Si alguien conoció realmente la Colombia profunda, la desigualdad, la guerra, la pobreza y demás males que azotan a la sociedad colombiana, fue Alfredo Molano.

A través de sus investigaciones tras internarse por largos períodos entre las comunidades, ordenaba los apuntes de su libreta de campo y nos mostraba con su excelente prosa periodística las realidades ignoradas sospechosamente por unos y desconocidas lamentablemente por muchos.

Era un investigador nato, riguroso y sobresaliente.

Como dice el maestro de la comunicación José Jesús Barbero, un verdadero científico de la comunicación.

Cuando recibió el máximo galardón que entrega el premio de periodismo Simón Bolívar, a la vida y obra, expresó un emotivo discurso.

Cuyas palabras finales fueron:

"En el homenaje que se me hace, y que agradezco de verdad, reconozco los toques secos que el futuro está dando afanoso en la puerta. No podemos seguir viviendo en la zozobra, en la parálisis, en la oscuridad del miedo. Estamos a punto de dar el paso que el país, su gente de tierra, barro y sudor merece y no aplaza ni endosa. Los personajes de los que he tratado de ser eco: los colonos de la Serranía de La Macarena o del Perijá, los indígenas de Tierradentro o de la Sierra Nevada, los negros del río Salaquí o del Timbiquí; los campesinos del sur de Tolima y del Catatumbo, las mujeres de allá y de aquí cerca de mi corazón, siempre las mujeres, están todos aquí acompañándome. A ellos y a ellas devuelvo con gratitud este premio".

Duele su partida. Nos queda su maravillosa obra como hálito vivo de su gran pluma que nunca cesará de Iluminarnos el camino de una patria en paz, libre y con oportunidades para todos