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Cultura  |  05 noviembre de 2019  |  12:46 AM |  Escrito por: Robinson Castañeda.

Relato: Juventud

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Relato: Juventud

Este texto fue escrito por Gilberto Zuleta Bedoya, integrante de la tertulia Café y Letras Renata// Foto municipio del Belalcázar.

Por Gilberto Zulueta.

En un atardecer de fin de semana, por las calles de Belalcázar (Caldas), observaba los bares para la gente del común y las tres discotecas para los enamorados. Me veía joven, pleno de sueños y expectativas.
Escuchaba música del Trío Martino, Fernando Valadez, Leo Marini, Tito Cortés, Olimpo Cárdenas o Julio Jaramillo, todos con sus canciones románticas, como para enamorar. Son esas canciones que si las escuchamos después de tantos años, los recuerdos brotan y nos hacen revivir el pasado.
Viejos tiempos saturados de nostalgia, de boleros plenos de romanticismo  don Gilberto los recuerda y nos los canta en relatos que al contar llena de magia.
Sábados y Domingos, colaboraba en la tienda de un tío, cercana a la plaza, donde los señores del campo subían con sus productos para venderlos, luego mercaban y después se toman sus aguardientes “Amarillo de Manzanares”, o dependiendo del gusto, se sentaban a cervecear, acompañados por la música.
Sus preferencias se las disputaban, “Los Trovadores de Cuyo” y el “Conjunto América” y cuando la tarde ya desaparecía, con sus aguardientes a cuestas, regresaban de nuevo a las fincas con la mula y el mercado, aunque algunos esperaban la noche.
Estando cerca de las cantinas, se escuchaba la música colombiana, con intérpretes como “El Dueto de Antaño”, “Garzón y Collazos” y muchos pasillos que caían bien a la juventud, pues con ellos se sentía crecer el amor hacia las damas y por nuestro país.
Un poco más allá, en otro sitio, los señores, ya con varios aguardientes, discutían, hablaban de negocios y luego desaparecían montados en sus caballos. Esto lo observé durante un buen tiempo todos los fines de semana, hasta que la ruta de mi vida me llevó del pueblo a una ciudad donde conocí otros amigos y amigas.
Corría el año de 1972, cuando se me presentó la oportunidad de un noviazgo en la discoteca “Amor es”, cita obligada los fines de semana, para escuchar los boleros que nos hacían sentir enamorados. Mi novia, muy cariñosa y romántica, me regaló el disco “Entrega Total”, de Javier Solís, pero de aquello solo me quedó el sinsabor de que por inocencia, dejo escapar una linda oportunidad de placer, amor y pasión.
Después de un tiempo, nos reuníamos varias parejas los domingos, de tres de la tarde a ocho de la noche, en un club juvenil llamado “Las Delicias”, donde bailábamos boleros y la música tropical de moda, en especial los “Catorce Cañonazos”, que nos cambiaba el ambiente y nos daba alegría para bailar, apretar y besar, bajo el influjo de unos aguardientes “Cristal”, de ese que no podía faltar en estas tertulias de amor.
Como todas las historias también cambian, pues los años nos enseñan planes, por eso el protagonista de esta historia continuó su devenir en Manizales.
Ya en 1982, cuando empecé a disfrutar la “Feria de Manizales”, el éxito de José Luis Perales, “Y cómo es él”, fue la sensación de esta edición, por lo que con algo de humor saboteábamos a las muchachas al decirles con malicia: -- pues dígale a su novio cómo es él --, y según creo, en la actualidad todavía se usa este dicho entre los enamorados desconfiados.
Pero el tiempo pasó. Nos dejó y la dicha se fue acabando dejando los recuerdos como la música de Leo Dan, “Cómo te extraño mi amor”, el “Rancho chileno” de Víctor Manuel Acosta, “El Plebeyo” de Alfredo Pineda. Las rancheras de Antonio Aguilar, Miguel Aceves Mejía o el “Rey del Bolero Ranchero” Javier Solís.
En mi recuerdo llevo siempre el pasodoble “Feria de Manizales”, himno de la feria, o dicho mejor, himno de mi tierra, de mi “Manizales del alma”, pero también recordaré siempre, la era del pasillo, del torbellino, del tango y el bolero.
Tuvimos mucho trabajo para estar en un mundo lleno de luces y sombras, un mundo que está siendo destruido por la falta de lo que en el pasado tuvimos en abundancia: amor y respeto al prójimo.
Coro: Esta es la tertulia de Café y Letras Renata, esta es la tertulia, esta es la tertulia.

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