dreaming with BRICs: The Path to 2050 (Soñando con los BRICs: El camino a 2050), publicado en el año 2003 por el departamento de investigaciones económicas de Goldman Sachs, se proyectaron los escenarios futuros de la economía global, teniendo como protagonistas a China, Brasil, Rusia e India, de los cuales se anticipó que, para el 2050, podrían exceder en su Producto Interno Bruto al G-6, o sea, el conjunto conformado por Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania. Muchos economistas occidentales se reían de Jim O’Neill, creador de la teoría y el concepto BRICs, por su entusiasmo al explicar las transformaciones que estaban teniendo lugar al inicio del nuevo milenio, y por situar en el centro de las mismas a países que, a finales del siglo XX, atravesaron tantas turbulencias políticas, económicas y sociales.

Para O’Neill, la globalización solo sería exitosa si a su ritmo se incorporaban los países más grandes del mundo, demográfica y geográficamente hablando, y si se les reconocía su capacidad para reformarse, pues al mismo tiempo se observaba una tendencia que, una vez más con sesgo occidentalista, los economistas y líderes políticos estadounidenses y europeos habían subestimado: La ralentización del crecimiento entre las potencias europeas, fundamentalmente, y su mayor propensión a las crisis en los años venideros.

Casi dos décadas más tarde, las predicciones sobre los BRICs, al menos en lo que respecta a China, han sido superadas por la realidad. O sea, no solo se cumplieron, sino que fueron más allá de lo previsto por el expresidente de Goldman Sachs. China es ahora la mayor potencia exportadora, y posee el segundo PIB más grande, solo por detrás de los Estados Unidos. Definitivamente, el actual mapa económico del mundo luce muy diferente al del pasado reciente, y además, confirma los planteamientos de Jim O’Neill. Mientras que China demostró no ser un tigre de papel y mantiene un crecimiento del 6.5%, que duplica y, en ocasiones, triplica el de sus competidores, los países del G-6, con excepción de Estados Unidos, han tenido que acostumbrarse al estancamiento o a un crecimiento que pone en evidencia su debilidad para generar riqueza. Y esta semana, las noticias y diversos análisis sobre una probable nueva recesión mundial, causaron pánico en los mercados financieros. Datos como el crecimiento del PIB de la Eurozona en el segundo trimestre, de tan solo 0.2%, o la contracción económica de Alemania, Francia, Italia y Reino Unido, también de 0.2% en promedio, demuestran el declive de Europa. Incluso, se está anticipando que Estados Unidos podría entrar en recesión a finales de 2020, en parte, por el impacto que han causado en el país las tensiones comerciales con China.

Entre tanto, la generalidad de los países emergentes continúan creciendo y alcanzando una mayor estabilidad (Colombia, por ejemplo, logró un crecimiento de 3% en el segundo trimestre, levemente superior al 2.9% que preveía Bloomberg), justamente en un momento en que se presumiría un comportamiento negativo para la mayoría, con lo cual, de nuevo, se demuestra acertada la tesis acerca de los BRICs y las economías medianas de América Latina, África y el sudeste asiático, así como el hecho de que el mundo no puede depender únicamente de las potencias del G-6, si de verdad se cree en la globalización y la economía de mercado como los motores de la prosperidad en la era actual.

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