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Editorial  |  24 septiembre de 2019  |  06:14 AM

El año perdido del alcalde Castellanos

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El 20 de septiembre de 2018 tomó posesión de su cargo el alcalde de Armenia Óscar Castellanos Tabares, cumpliendo con la designación que le hiciera el gobernador del Quindío Carlos Eduardo Osorio Buriticá, ante la renuncia del titular Carlos Mario Álvarez Morales detenido por el escándalo de la valorización.

Un año después, 20 de septiembre de 2019, no se hizo mención alguna al año de gobierno del actual mandatario municipal de la capital quindiana, claro no hay nada para celebrar. Fue un año perdido para la ciudad de Armenia que sigue sometida al atraso por cuenta de nuestros gobernantes que en las últimas dos décadas han arrastrado a la Villa de Tigrero al deshonor enmarcado en la desidia, pero, sobre todo, en los intereses personales de una clase dirigente sin pudor y sin vergüenza.

El reto que tenía el quinto alcalde que ocupó el cargo después de abril de 2018 cuando fue capturado el titular Carlos Mario Álvarez para terminar el periodo 2016-2019, era grande y difícil nadie lo puede negar, pero en todo caso había que tratar de enderezar una administración fallida, recuperar la confianza de los armenios, al menos cumpliéndoles en algo con las necesidades más apremiantes, con algunas de las 10 obras prometidas con el cobro de valorización que muchos pagamos sin reparos; con la generación de empleo, que siquiera saliéramos de los vergonzosos primeros lugares en los que hemos estado en los últimos años; que se cumpliera con la tutela que ordena el despeje del espacio público, que hubiera una verdadera política para los vendedores informales que a escasos tres meses de finalizar el año inundan de nuevo las principales calles de Armenia, incluso el centro comercial de cielos abiertos La Calle Real en donde ya empezaron a ocupar espacios con la reverencia de un gobierno falto de autoridad y sin respeto por el ciudadano.

Después de un año de gobierno del ex concejal por cuatro períodos y economista Óscar Castellanos Tabares, lo repetimos: Armenia retrocedió, retrocede, la ciudad es un caos en su parte céntrica, incluso huele feo a meados y excremento humano, porque son muchos los lugares que se han convertido en sanitarios públicos de habitantes de calle que van en aumento y cuya política pública se quedó en veremos.

La inseguridad ha aumentado, solo rebaja en los índices amañados de la administración mientras en las calles de toda Armenia el atraco, el robo a mano armada es imparable. Y qué decir de la movilidad. La ciudad está embotellada, el aumento del parque automotor y del parqueo en cualquier calle han convertido a la Ciudad Milagro en un lugar caótico para el desplazamiento.

Y para completar, que vergüenza otra vez con los turistas, con los visitantes que llegarán a Armenia en esta Navidad que se aproxima, la carrera 19, la avenida 19 de Enero o Guillermo León Valencia en su área céntrica, la principal avenida de la ciudad, quién sabe hasta cuándo seguirá en cuidados intensivos, en reparación, en trabajos por tramos. Somos la ciudad en donde las obras tienen el don de la eternidad.

Y para la muestra un botón, como es el caso además de la calle 26 norte que conecta la avenida Centenario con el parque Aborígenes, “…que será intervenida en los próximos días…” (promesa de hace más de dos meses), nada de nada se ha hecho por este vía a pesar de su importancia y de estar ubicado allí el centro cultural metropolitano de convenciones. Los llamados “cachorros” tapan un hueco y se destapan 10.

No ha tenido la administración municipal ni siquiera consideración con el sector educativo. Tumbaron el Rufino Sur, se pararon las obras en 10 instituciones previstas para reparar y solo se oyó el eco de que la culpa era de los constructores contratados por el Ministerio de Educación.

Es más, se jugó y se juega con la integridad de estudiantes de la sede educativa Ciudad Milagro al occidente de Armenia, en donde se ha denunciado en reiteradas ocasiones el peligro inminente de un barranco. Dicen que están los recursos para la obra, van, revisan, colocan una cinta amarrilla y esa es la prevención. El barranco sigue amenazando y la administración municipal paquidérmica en su accionar le importa poco o nada la suerte que puedan correr los estudiantes y profesores.

El sector de La Cejita, de la Estación del Ferrocarril es otra de las muestras palpables de una administración cuyo programa de gobierno no fue más allá de las promesas y de supuestas gestiones para ejecuciones pérdidas en el tiempo.

Tuvo mucha resonancia, mucha prensa y mucha Procuraduría, eso sí, el paseo del alcalde y de 10 concejales a TurquÍa, en donde asimismo el tiempo ha hecho olvidar los supuestos y cacareados acuerdos comerciales y turísticos con ese país.

Cobra total vigencia la calificación que los armenios le dieron al alcalde Óscar Castellanos a través de este medio de comunicación en el Sondeo de Opinión en donde más del 93 por ciento de los ciudadanos que participaron calificaron su gestión de mala.

Los armenios tenemos que superarnos, considerar esta experiencia y llegar a las urnas este 27 de octubre con la convicción de un cambio. Ya basta de dirigentes amañados y patrocinadores de herederos con las mismas mañas. Tenemos que darle una oportunidad a Armenia, que solo saldrá adelante con un voto inteligente y a conciencia.

 

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